Todos los años, la consultora Mercer Human Resources Consulting publica una lista de las ciudades del mundo en las que es más caro vivir. Para los expatriados esa lista es clave al tiempo de reclamar niveles de ingresos acordes con el costo de vida del lugar en el que son asignados. De alguna manera, la lista refleja también, aunque no en todos los casos, la situación de las relaciones de cambio de las monedas de cada lugar en el mundo, en términos relativos. Así se advierte cuándo una moneda parece estar sobre valuada, o subvaluada, a veces bastante antes de que los ajustes cambiarios correspondientes ocurran efectivamente.
El lugar más caro, lo que no causa sorpresa, es Tokio. Igual que el año pasado. Le siguen, en este orden: Londres, Moscú, Osaka (Japón), Hong Kong, Ginebra, Seúl, Copenhagen, Zurich y San Petersburgo. Las únicas sorpresas son el ascenso de Copenhagen, que el año pasado estaba en el puesto 15, y el de San Petersburgo, que el año pasado era número 12. Las demás ya estaban ubicadas entre las diez más caras.
Entre las más baratas, aparecen en cambio: Quito, Bangalore (India), Manila, Bogotá, Harare (Zimbabwe), Buenos Aires, Santo Domingo, Montevideo y Asunción. La capital guaraní es el destino más barato de todos los que han sido “ranqueados”.
Pero es obvio que el costo de vida no es lo que atrae a los inversores, sino las oportunidades y –siempre– el respectivo “clima de inversión”.
Cuando se sugiere a los empresarios que no son bienvenidos, ni necesarios, así como cuando se los acosa, o se deja de creer en la inversión privada, el respectivo destino –pese a la aparente atracción que puede ejercer el bajo costo de vida– no es necesariamente el más buscado, como puede comprenderse fácilmente.
En rigor, hasta podría sostenerse que una de las razones para estar al fondo de la lista es que no se es demasiado atractivo para los inversores. © www.economiaparatodos.com.ar
Emilio J. Cárdenas es ex Representante Permanente de la República Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU). |