Por primera vez en la historia, el régimen comunista chino acaba de autorizar que una misión especial de las Naciones Unidas investigue, en el terreno, las múltiples denuncias de torturas y violaciones de Derechos Humanos que, desde hace años, se han acumulado.
Llama poderosamente la atención que nuestra cancillería, hoy liderada por un presunto defensor de los Derechos Humanos, no haya mostrado su satisfacción por esta gran noticia que, además, no ha recibido adecuada cobertura en nuestros medios.
Hasta ahora China jamás había aceptado ser inspeccionada por las Naciones Unidas en materia de Derechos Humanos o libertades civiles y políticas. De allí la enorme importancia de esta próxima visita de una nutrida delegación formada por expertos de 53 países, que permanecerá en China desde el 21 de noviembre hasta el 2 de diciembre de este año y será encabezada por Manfred Nowak, un investigador senior de la ONU.
Las autoridades chinas no han condicionado en modo alguno ni el viaje, ni la labor de la misión. Por esto Nowak ha expresado que podrá visitar cualquier lugar de detención, así como reunirse en privado con cualquier detenido. Un modelo de apertura, entonces.
Uno de los objetivos de la misión de la ONU será examinar la cuestión de los detenidos que han sido condenados a muerte. China -lamentablemente- es el país del mundo con el más alto número de ejecuciones, a punto tal que Amnistía Internacional sostiene que el 84% de las ejecuciones de condenados a muerte en todo el mundo se llevan a cabo en China.
La labor de la misión concluirá con un informe que será presentado a la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas el año próximo.
Otro de los capítulos que la misión de la ONU abordará es el de las torturas, que aparentemente se utilizan extensamente en China. La preocupación es grande. Y ha llegado a las autoridades. Tanto, que el Parlamento de este país acaba de limitar, por primera vez, la duración de los interrogatorios a los prisioneros y, en un esfuerzo por controlar los abusos, dispuso que ellos no pueden exceder las 12 horas diarias. La policía, supuestamente, recurre con frecuencia a la tortura.
Un caso reciente demuestra las arbitrariedades que pueden cometerse cuando se recurre a la tortura. She Xianglin confesó, bajo tortura, haber asesinado a su esposa. Por ello, estuvo once años en prisión. Habiéndose descubierto que su mujer no sólo estaba viva, sino que además se había casado con otro hombre, fue liberado. She destacó que su presunta “confesión” se logró con tortura. Este y otros casos similares han sido ampliamente reproducidos por los medios.
Desde hace un par de años las autoridades chinas -es cierto- publican en la web información sobre Derechos Humanos. Esa es la versión “auténtica” suministrada por el gobierno. La del “discurso único” u “oficial”. Curiosamente, es el mismo gobierno el que bloquea a casi veinte mil sitios de Internet porque difunden noticias, se refieren a la religión, o al SIDA, o simplemente porque disienten.
Uno de los más grandes acusadores del gobierno chino cuando de violaciones a los Derechos Humanos se trata, es un movimiento espiritual denominado “Falun Gong” que, para el gobierno chino, es tan sólo una secta malvada y supersticiosa. En rigor, se trata de un movimiento que conjuga principios budistas, taoistas, y la práctica de la meditación. Son muchos quienes estiman que “Falun Gong” tiene más miembros que el propio Partido Comunista chino. De allí la “peligrosidad” que se le atribuye.
Bienvenida sea la evidente apertura china en materia de Derechos Humanos. Ojalá sea éste un primer paso. Es obvio que esta medida obligará también a trabajar sobre las libertades civiles y políticas, lo que parece sólo una cuestión de tiempo.
Mientras esto ocurre, en nuestro propio continente, Cuba sigue con sus cárceles llenas de opositores y disidentes, a quienes se castiga con indescriptible crueldad. Cuba no deja ingresar al país a los inspectores de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Les cierra sistemáticamente todas las puertas, para que lo que todo el mundo sospecha no se transforme en una incuestionable realidad a corregir. Al mismo tiempo, el gobierno argentino, que pretende ser defensor de los Derechos Humanos y adopta esa “facha”, se asocia con Cuba en la aventura mediática denominada Telesur, cuyo contenido será obviamente influenciado por el régimen de Fidel Castro, cuyas violaciones de Derechos Humanos de esta manera se disimulan y minimizan. Muy lamentable. © www.economiaparatodos.com.ar
Emilio Cárdenas es ex Representante Permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas. |