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domingo 1 de enero de 2012

Corralito 2001 versus corralito cambiario 2011

A diferencia del corralito del 2001, el corralito cambiario del 2011 es una forma más fácil de cobrar el impuesto inflacionario. Es como cazar en el zoológico encerrando a la gente en pesos que se deprecian día a día.

Diez años atrás se había establecido el corralito cambiario que limitaba drásticamente el retiro de depósitos de los bancos. Como la mayoría de los depósitos estaban en dólares, el Banco Central no podía darle redescuentos a los bancos en dólares para hacer los pagos en ventanilla (el BCRA no tenía el franchising para emitir dólares) y, por lo tanto, las entidades financieras no estaban en condiciones de devolver todos los depósitos al mismo tiempo por una cuestión de descalce de plazos.
Si bien nunca estuve de acuerdo con el corralito y oportunamente lo critiqué sin piedad, también debo reconocer que se han dicho muchas burradas al respecto. Por ejemplo, que eso de que había depósitos en dólares era una ficción, porque uno entraba con pesos a los bancos y salía con un certificado de depósitos en dólares. La burrada consiste en no darse cuenta que quien entraba con pesos y salía con un papel que certificaba su depósito en dólares, en el mismo momento estaba haciendo una doble operación. Primero compraba dólares y luego esos dólares los colocaba a plazo fijo. De manera que no había ninguna trampa ni pase de magia en la operación, lo que no quiere decir que desde mi punto de vista poner el corralito fue un grueso error.
En su momento se sostuvo que se estableció el corralito para salvar al sistema financiero, sin embargo, semejante medida generó pánico. Hubiese sido preferible que cada banco renegociara con sus depositantes la devolución de sus dólares en base al flujo de ingreso que iba recibiendo por las cancelaciones de créditos, o por una capitalización de los bancos. ¿Y los bancos que no podían convencer a los depositantes de refinanciar la deuda? Quebraban como cualquier empresa. ¿Es esta propuesta un disparate? A juzgar por cómo quedó el sistema financiero, me parece que el costo del corralito y la posterior devaluación, corralón y pesificación asimétrica fue mucho peor.
 De todas formas luego vino el golpe contra De la Rúa, la devaluación, la pesificación asimétrica y el resultado final es que todo el sistema financiero quedó destruido porque la confianza en el mismo quedó muy dañada. Hoy día los depósitos del sector privado en el sistema financiero representan el 17,6% del PIB y en el 2000, antes de la corrida, esa relación llegaba al 26,8%, y ya en esos años esa relación era baja en comparación con países como, por ejemplo, Portugal.
Además, hay que aclarar que el PIB actual es de dudosa confiabilidad. Si fuera más bajo, la relación sería menor. En otras palabras, el modelo que supuestamente apuesta a la producción no ha logrado generar la suficiente confianza como para que la gente vuelque sus ahorros en el mercado de capitales local para financiar consumo e inversión a tasa pagables.
A diez años de aquel corralito este gobierno estableció otro corralito pero cambiario. El gobierno le pone mil y una trabas a la gente para que no pueda comprar dólares. Haciendo una comparación entre el corralito del 2001 y el corralito cambiario del 2011, la diferencia fundamental está en que el del 2001 se estableció para frenar la sangría de depósitos que los bancos no podían enfrentar los pagos en ventanilla. En cambio este corralito tiene, como fin último, acorralar a la gente para que se quede en pesos y así poder cobrarle más fácilmente el impuesto inflacionario. Si en aquél momento se puso un corralito para “salvar” a los bancos, hoy se puso este corralito para esquilmar a la gente.
Si la persona que tiene pesos ahorrados quiere defenderse de la inflación comprando dólares, el gobierno no la deja o la deja parcialmente. Comprar acciones de una empresa que cotiza en bolsa no parece la mejor opción considerando que las utilidades y el futuro de esa empresa dependen de los caprichos de Moreno. Adquirir ladrillos luce hoy como un negocio poco interesante por el alto valor en dólares que tiene el metro cuadrado, y comprar bonos del gobierno es confiar en un insolvente que tiene déficit fiscal y anda buscando por todos lados qué activos confiscar en nombre de la justicia social.
