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jueves 17 de agosto de 2006

Competencias básicas (I)

La cada vez mayor falta de conocimientos y habilidades elementales de muchos de los postulantes a ingresar en el mercado de trabajo debería ser una preocupación para las empresas y para los agentes educativos.

En los últimos tres meses, he tenido oportunidad de contactarme con el sector de Recursos Humanos de varias empresas grandes y medianas. Pasada la crisis de 2001, con su consiguiente incertidumbre, muchas compañías retomaron la capacitación que habían abandonado cuando lo único importante era la sobrevivencia. El criterio puede ser discutible (me refiero a que lo primero que se elimina en épocas de crisis es la capacitación), pero la realidad es que este fenómeno se repitió a lo largo y ancho del país en todo tipo de empresas.

La especie de “inconsciente colectivo” que pocos se animan a definir pero todos conocen es que cada vez llegan al mundo laboral personas a las que les faltan competencias básicas. Y no me estoy refiriendo exclusivamente a los egresados del secundario o del Polimodal, sino también a egresados universitarios que, en algunos casos, tenían buenos promedios. Coseché algunas anécdotas que creo que son ilustrativas:

1. Empleado, 19 años. Mientras preparaba un “regalo empresario” (una canasta de Navidad) se comía uno de los turrones que debían ir en la caja. Hasta aquí mal, pero razonable. Pasa el jefe y le indica que no puede hacer lo que está haciendo, a lo que el empleado contesta: “Ay, no seas “ortiva””.

2. Ingeniero, 28 años. La tercera vez que llega tarde en su primer mes de trabajo su superior lo cita para hacérselo notar. La contestación fue que estaba bastante bien que sólo hubiera llegado tres veces tarde porque no tenía reloj (nuevamente, creo que es peor la contestación que el hecho en cuestión).

3. Empleada, 20 años. Durante el primer mes de trabajo, hacen capacitación para la “inmersión” en la empresa. Aprenden, entre otras cosas, “quién es quién”. Meses más tarde, pasa por el puesto de trabajo de la mencionada el gerente de la sucursal. Mientras lo apunta con el dedo y sonríe, la empleada espeta: “A vos te tengo de algún lado”.

4. Contador, 30 años. Llega tarde a su primera entrevista de trabajo. Cuando el entrevistador le dice si tuvo algún inconveniente para llegar con atraso, le dice que no, que “sólo” había perdido la dirección y tuvo que demorarse para averiguarla.

5. Empleado de supermercado, 19 años. Mientras recolecta los artículos de un pedido telefónico, le pregunta a un compañero: “¿Cuántas nueces son ¼ kilo de nueces?”.

Si bien “una golondrina no hace verano”, creo que los ejemplos son lo suficientemente elocuentes por sí mismos para defender la tesis de que las empresas tendrán cada vez mayores problemas para encontrar empleados que posean ciertas competencias básicas.

Y en este tema es donde los distintos agentes educativos (me refiero a escuela, familia, sociedad y medios de comunicación) parecen confabularse para lograr que estas competencias básicas sean cada vez menos básicas. Quizá para seleccionar personal haya que comenzar a medir cosas tan elementales como la cantidad de palabras que manejan en el propio idioma, o si son capaces de encontrar un sinónimo autorizado por la Real Academia de “ortiva” o de “recope”.

Si los agentes educativos no se proponen resolver este problema a la brevedad, es difícil pensar en un crecimiento sostenido del país sin gente capaz de integrarse al mundo del trabajo sin producir desastres. © www.economiaparatodos.com.ar

Federico Johansen es licenciado en Ciencias de la Educación (UBA) y miembro del equipo de profesionales de la Fundación Proyecto Padres.

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