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jueves 14 de diciembre de 2006

El Gobierno se beneficia de la parálisis de la oposición

Después del sacudón de las elecciones misioneras, los hechos parecen demostrar que el kirchnerismo reaccionó más rápido que las fuerzas opositoras a la hora de presentar propuestas que intenten dar respuesta a los reclamos ciudadanos.

Después de la elección de Misiones, tanto la oposición como el Gobierno registraron el mensaje de las urnas. Por el lado de la oposición, comenzaron intensas negociaciones con vistas a constituir una coalición que enfrente unida a los planes hegemónicos del kirchnerismo, en tanto que el Gobierno adoptó una serie de iniciativas destinadas a adecuar su perfil al reclamo de la ciudadanía. Pasado ya más de un mes y medio de aquellas elecciones misioneras, resulta evidente que el Gobierno tuvo más lucidez que la oposición para interpretar aquel resultado.

El proyecto de constituir un acuerdo alrededor del sostenimiento de los principios republicanos para enfrentar las inclinaciones hegemónicas del Gobierno no ha avanzado. Las conversaciones han quedado en eso, es decir, en gestiones verbales. La posibilidad de que un acuerdo de este tipo prospere no está cerrada pero, por el momento, no hay novedades concretas. Que este acuerdo no se concrete no es “el fin del mundo”, aunque había (sigue habiendo) la posibilidad de gestar un proyecto de gestión que fuera un poco mejor que el kirchnerismo. Esa posibilidad parece estar fracasando…

Con respecto al Gobierno, sucede lo contrario. Después del mensaje emitido por las urnas, le “bajó el pulgar” a todos los proyectos reeleccionistas, posicionó a Cristina Kirchner como potencial candidata presidencial, promovió el proyecto de reducir la cantidad de miembros de la Suprema Corte de Justicia, tomó distancia de Luis D’Elía y rescató del ostracismo a una figura presentable como Daniel Scioli. Algunos opositores recalcitrantes dirán que todas estas no son más que medidas “cosméticas” y tal vez haya bastante de cierto en esto (no se puede ser tan ingenuo de creer que Néstor Kirchner fue ungido por la gracia de Dios de la noche a la mañana). Sin embargo, más allá de que las medidas sean simplemente “cosméticas”, lo cierto es que el Gobierno actuó en la dirección en la que el pueblo lo demandaba. Mientras tanto, la oposición sigue “durmiendo”.

En este contexto, el futuro de nuestro país se presenta verdaderamente oscuro. Todos los desaguisados que el gobierno kirchnerista ha cometido en los últimos tres años y medio crecerían exponencialmente después de una victoria el año próximo. Un gobierno como el actual, consolidado por una victoria, sería infinitamente peor y las consecuencias de esa situación podrían tornarse trágicas: desborde inflacionario, descontrol social, potenciación de la inseguridad… No es el propósito de estas líneas ser deliberadamente alarmistas, pero lo que sucede es que efectivamente nos encaminamos hacia un caos de consecuencias absolutamente imprevisibles.

Aún estamos a tiempo de que eso no suceda. Aún es posible gestar un proyecto que seguramente no hará “despegar” al país aunque, al menos, será capaz de sostener el andamiaje colectivo hasta tanto maduren las condiciones como para intentar alcanzar objetivos más ambiciosos. Por el contrario, si el año próximo gana el actual gobierno, corremos el riesgo de naufragar en el camino.

El kirchnerismo, pese a todos sus dislates, ha sido soportable hasta ahora (con esfuerzo y resignación pero, en última instancia, soportable). Un segundo período sería muchísimo peor. Algo de esto sucedió con la segunda presidencia de Carlos Menem, durante la cual se potenciaron todos los defectos que se habían manifestado de modo incipiente en la primera. Kirchner, de por sí, es infinitamente peor que Menem. Imaginémonos, por lo tanto, lo que sería el segundo período kirchnerista.

La gestación de una coalición opositora que haga hincapié en la recuperación de los valores republicanos evitaría este cuadro y permitiría ganar tiempo hasta tanto maduren las condiciones como para que la sociedad esté dispuesta a embarcarse en el proceso que conduzca al desarrollo económico en gran escala y sustentable en el tiempo. Por eso, es preocupante que una iniciativa opositora no avance, ya que le deja al kirchnerismo el camino libre para ver convalidados todos sus desatinos.

Los próximos tres o cuatro meses serán seguramente decisivos para el futuro de la Argentina. O se abre la posibilidad de que surja un proyecto en condiciones de competir contra el kirchnerismo o debemos empezar a esperar muy malas noticias. Un segundo período kirchnerista sería seguramente nefasto, porque todas las tendencias autoritarias y filo-fascistas del actual gobierno se acentuarían notoriamente. Para evitarlo, es necesario que se geste un proyecto alternativo. Por el momento, la posibilidad de diseñar esa iniciativa está estancada, a pesar de que es mucho lo que se trató al respecto. La posibilidad de destrabar ese “punto muerto” todavía está abierta. Para que eso ocurra es necesario que los responsables de instrumentar un acuerdo de ese tipo dejen de lado las posiciones intransigentes y entiendan que “la paz siempre se firma con el enemigo”, es decir, a los acuerdos políticos se llega con quienes están en una posición diferente de la propia y se hacen concesiones para alcanzar un objetivo más elevado. Que algo así suceda en la Argentina está aún por verse. Es mucho lo que depende de esta eventualidad. © www.economiaparatodos.com.ar

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