Las recientes declaraciones del presidente de Irán, Mahmud Ahmadinejad, sobre que “Israel debe ser borrado del mapa”, encienden luces de alerta roja para la paz mundial.
Ahmadineyad lanzó sus incendiarias palabras ante un grupo de estudiantes durante un congreso que se celebraba en Teherán bajo el título de “El mundo sin el Sionismo”.
“Si Dios quiere, seremos testigos de un mundo sin Estados Unidos y sin la entidad sionista”, dijo el mandatario iraní, al que cita la agencia oficial de noticias local IRNA.
La recurrente zona de conflicto del Medio Oriente comienza a convocar a peligrosos protagonistas en la región.
La Casa Blanca condenó las expresiones y dijo que confirman su preocupación sobre los planes armamentistas de Teherán, que intenta desarrollar un programa nuclear. También los gobiernos europeos se expresaron e igual forma. Alemania repudió las declaraciones, en tanto que Francia y España convocaron al embajador iraní a que diera explicaciones. E Israel fue más allá y, a través del viceprimer ministro Shimon Peres, pidió la expulsión de Irán de la ONU.
La intolerancia es la puerta de entrada a la violencia. El mundo ya sufrió mucho durante el siglo XX las locuras de exterminio. Millones de seres humanos murieron como consecuencia de ello. Europeos, americanos, asiáticos, australianos, africanos, religiosos jujdíos, católicos, protestantes o no creyentes. Altos y bajos, rubios, morenos pelirrojos o negros. Varones o mujeres, Adultos o niños. La muerte no hizo distingos aunque sí se ensañó en particular con el pueblo judío. ¿Es posible que no se haya recogido ninguna experiencia y la historia se repita otra vez?
Además de ello, nos encontramos con situaciones que alteran el humor y afectan a toda la población mundial como son las siguientes: a) la crisis del petróleo (principal fuente energética del motor del mundo). El aumento del valor del barril desde ya hace unos años no hace más que demostrar problemas. b) los estallidos de la naturaleza que provocan desastres incontenibles por el hombre. Tsunami en Asia, huracanes en América, lluvias y sequías en Europa.
¿Es necesario incentivar la intolerancia, la provocación? ¿Será ésta una nueva espiral de locura racial, religiosa, territorial o económica de previsibles consecuencias para la humanidad en su conjunto?
Ojalá que este escenario sólo se mantenga en el ámbito de las palabras y pueda ser desactivado a tiempo. Pero si ello no ocurriese, ¿qué rol deberíamos adoptar como Nación?
Está claro que nadie quiere sumarse a tontas y locas detrás de la violencia irracional de ningún líder carismático mundial.
Pero más allá de los esfuerzos lógicos que partirían desde la cancillería por evitar el conflicto, los ciudadanos algo más debemos hacer.
Esta tierra, Argentina, nuestra tierra, a fines del siglo XIX y comienzos del XX, fue refugio de paz, de tolerancia y de prosperidad. Así se conformó desde los cuatro puntos cardinales un país que era apetecido para vivir, a partir de la riqueza que daba ese crisol de razas, de sangre, costumbres y culturas diversas.
Las dos guerras mundiales ocurridas hicieron crecer esa fuerza inmigratoria. Antes, durante e incluso después de finalizada la guerra. Aun soldados de los distintos bandos en pugna, víctimas y victimarios, tuvieron espacio en las extensas tierras al sur del continente americano, llamado Argentina.
Propongo, a modo reflexión, que en nuestros corazones incentivemos la llama de la tolerancia, aquella que nos permita crecer y convivir en la diversidad, en paz y en armonía porque quizás, Dios no lo permita, ese temido otra vez se repita.
Es de esperar y rezar para que ello no ocurra. Pero más allá de nosotros, están las decisiones de otros protagonistas con poder de fuego, sangre y muerte en sus manos.
Pero sí está a nuestro alcance buscar y encontrar la sabiduría de respetar al otro y comprender las diferencias. Ya que si la situación se torna caótica, como entonces, será tiempo de recibir y abrir las puertas del país, como lo indica nuestra sabia Constitución Nacional, a todo aquella persona de buena voluntad que quiera habitar el suelo argentino. © www.economiaparatodos.com.ar
Rodolfo Civitarese es analista político, abogado y miembro de la Fundación Atlas 1853. |