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jueves 6 de mayo de 2004

Daniel Montamat: “En el tema del gas, hay una manta chica y la están tironeando de todos lados”

La crisis energética continúa, pero aún no está muy claro cuáles son las medidas que tomará el gobierno para combatirla. Más allá del plan de racionamiento con premios y castigos para los ciudadanos, ¿está en marcha una estrategia para superar este grave problema o se aplicarán sólo planes de contingencia para tratar de solucionar las cosas a medida que vayan explotando?

– Cuando se lee en los diarios sobre los inminentes cortes de energía, sobre la idea de crear una empresa estatal para el sector energético o que si uno llama a alguna telefónica le dicen que para habilitar un nuevo teléfono hay un mes de espera… ¿No le da la sensación de haber retrocedido en el tiempo quince años?

– Da la sensación que se está discutiendo todo de nuevo. Recuerdo perfectamente esa época: se vivía en un estado de profunda crisis. Pero hay que decir algo, también: la gente que estaba ahí, la administración de ese momento, gerenció esa crisis bastante bien. Es decir, se asumió en un contexto político y el presidente dio la cara, asumió todos los costos. Incluso, el secretario de Energía tenía todos los días a la prensa en su despacho que iba para ver cómo venían los cortes rotativos. Además, se construyó un gasoducto en Loma de la Lata en once meses y Rodolfo Terragno, que era ministro de Obras y Servicios Públicos, lanzó la idea de que había que transformar el Estado. Para él, el Estado tenía que dejar de producir bienes y servicios, debía modernizarse y pasar a ser regulador de los servicios más que productor. Luego, finalmente, vino toda la transformación -con sus pros y algunas contras- y toda la historia que ya conocemos.
El drama de la Argentina es que pasaron estos fundamentalismos de estado y de mercado, y nunca encontramos un proyecto país donde un Estado inteligente y eficiente fije las reglas para que el sector privado invierta y nos dé un crecimiento económico sostenido.

– Justamente, con respecto a la necesidad de inversiones, ¿usar el argumento de que, porque el sector privado ganó mucho durante los ’90 ahora le toca perder, no es una forma de jugarnos en contra? Nadie va a invertir para perder, eso es un criterio inexistente en el sector económico.

– Imagínese si esto fuera aplicado, así, al sector agropecuario. Entonces, se le tendría que decir a los sojaleros que como les ha ido muy bien a los que han sembrado soja estos últimos años, en adelante en vez de 380 dólares la tonelada les vamos a pagar 380 pesos. Los pesificamos. Pero, además, tienen que aumentar el área de sembrado. Porque, si no lo hacen, les aumentamos las retenciones… No funciona, ¿no? Bueno, sin embargo, el gobierno no lo entiende.

– ¿Estamos, realmente, retrocediendo en el tiempo? ¿La crisis energética está en un punto similar a la de 1989? Es decir, ¿vamos a tener cortes inevitablemente o se puede hacer algo?

– Hay que tener en cuenta algo. En la crisis del ’89, además del problema energético se había sumado un fenómeno climático de alta sequía que empeoró las condiciones. Por otra parte, se trató de una crisis sobre todo eléctrica, el epicentro estaba en la electricidad. El epicentro de esta crisis, que estamos viviendo ahora, está en el gas natural. Esto es grave, porque el gas natural es el 50 por ciento de la energía primaria que produce la Argentina y, a su vez, porque el gas natural condiciona mucho el parque térmico de generación eléctrica por los ciclos combinados y todas estas inversiones nuevas que se han hecho.
Entonces, en algún sentido, si no trabajamos para tener más reservas de gas natural, para descongestionar los caños, entre otras medidas, esta crisis puede ser, incluso, más prolongada que la del ’89.
Fíjese que en ese momento, como veníamos diciendo, se empezó con el tema de transformación de las reglas de juego para el Estado. Y el tema eléctrico, con un cambio climático y algunas centrales que se privatizaron e hicieron inversiones finalmente se superó. Hoy por hoy, estamos hablando de que hay que asumir una crisis energética que va a durar, por lo menos, dos años… si se hacen las cosas bien. Porque en el tema de gas, las reservas que no se repusieron, exigen nuevos pozos. Y esos pozos, si se hacen hoy, pueden empezar a producir resultados recién a fines del año que viene.
Pero, después, tenemos la restricción del transporte. Y un gasoducto, si se larga hoy -y hoy no se está largando- puede llegar a llevar unos 15 ó 20 meses de construcción. Con lo cual estamos ya en el 2006.
Para que se entienda bien la cuestión: el esquema es como en cualquier negocio. Una empresa gasífera tiene en la estantería -como un almacén- pozos en reserva, por si se le acaba la mercadería. Ahora bien, eso tiene un costo financiero. Se tiene una determinada cantidad de pozos. Si hay inestabilidad en las reglas de juego, incertidumbre y demás, uno reduce el stock de mercadería, es decir, la cantidad de pozos. Por decirlo de alguna manera, se le pone al mismo mate varias bombillas. Consecuentemente, sale más rápido el agua. Pero resulta que acá se han olvidado de recargar el agua al termo que, en este caso, vendrían a ser unos pozos a desarrollar, a recargar para reponer las reservas que se tienen.