La perversidad de este corralito es que al cobrar el impuesto inflacionario más fácilmente, lo transforma en algo así como cazar en el zoológico. La gente está acorralada en pesos y el Central no para de emitir moneda. De acuerdo al último balance del BCRA del 23 de diciembre, la emisión monetaria primaria, dicho más fácilmente, la cantidad de pesos en circulación, creció el 37,4% con relación al 23 de diciembre del año pasado. Es decir, a pesar de la fuga de capitales, el Central siguió emitiendo moneda a marchar forzada y generando inflación.
¿Qué otros datos surgen del balance del BCRA? Que el financiamiento al tesoro creció casi un 50% en un año. Dinero que se emitió para financiar al tesoro bajo el concepto de Adelantos Transitorios que, generalmente no son transitorios ni adelantos, sino un paga Dios. Estamos hablando de casi $ 20.000 millones más que el tesoro le debe al Central.
¿Y qué más? Que el Ejecutivo siguió quitándole reservas al Central y entregándole a cambio unos papelitos que se denominan Letras Intransferibles con vencimientos en los años 2016, 2020 y 2021. ¿Cuántos de estos papelitos tenía el Central cuando asumió Marcó del Pont en enero del 2010? El stock de esos papelitos que figuraban en el balance del Central sumaba $ 36.243 millones y al 23 de diciembre último ese stock llegó a los $ 110.428 millones. En otras palabras, el Central entregó reservas y recibió unos papeles tipo los billetes del juego de mesa el Estanciero, multiplicándolos por tres su stock. Tiene en su activo tres veces más papelitos ilíquidos de los que tenía en enero del 2010. ¿Qué pasó con las reservas del Central en el mismo período? Tomando los datos puros que informa el Central y no haciéndole las correcciones del caso, en enero del 2010 tenía reservas por U$S 48.068 millones contra U$S 46.274 millones al 23 de diciembre último. Perdió casi U$S 1.800 millones de reservas y aumentó su activo por tres en papeles sin liquidez ni valor. Claro, seguramente el gobierno podrá argumentar que esta baja en las reservas es fruto de la política de desendeudamiento. Dejando de lado el debate sobre si la deuda baja o crece, no parece ser una política sensata pagar deuda fundiendo al BCRA. Una política de este tipo lejos está de ser una jugada financiera brillante. Más bien es de una torpeza sin límites porque cuánto más débil sea el Central desde el punto de vista patrimonial, menor su capacidad para evitar un desborde inflacionario o una corrida cambiaria y financiera.
¿Algún otro dato de relevancia sobre el Central? Sí, en 2005, cuando Néstor Kirchner decidió pagarle al contado la deuda que tenía Argentina con el FMI, firmó un DNU bajo el siguiente argumento textual: “Que, en el caso, se evidencian circunstancias excepcionales que hacen imposible seguir los trámites ordinarios previstos por la Constitución Nacional para la sanción de las leyes”. Es decir, estaba tan apurado por pagarle al FMI, que la deuda pública, que según la Constitución Nacional debe ser tratada por el Congreso, quedó en manos del ex presidente pasándole olímpicamente por arriba al orden institucional. Pasados más de 6 años de ese decreto de 2005 todavía no se sabe cuál era la urgencia de pagarle al FMI al contado y mucho menos la necesidad. Lo cierto es que firmó el decreto y se estableció el concepto de reservas de libre disponibilidad.
