Las reglas de juego sobre las que está establecido el funcionamiento de la Argentina son las de un sistema de saqueadores: es decir, unos saquean a otros, le roban a los que producen. En la Argentina los conceptos de invertir, de trabajar eficientemente, de competir, de ganancia, son conceptos que están ignorados o despreciados. Por ejemplo, ganar plata está mal visto. Pero ganar plata en condiciones de competencia sirviendo al consumidor es una de las actividades más solidarias que uno podría imaginar dentro de un sistema económico.
¿Quiénes son los saqueadores?
Algunos dirigentes políticos que capturan el sector público o se apropian del sector público como si fuera un botín de guerra y lo utilizan en beneficio propio. ¿Y a quién saquean? Al contribuyente, a quien le cobran impuestos permanentemente para poder ellos mantener sus estructuras políticas, hacer sus actividades y ganar dinero. Viven a costa de otros que producen. Eso es saquear la propiedad y los ingresos de otros.
Dirigentes empresarios que piden subsidios, reservas de mercado y privilegios de todo tipo. Empresarios que buscan obtener ganancias no favoreciendo al consumidor sino a través de obtener el beneficio y el beneplácito del funcionario público. El otro día, por ejemplo, escuchaba cómo el ministro de Economía Roberto Lavagna se enorgullecía de haber frenado las importaciones de tela de jean o denim desde Brasil porque decía que la competencia era muy fuerte contra los productores locales. ¿Quién es el saqueador en este caso concreto? El productor local que pide la protección. ¿Y, nuevamente, quién paga esa protección? La está pagando, finalmente, el consumidor local que tiene que comprar una tela más cara.
También son saqueadores los dirigentes sindicales. Recuerden la discusión planteada a fines del año pasado entre Hugo Moyano y Armando Cavalieri para ver a cuál de los sindicatos que ellos dirigen –el de Camioneros y el de Empleados de Comercios y Servicios, respectivamente– les correspondía estar afiliados a los empleados de Carrefour. ¿Alguna vez le preguntaron a la gente que trabajó y que iba a tener que poner la plata en alguno de los dos lugares a cuál de los sindicatos quería estar afiliada o si no quería hacerlo a ninguno? En este caso, los empleados eran objetos de los saqueadores, saqueadores de los bolsillos de los trabajadores.
Y no nos olvidemos de los piqueteros. Cobran dinero sin trabajar de los impuestos que paga el contribuyente y a ese mismo contribuyente no lo dejan circular y si protesta le rompen la cabeza como le pasó al taxista del otro día. Incluso el presidente de la Nación dijo, más o menos en estas palabras, que los taxistas tienen que tener paciencia con este tema de los cortes de calles. La Constitución Nacional dice que todo ciudadano tiene derecho a circular libremente y a ejercer cualquier industria lícita. Sin embargo, el presidente Kirchner le está diciendo a los taxistas: “paguen los impuestos para que yo les de a los piqueteros y bánquese que no se les respete los derechos a circular libremente ni a ejercer libremente su actividad”. Evidentemente, el presidente está incumpliendo con sus deberes como funcionario público.
Están tan tergiversados los valores, está todo tan fuera de control, que se hace muy difícil construir una nueva realidad. No hay renegociación de la deuda que pueda llegar a salvar a la Argentina si el país no modifica profundamente los comportamientos y los valores sobre los cuales tiene que construirse el país. Si no se empieza a valorizar el esfuerzo personal, el trabajo, el concepto de inversión no vamos a salir adelante.
¿Qué empresario va a invertir en un país en el que sabe que va a venir el Estado y le va a sacar la plata vía carga impositiva y le va a decir: “usted ganó mucho, por eso se lo tengo que dar aquel o me lo tengo que llevar yo para financiar mi estructura política”? ¿Quién puede invertir en un país de saqueadores? Solamente otro saqueador que esté dispuesto a jugar con las reglas de estos saqueadores. Por lo tanto, solamente tendremos empresarios que estén dispuestos a invertir siempre y cuando el Estado les garantice algún tipo de beneficio que previamente le sacará a algún sector de la sociedad.
Aproximadamente en 1875, la Argentina empezó a crecer fenomenalmente. ¿Por qué no crecía antes si la pampa húmeda ya existía? ¿Por qué recién a partir de la generación del ’80 y de la organización nacional el país empieza a invertir, a crecer y a exportar, si las condiciones naturales para ese crecimiento ya estaban dadas previamente? Porque no había instituciones que garantizaran los derechos de propiedad. Lo que tenía la Argentina antes de la organización nacional era un sistema de saqueadores: cada uno en su provincia tenía un ejército y se quedaba con lo que se le daba la gana. Cuando se constituye el Estado Nacional y se pone orden es que el país empieza a crecer.
No es necesario mirar a otros países ni complicarse demasiado por nuevas fórmulas: la historia argentina muestra claramente que no estamos pidiendo gran cosa para que cambie el país. Lo que estamos pidiendo es que, en lugar de que todos tratemos de vivir a costa del otro, cada uno de nosotros empiece a ganarse el ingreso con su propio trabajo y con su propio esfuerzo. Inversión, riesgo, competencia y el país sale adelante. En cambio, si todos vamos a luchar no por generar riqueza sino por apropiarnos de lo poco que está produciendo el otro, esto va ir de mal en peor. © www.economiaparatodos.com.ar |