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domingo 9 de mayo de 2004

K, The Gardener: brevísimo manual para interpretar al gobierno

Desentrañar las verdaderas intenciones que se esconden detrás de los actos y declaraciones del presidente argentino se ha convertido en el deporte nacional por excelencia. Aquí, una guía para saber cómo hacerlo.

El comportamiento y los discursos del presidente y las interpretaciones que analistas y medios hacen de los discursos y actos de Kirchner me hacen acordar al famoso personaje Charles The Gardener, protagonista de la novela “Desde el jardín” (Nota del Editor: el autor es Jerzy Kosinski y el título original en inglés es “Being there”. Fue llevada al cine en 1979 por el director Hal Asbhy con el nombre de “Bienvenido Mister Chance”). Charles The Gardener vivía en una casa y se la pasaba cuidando el jardín. Nunca salía. Hasta que un día salió y, considerado un genio por todo el mundo, la gente trataba de interpretar sus dichos. Por ejemplo, si decía que las rosas iban a crecer, todos interpretaban que había querido decir que la bolsa iba a subir y cosas por el estilo.

Con el presidente ocurre algo parecido. Interpretaciones como que Kirchner es un capitalista porque mandó 500 millones de dólares al exterior antes de la devaluación son moneda corriente. Que en el fondo Kirchner critica al capitalismo pero tiene un importante patrimonio en propiedades inmuebles lo cual lo hace capitalista es otra interpretación. Que Kirchner se pelea con el Fondo Monetario Internacional (FMI) pero finalmente acuerda porque sabe de los límites de la globalización y por lo tanto es un pragmático. Que Kirchner enfrenta a EE.UU. pero quiere más inversiones norteamericanas. Dejo para el lector agregar más ejemplos sobre las interpretaciones que se leen y escuchan sobre el presidente.

Practicar este deporte nacional en que se ha convertido interpretar al presidente, deja en evidencia qué lejos estamos todavía de recrear la institucionalidad que necesita la Argentina, porque no se construye un país sobre reglas de interpretación de lo que quiso hacer o decir el presidente. Un país se construye sobre reglas claras para todo el mundo y que no requieran de interpretaciones que, en algunos casos, llegan hasta la categoría de ciencia ficción. La gente tiene que conocer con precisión qué reglas de juego imperarán en el país para poder tomar decisiones de inversión, de compra de bienes durables o de ahorro. La gente tiene que tener certeza sobre el rumbo que se le dará al país para saber hacia dónde vamos.

La libre interpretación de qué es lo que quiere hacer el presidente lo único que genera es incertidumbre. Y la incertidumbre en las reglas de juego es sinónimo de riesgo más alto. Y riesgo más alto es igual a menor tasa de inversión y, por lo tanto, a menor crecimiento y bienestar para la población.

Lejos de construir instituciones confiables, el gobierno se empeña en sentar la estructura del gobierno sobre determinadas personas, dejando abierta la incertidumbre hacia el futuro. Ejemplo, el presidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA), Alfonso Prat Gay, es considerado como un hombre que maneja muy bien la política monetaria. Al margen de mi discrepancia con esta afirmación, me pregunto: ¿si mañana a Prat Gay se le ocurre hacerse monje tibetano y deja el BCRA, se acabó el buen manejo de la política monetaria? En un país normal, la gente sabe que la política monetaria podrá variar en algún porcentaje mínimo porque, cualquiera sea el presidente del BCRA, el que venga tendrá que atenerse a determinadas reglas de juego prefijadas y que no las puede cambiar a su antojo. En la Argentina tenemos que rezar para que Prat Gay no se haga monje tibetano porque la regla monetaria ha pasado a ser el señor Prat Gay y si él se hace monje tibetano habrá que esperar a ver quién viene para que decida cuál será la nueva política monetaria.

La única regla cierta bajo este gobierno es que cualquier actividad que requiera del uso de un uniforme es pasible, en cualquier momento, de un descabezamiento. Puede tratarse de las Fuerzas Armadas, de la policía, de los bomberos o de los boy scouts. La otra regla es que cualquier funcionario público que gaste el dinero de los contribuyentes en ñoquis, innecesarios asesores, secretarias o mantenimiento del aparato partidario está cumpliendo una función social. Quitarle compulsivamente el dinero a los contribuyentes para financiar estas actividades es legal. Tener un uniforme es sinónimo de corrupción. Vestir de civil y despilfarrar los recursos de los contribuyentes en burocracia innecesaria es sinónimo de actuar con sensibilidad social.

Luego de casi un año de gobierno, decidí armar mi propio esquema de interpretación de sus actos. Para ello me guío por un principio general: el gobierno es el bueno, todos lo que no piensan o aceptan sus decisiones son los malos. Veamos algunos ejemplos de acuerdo a esta guía.

– Si el FMI no da el acuerdo porque discute el superávit primario es no cumplir con los contratos firmados. Si el gobierno le pone trabas a la exportación de gas a Chile rompiendo un contrato firmado, es defender los intereses nacionales u otros tienen la culpa.

– Si usted opina diferente al gobierno, algún oscuro interés le está pagando para hablar. Si el gobierno opina es porque lo hace en defensa de los intereses nacionales.

– Todo acto de gobierno anterior a éste es nulo porque se sabía que era incumplible. Todo acto de este gobierno es legítimo. La continuidad jurídica del Estado no existe, porque este gobierno “es” la continuidad jurídica.

– Si los gobiernos anteriores se endeudaron, fue una imprudencia y quienes compraron esa deuda tienen que asumir su error. Si, como lo viene haciendo, el BCRA coloca deuda a paso acelerado, es un acto de prudente manejo monetario.

– Si una parte del justicialismo pretende crear un monumento a Perón, implica mirar siempre al pasado. Si el gobierno descuelga cuadros en los cuarteles o hace actos en la ESMA, es consolidar el futuro.

Como puede ver el lector, es fácil interpretar al actual gobierno. Ellos son todos iluminados y bien intencionados. El resto, si no coincide, son todos malos, corruptos y vende-patrias.

Una vez que aplique este principio general para interpretar al gobierno y, de acuerdo al resultado que obtenga, saque sus propias conclusiones sobre el futuro del país.
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