¿Qué son las reservas de libre disponibilidad? Todas las reservas que excedan la base monetaria (pesos en circulación + encajes bancarios). Como el balance del Central se hace en pesos, veamos cómo está esta relación. Al 23 de diciembre, el Central declara tener reservas por $ 198.640 millones. Para que haya reservas de libre disponibilidad la base monetaria tiene que ser menor a las reservas. ¿Cuál es el monto de la base monetaria? $ 240.140 millones. Es importante aclarar que en la base monetaria incluyo los encajes en dólares que los bancos constituyen en el BCRA por sus depósitos en dólares, porque el Central incluye en sus reservas esos encajes. Y no hace falta ser un genio de la contabilidad para advertir que un dólar de encaje incluido en las reservas no puede ser tomado para respaldar la base monetaria en pesos y los encajes en dólares al mismo tiempo. Pero aún sin tomar los encajes en dólares, las reservas del Central no alcanzan para cubrir la base monetaria. Lo concreto es que el Central hoy tiene reservas equivalentes al 83% de la base monetaria. No solo no cumple con el DNU firmado por Kirchner en 2005, sino que, además, no hay más reservas de libre disponibilidad. Supuestamente el Ejecutivo no podría seguir tomando reservas para “desendeudarse” porque el decreto de Néstor Kirchner no lo permitiría. Pero claro, tampoco voy a ser tan naif de empezar con la cantinela de respetar las normas, leyes e instituciones en general. Eso es cosa del neoliberalismo que destruyó el país. Pulverizar el patrimonio del BCRA e ignorar el mandato constitucional que es el Congreso el que tiene que tratar el tema de la deuda es progresismo en estado químicamente puro. Lo otro, eso de respetar las instituciones, la propiedad privada y el valor del peso, es cosa de los gorilas reaccionarios y liberales que pretende defender el salario de la gente impulsando la estabilidad de precios. Aplicar sin piedad el impuesto inflacionario es progresista porque es la contracara del Consenso de Washington.  
Toda esta descripción viene a cuento porque, en esta época de democratización de la información, es bueno que la misma no sea asimétrica. Es decir, que todos sepan lo mismo. Tómense estas líneas como un aporte a la mayor democratización de la información que impulsa el gobierno. Por eso, siguiendo a rajatablas la democratización de la información que quiere el gobierno es que me parece oportuno avisarle a la gente que no puede contratar a un economista, que el BCRA tiene serios problemas patrimoniales. Podrán exprimirlo un poco más, pero lo concreto es que, por lo que se ve de sus balances, sus autoridades están más preocupadas por financiar el populismo del gobierno que por defender el valor del peso.
Obviamente que el contra argumento será que este modelo no tiene como meta la inflación, sino el crecimiento, lo cual quiere decir, en castellano básico, para que lo entienda la señora de la esquina, que al dejar de defender el valor de la moneda, y establecer el corralito cambiario, la gente pagará más impuesto inflacionario. Pero como la gente es egoísta y quiere defender sus ahorros de la inflación comprando dólares, se estableció este corralito cambiario para cazar mejor a los que ahorran en pesos, porque como grandes enemigos de la patria atentan contra el modelo despreciando el peso para refugiarse en el dólar.
En síntesis, comparando el corralito del 2001 con el corralito cambiario actual, debemos reconocer que este es mucho más sutil, lo vendieron con un muy buen marketing y, agreguemos, que también utilizaron mecanismos de presión tipo KGB para frenar a los egoístas que quieren eludir la inflación. Ahora, el resultado final no será tan diferente del corralito del 2001, porque con la tasa de inflación y tarifazo que tenemos por delante, los ahorros en pesos de la gente quedarán tan pulverizados como los ahorros en dólares del 2001 gracias a la devaluación del 2002. Pero, en definitiva, si Ud. tiene ahorros en pesos no se amargue, el impuesto inflacionario que le estarán cobrando es una contribución patriótica al modelo, a la inclusión social y a la aplicación de la sintonía fina y, de paso, a los salarios de los muchachos de La Campora, que haciendo un sacrificio fenomenal viven en el concheto Puerto Madero para estar más cerca de sus “trabajos”.