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lunes 9 de noviembre de 2009

En el momento menos pensado y por la causa más insospechada

¿Por qué, ante tantos atropellos y discursos llenos de soberbia y agresividad, la gente no sale a la calle a hacer un cacerolazo?

Bien medido, entre enero y septiembre de este año, el déficit fiscal alcanzó los $ 10.000 millones. Una serie de maquillajes permiten mostrar en las planillas oficiales un déficit significativamente menor, pero la cruda realidad es que la situación está cada vez más complicada a pesar de que Brasil en el segundo trimestre de 2009 salió de la recesión, el real se recuperó frente al dólar, Estados Unidos y la Unión Europea parecen haber tocado piso en la caída y los precios de los commodities de exportación son bastante buenos para el Gobierno (por lo menos, el valor de la soja está en más del doble que cuando gobernaba Fernando De la Rúa).

Con el gasto público creciendo al 30% anual y los ingresos al 10%, es obvio que el problema fiscal tenderá a agravarse. Para peor, además de tener problemas fiscales, Kirchner se lanzó a financiar las transmisiones de fútbol, anunció un plan para la niñez que tendrá un costo de $ 10.000 millones anuales y otro plan para que los piqueteros hagan cooperativas. En otras palabras, Kirchner sigue actuando como si al fisco le sobrara la plata.

¿Por qué semejante comportamiento? Las alternativas que se me ocurren son tres: a) anuncian los planes y después no los cumplen (por ejemplo ya pasó con los planes de créditos hipotecarios para inquilinos o los famosos U$S 20.000 millones de inversiones Chinas), b) sabe que les costará llegar al 2011 y le está dejando el campo minado a los que los sucederán o c) espera poder acceder al crédito internacional luego de arreglar con los hold out.

Que formulen un anuncio y luego no lo cumplan, no sería sorprendente. Aníbal Fernández ya tuvo su reacción ante una nota de Francisco Olivera en el diario La Nación del viernes 6 de noviembre, en la cual el periodista denuncia que el Gobierno estaría presionando a las empresas privadas para que pongan avisos en los partidos de fútbol. Viendo cualquier partido, uno puede advertir que toda la publicidad es de diferentes organismos estatales. Por supuesto, todos avisos cantando loas al gobierno kirchnerista y mostrando el paraíso en el cual estamos y no queremos ver. Al decir de Cristina, los medios no reflejan las bondades de tanta abundancia económica. La cuestión es que todo parece indicar que don Aníbal, entre sus múltiples funciones, también tiene que conseguir publicidad para el fútbol.

En definitiva, me parece que, en cualquier momento, a la AFA la dejan colgada del pincel argumentando problemas de austeridad. Finalmente, si el comandante Chávez dice que la gente se puede duchar en tres minutos (me pregunto si el comandante tendrá algún buen desodorante para complementar la ducha de 3 minutos) y a la noche tiene que ir al baño con un linterna, Kirchner puede perfectamente seguir los pasos de su amigo y proponer que se achique la cantidad de fechas y no jueguen todos contra todos o bien reducir el partido a dos tiempos de 22,5 minutos. O, en el peor de los casos, decirle a la AFA, lo lamento pero no hay más plata.

La segunda alternativa –es decir, dejarle el campo minado a los que lo sucederán si no llegan al 2011– luce como una alternativa probable. Finalmente, sería fantástico que le explote todo a otro gobierno y, por aclamación, la gente inicie un operativo clamor (que no sea trucho como el de ahora para que vuelva a la conducción del PJ) para que vuelva Néstor. Claro que en este caso uno tiene que suponer que Néstor tiene que tener preparado el tren bala para cuando estalle la primer mina, porque luego las otras estallarán por simpatía. Porque si las minas estallan antes, no podrá soñar con el operativo clamor por su retorno.

¿Por qué digo esto? Porque mucha gente me pregunta porque la población no reacciona. ¿Por qué, ante tantos atropellos y discursos llenos de soberbia y agresividad, la gente no sale a la calle a hacer un cacerolazo? Mi respuesta es que este tipo de situaciones de tensión y de un gobierno sin apoyo popular y con fuerte rechazo, suelen producir reacciones en el momento menos pensado y por la causa más insospechada.

Ejemplo, el año pasado, en medio del conflicto con el campo, un sábado se llevaron detenido a de Angelis y la gente salió a la calle con sus cacerolas. Pasó el fin de semana y el lunes siguiente a ese sábado yo estaba en Aeroparque por tomar un avión hacia Córdoba. Serían las cuatro de la tarde cuando antes de subir al avión me llega un mensaje a mi celular diciendo: hoy cacerolazo. Respondí que no divagaran y me tomé el avión. Cuando llegué a Córdoba el cacerolazo era gigantesco en todo el país. ¿Qué había pasado ese lunes para que se produjera un gigantesco cacerolazo que ni siquiera D’Elía se animó a salir con sus huestes a la calle a reprimir? Nada. La gente estaba saturada y salió espontáneamente a protestar. Recuerdo que en el trayecto entre el aeropuerto de Córdoba y el hotel que está frente al Patio Olmos, vi gente en la calle con sus cacerolas en todos los barrios, sobre todo en los más humildes. Y la plaza frente al hotel estaba repleta de gente.

Insisto, nada importante había pasado ese lunes como para que en casi todas las grandes ciudades y pequeños pueblos del país la gente saliera a la calle con sus cacerolas. Pasó en el momento menos pensado y por una causa desconocida. Solo ocurrió. A partir de ese día, la Quinta de Olivos tiene preparadas las barricadas por miedo a que le hagan otro cacerolazo.

Digamos que la impericia en el manejo de la economía, la soberbia y la agresividad creciente con que se maneja el gobierno puede derivar en cualquier momento, en una reacción tipo 2001.

¿Qué es lo que podría salvarlo a Kirchner de una situación de ese tipo? Que pueda acceder rápidamente a créditos externos que para financiar un gasto público que lejos de reducir su tasa de aumento, se acelera.

En ese caso, sin necesidad de hacer un ajuste interno, podría financiar el gasto y, al mismo tiempo, no afectar la actividad económica interna. Digamos que financiaría los gastos corrientes con ahorros externos. En ese caso se produce una reactivación artificial por un tiempo. Claro que recurrir a este mecanismo implicaría dejarle otra mina más al futuro gobierno. Pero no es ese justamente el dato que parece preocuparle a don Néstor. En todo caso sería la fórmula perfecta, porque esos créditos externos serían como un puente para pasar el abismo y que después el problema lo afronten otros.

Los datos económicos muestran que ya estamos en otras crisis. Serios problemas fiscales, desocupación y pobreza crecientes, inflación, actividad económica agonizando, distorsión de precios relativos y el listado sigue. Pero en el medio de este desquicio económico, hay un ambiente de hartazgo en la gente que, como decía antes, puede estallar en el momento menos pensado y por la causa más insospechada.

La tarea de Kirchner es tratar de evitar que la situación económica lo arrase cual tsunami antes de dejar el poder y, al mismo tiempo, evitar que, el día menos pensado, por alguna de las típicas declaraciones destempladas de Cristina, la gente no pare de golpear sus cacerolas hasta que el matrimonio entre en razones. Reconozcamos que evitar ambos problemas va a requerir de toda la imaginación de don Néstor. © www.economiaparatodos.com.ar

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