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jueves 5 de mayo de 2005

Daniel Montamat: “Es preciso liberar a la energía del corto plazo”

A pesar de que la crisis energética comenzó el año pasado, la solución definitiva aún no se ha alcanzado y los parches provisorios están tambaleando. El experto energético Daniel Montamat explica en esta entrevista cuál es el panorama para el 2005 y qué estrategia se debería seguir para volver a contar con reservas de energía adecuadas.

– El año pasado parecía que todo iba a estallar, pero pudimos “zafar”: compramos gas más caro a Brasil y Bolivia, trajimos fuel oil bastante caro, también, de Venezuela… Pero, ¿y este año?

– Este año, para decirlo con una frase casi hecha: si llueve donde tiene que llover y el invierno es benigno, los compromisos de la energía van a ser parecidos a los del año pasado; ahora, si el invierno es más frío o no llueve, vamos a tener más problemas. ¿Qué es “más problemas”? No hay que crear alarma en la población. El problema es que va a haber más cortes de gas para el sector industrial.

– ¿Hubo cortes el año pasado?

– Sí, los hubo. En los días pico hubo 15 millones de m3 de menos sobre un total de 120 millones de m3. Es decir, fueron cortes significativos. Y este año puede llegar a haber más cortes, si el invierno es frío. Entonces, el sector industrial tiene que pasarse a combustibles que son más caros, como el fuel oil o el gasoil. Y, además, muchos tienen dificultades para realizar esas substituciones.

– ¿Son combustibles más contaminantes?

– Sí. El fuel oil es el producto más degradante de la refinación del petróleo. Así que si uno consume fuel oil está largando a la atmósfera mucho más monóxido y dióxido de carbono que si uso. Ahora bien, el tema más preocupante en todo esto es que… Porque la gente se pregunta si le van a cortar la luz. Todavía yo creo que el horizonte está despejado en ese aspecto. Puede llegar a haber problemas localizados de electricidad. Pero el problema de fondo es que, si vamos demorando los tiempos, vamos a tener graves consecuencias en el futuro. Porque la inversión energética se decide hoy pero lleva ejecutarla tres o cuatro años. Si no tomamos decisiones hoy, seguimos comprometiendo los próximos años. Esto es lo que más deberíamos preocuparnos desde el punto de vista económico.

– ¿Por qué?

– Hay mucha gente que tiene que decidir invertir en la Argentina. Y cuando decide invertir en serio, por ejemplo en ampliar la planta o poner una nueva, piensa fundamentalmente en dos flujos. Uno, en el financiamiento. El segundo, en el flujo energético. ¿Voy a tener energía?, es la pregunta. Y si estamos ya con compromisos energéticos y estos compromisos siguen creciendo, ¿hago la nueva planta? Porque si la hago y luego no hay energía, estoy en un problema grave. Así la energía está trabando la economía, cuando debería ser una palanca de una estrategia de desarrollo económico y social.

– El 50% de la energía que se genera en la Argentina viene a partir del gas. Ahí hay, entonces, dos stock de capitales. Los equipos que generan la energía y los tubos por donde se la transporta, por un lado. Y, por el otro, el stock de reservas gasíferas con que se cuenta. ¿Dónde está el problema hoy? ¿En las reservas o en las máquinas para transformar el gas en energía eléctrica?

– Lo grave es que tenemos un problema en ambas cosas. Respecto al gas y electricidad la Argentina ha cometido un grave error. Cuando se devaluó, hubo dos pesificaciones asimétricas. Una, la del sector financiero, entre los depósitos y los créditos. Otra, en los precios de la canasta energética. Congelamos el precio del gas y de la electricidad, pero dejamos que el precio de los derivados del petróleo y el petróleo mismo siguieran los valores internacionales, sobre los que luego aplicamos retenciones. Entonces, se desplazó la demanda, obviamente, a los energéticos más baratos. Es decir, la electricidad y el gas. Por otro lado, con los nuevos precios post devaluación, hay una estructura productiva, una tecnología de producción, más inclinada hacia la industria que hacia los servicios. Eso genera más consumo energético. Pero, a su vez, como los precios están congelados, se estuvo dando una mala señal a los inversores. En consecuencia, aumentó la demanda de gas y de electricidad pero quienes producían esa energía lo hicieron sólo hasta la capacidad instalada que tenían. En el sector gasífero, para decirlo gráficamente, lo que pasó es que al mismo mate se le pusieron varias bombillas, mientras nos olvidamos de recargar el termo. Es decir, nos olvidamos de generar reservas que pudieran reemplazar lo que se iba consumiendo. Además, se congelaron las tarifas de transporte y distribución. Así que no se construyeron nuevos caños para unir oferta y demanda. Es decir que hay problemas por el lado de la oferta y también por el lado de la logística.

– ¿Cómo se arregla todo esto?

– Recreando los mecanismos de inversión. No hay otro secreto.

– ¿Cuál es el nivel de las reservas energéticas de la Argentina?

– Han bajado muchísimo. Habíamos llegado a tener reservas de gas para 25 años. Ahora tenemos para 12 o menos. Y lo mismo pasa con el crudo, donde está declinando la producción y, por lo tanto, también las reservas. Si seguimos con esta tasa de declinación en la producción de crudo, de aquí a tres años la demanda interna de crudo se va a cortar con la oferta y la Argentina va a volver al mercado internacional como importador neto de petróleo.

– ¿Y qué consecuencias nos traería eso?

– Además de que el combustible sería más caro, se licuaría la base de las retenciones. Porque los derechos de exportación sólo funcionan cuando se exporta.

– Se propuso como una solución traer gas desde Bolivia. ¿Ese proyecto está parado?

– Está complicado por dos cosas. Primero, por un problema de precios. Los bolivianos dicen que su gas nos sustituye petróleo y por eso toman como precio de referencia el fuel oil. Nosotros decimos que no, que la cuenca gasífera de Bolivia compite con la Argentina y ofrecemos la mitad de lo que ellos pretenden cobrarnos. La diferencia es sustancial. El segundo problema es que se ideologizó totalmente el tema en Bolivia. También por culpa nuestra, porque fuimos a negociar desde la necesidad de corto plazo. Y ahora Bolivia cree, y algo de razón tiene, que nos tiene de rehenes. Además, los bolivianos creen que nos están regalando el gas, cuando en realidad lo estamos pagando tres veces más caro que el de nuestras cuencas. El tema del caño desde Bolivia, por lo tanto, se va a demora. Así que es mejor que la Argentina empiece a pensar ya en una alternativa energética. En conclusión: liberemos la energía del corto plazo. Hoy la energía es rehén del corto plazo y los países serios tienen proyectos energéticos de largo plazo. © www.economiaparatodos.com.ar




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