Hume, una de las grandes figuras de la Europa del siglo XVIII, analiza en este libro principios como la existencia de un orden moral natural, los derechos naturales y el contrato existente entre gobernantes y gobernados, desprendiéndose de toda influencia religiosa y desarrollando la idea de una moral que no se basa en principios abstractos sino en el principio de utilidad.
El pensamiento de David Hume y sus ideas acerca del principio de la utilidad como fundamento a todos los usos y las normas sociales tuvo gran influencia en la obra Jeremy Bentham y de John Stuart Mill.
Este mismo principio de la utilidad es el que usa Hume para determinar los límites del poder: si el gobierno cumple con sus funciones debe ser obedecido por el pueblo porque con ello obtiene un beneficio, le es útil. En cambio, si el gobierno no cumple con dichas funciones, al no servir a su pueblo cae su justificación y por ello la desobediencia se impone.
Una de las partes más interesantes de este libro es la dedicada al análisis de cómo surgen y progresan las ciencias y las artes en un estado. Para Hume es condición necesaria par ello la existencia de la libertad. Del intercambio en las artes y el comercio entre los distintos países surgirá, primero, la emulación y luego la superación, y esto hará en definitiva al mayor progreso y bienestar en cada uno de ellos.
Citamos a continuación un breve fragmento de la obra en cuestión (editada por Unión Editorial, Madrid, 1975):
“Aquí ha de afirmarse que el comercio y trato entre los hombres, que tantas ventajas proporciona, no puede tener seguridad alguna donde las personas no hacen honor a sus compromisos. De igual modo puede decirse que los hombres no podrían vivir en sociedad, o al menos en una sociedad civilizada, sin leyes, magistrados y jueces que impidan los abusos de los fuertes sobre los débiles, de los violentos sobre los justos y equitativos. Y si la obligación de obediencia tiene la misma fuerza y autoridad que las de la fidelidad, nada ganamos reduciendo una a la otra. Los intereses y necesidades generales de la sociedad bastan para implantar ambas.
“Si se me pregunta por la razón de la obediencia que hemos de prestar al gobierno, me apresuraré a contestar: «Porque de otra manera no podrían subsistir la sociedad»; y esta respuesta es clara e inteligible para todos. La vuestra sería: «Porque debemos mantener nuestra palabra».” © www.economiaparatodos.com.ar |
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