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jueves 14 de agosto de 2008

Falta espacio o sobra ideología

Mientras la inseguridad sigue siendo uno de los problemas más graves del país, el debate acerca de cómo frenarla no termina de encontrar una respuesta adecuada.

La barbaridad que ocurrió en Campana con la familia asesinada a mansalva por delincuentes que deberían haber estado en la cárcel abrió una serie de comentarios que, como de costumbre, quedarán en eso.

Pero al menos desde el punto de vista de la opinión no pueden dejar de plantearse algunos interrogantes. Por ejemplo, ¿cuál es el motivo por el cual en la Argentina los delincuentes están en la calle? Para responder esta pregunta se suelen dar respuestas de orden práctico y de orden ideológico.

Las respuestas prácticas generalmente se relacionan con una cuestión de espacio físico en las cárceles. Si quienes dan estas respuestas fueran los que están en condiciones de poner a los delincuentes entre rejas pero se encontraran con este condicionamiento físico, tendrían al alcance de sus manos la solución del problema arbitrando los medios que sean necesarios para habilitar más lugar carcelario. Por ejemplo, como se les ocurrió destinar fondos para la construcción de un tren bala, se les ocurriría inventar mecanismos financieros aptos para el financiamiento de esas construcciones, con lo que de aquí a un tiempo, el problema habría desaparecido.

Pero cuando se entra en el terreno de las respuestas ideológicas la cosa se complica más. Como sabemos existe en el país, como probablemente ya no exista en otro lugar en el mundo, una corriente que pretende abolir el derecho penal. Dicha escuela es representada doctrinariamente en la Argentina por Eugenio Zaffaroni, que fiel a su apellido, ha escrito bibliografía y -lo que es más grave- sentencias, tendientes a hacer "zafar" a los delincuentes comprobados, de sus condenas. Personajes de ese estilo en lugar de haber sido arrinconados a un lugar de escarnio en la sociedad, han sido elevados a jueces de la Corte. Eso da una idea del camino en el que se encuentra el país respecto de estos temas.

Más de una vez, desde las más altas esferas de este gobierno se han dado suficientes señales como para que la sociedad tenga claro que el principio penal en el que se inspira esta gente es que los delincuentes son producidos por la pobreza y que esa pobreza es a su vez generada por la parte "honesta" o -en su vocabulario- "burguesa" de la sociedad que, cruelmente, expulsa de su seno a esta gente a la que no le queda otro remedio que delinquir.

Es más, esta corriente ha sido muchas veces bastante clara en el sentido de trasmitir la idea de que la delincuencia sería una especie de "avanzada" social que, violando el orden jurídico burgués, va a "arrancarle a la burguesía" la propiedad de sus bienes (aun cuando para ello deba privarla de paso de su propia vida), como indicaba el Manifiesto Comunista.

Según esta interpretación, la sociedad es la victimaria que victimiza a quien nosotros llamamos delincuente. Estar contra la delincuencia es igual a "criminalizar" la pobreza o pretender castigar a los que ya tienen suficiente castigo. La delincuencia sería, en última instancia, según esta corriente, la aplicación de los principios de la Justicia Social, continuada por otros métodos.

En nuestro caso, dado los últimos acontecimientos y la terminología empleada por el corazón del poder para referirse a cierto sector de la sociedad, cabría preguntarse qué grado de objetividad jurídica podría esperar un "oligarca" si algo le pasara a sus bienes o a sus personas a manos de delincuentes. ¿Se creería que el oligarca fue víctima de un crimen o se creería que el delincuente han puesto las cosas un poco más en su lugar?

Otra de las dudas que surgen frente a la, de otro modo inexplicable inacción, es si la inseguridad no es funcional a los intereses de un gobierno al que le interesa reinar sobre zombis y no sobre seres pensantes e independientes. Analicemos esto desde el absurdo: ¿qué ocurriría si de repente este flagelo desapareciera? Es obvio que la gente estaría más tranquila. ¿Y qué hace la gente que goza de mayor tranquilidad? Respuesta: piensa. Y que la gente piense es peligroso. Es preferible mantenerla acorralada y asustada para que de ese modo dediquen la mayor parte de su energía útil a cuidarse de lo que la preocupa, porque mientras ocupan su tiempo en eso, no molestan.

Por ello, más allá de las actuaciones judiciales puntuales (cuyas responsabilidades obviamente existen y en gran medida responden a un criterio de nombramiento de los jueces cuya lógica podría encontrarse en el planteo que hemos hecho aquí) habría que prestar atención al mapa más grande del problema de la inseguridad en la Argentina que va camino de llegar a un punto de colapso en donde los inocentes mueran y los delincuentes gobiernen. © www.economiaparatodos.com.ar

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