– ¿Y hacer esos pozos lleva casi 2 años?

– Sí, más o menos.

– ¿Por qué lleva tanto tiempo hacer los pozos?

– Hay pozos en ciertas zonas, como la neuquina, donde no hay mayores costos. Pero hay otros, en otras zonas, en otras cuencas, como las del norte, que son carísimas: 20 ó 30 millones de dólares por pozo. No se olvide que tienen que ir a muchísima profundidad y están en zonas muy inhóspitas. Son inversiones muy grandes.
Pero hay otro tema, más allá de los precios, y que son las reglas. ¿Cuáles son los horizontes a largo plazo? Porque sin reglas, uno tiende a hacer esto: sacar toda la mercadería que tengo en el estante. Pero, así, remato todo, porque no la voy a poder reponer. Entonces, para no hacer esto, hay que fijar reglas a largo plazo.

– ¿Por lo tanto, los cortes van a ser inevitables?

– En el tema del gas natural hay una manta chica y la están tironeando de todos lados. Corremos el peligro de que se judicialice y que empiecen las medidas de no innovar. Un juez, atendiendo razones particulares de peso, puede decir en Tucumán: “no le corten a Fulano”. Y otro, en Córdoba, dice: “no le corten a Mengano”. Y otro, en Buenos Aires, dice: “tampoco a Sutano”. La suma de las partes no puede dar más que la suma del todo. Hay que ser cautelosos.

– Como los amparos en la época del corralito…

– Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia…
Por eso, yo opino que hay que tener mucho cuidado con esto. Hay que administrar la escasez. Para eso hay que asumirla y poner la cara.
Ahora se ha lanzado un plan de racionamiento y debajo de la solicitada aparecen sólo dos teléfonos para consultas… ¿Para cuántos argentinos? Hay que dar la cara, hay que concientizar a la gente, hay que ver si éste es el racionamiento que necesitamos o no, si los términos “premios” y “castigos” funcionan o no. Si se hacen bien las cosas, podemos tener un invierno normal y evitarle los cortes a doña Rosa. Pero van a venir cortes para los interrumpibles y van a venir cortes, también, para algunos industriales que tenían categorías de ininterrumpibles. La manta es chica. Por otro lado, se está pensando cortar el GNC. Pero se trata de un consumo firme todo el año. ¿Con qué criterio un auto se tiene que usar en verano y no invierno? Es una cosa de locos.
Ojalá que el planteo de resolución de la crisis se haga dejando de usar a la energía como rehén del corto plazo. Caímos en esta crisis por hacer de la energía rehén del corto plazo político, cuando se podría haber evitado.

– Al menos se podría haber moderado…

– Se podría haber evitado. De todas formas, hoy estamos en condiciones de superarla estructuralmente si planteamos para la energía una estrategia de desarrollo de largo plazo. Hay reservas de gas aquí en la Argentina. Hay reservas de gas en la región. Hay energía para sostener el crecimiento. Lo que se necesita son reglas, transitar un sendero de recomposición de precios y tarifas con una tarifa social y, sobre todo de una vez por todas, plantear a la energía en un contexto de largo plazo.
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Daniel Montamat es economista, asesor en temas energéticos y ex secretario de Energía de la Nación.




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