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jueves 25 de marzo de 2004

Fernando Ruiz: “Argentina no aprobó el siglo XX”

El día 19 de marzo, los participantes de un seminario organizado por la Fundación Konrad Adenauer junto con Cadal para debatir sobre el régimen cubano, sufrieron un escrache. Juan José Sebreli, María Sáenz Quesada, Fernando Ruiz, Marcos Aguinis y Gabriel Salvia, uno de los organizadores, estaban debatiendo sobre la actual situación de los Derechos Humanos en Cuba, cuando fueron sorprendidos por varios jóvenes que irrumpieron en el recinto y comenzaron a agredirlos. En esta entrevista, el periodista Fernando Ruiz explica qué pasó y analiza la posición del gobierno argentino frente al problema cubano.

– ¿Cómo se sintió y qué piensa usted, que estuvo presente y, por lo tanto, lo vivió en carne propia, sobre la reacción de este grupo de gente que ha entrado en un lugar en el que se estaban debatiendo ideas y que le ha pegado a una persona de más de 80 años, y por la espalda?

– La verdad, es que fue bastante desagradable. Entraron, interrumpieron el seminario y empezaron a hablar. No había forma de interrumpir sus discursos y cuando alguien quería hacerlo, se levantaban otras personas que habían venido con ellos y empezaban a gritarnos a todos. En un momento, Marcos Aguinis quiso dialogar con ellos, pero ellos no quisieron dialogar, no tenían ni la más mínima intención de hacerlo. Seguían con sus discursos, sin que nada les importara. Agredieron de palabra a mucha gente y se fueron. Esperaron afuera, aguardando la salida para agredir, y cuando salió Juan José Sebreli lo escupieron. Después, justo por ahí, pasaba Roberto Alemann y ellos lo agarraron y lo golpearon.

¿Quiénes son, a su juicio, estas personas? 

–  Son una especie de grupo de tareas que no tienen idea de lo que es una democracia. En democracia, la principal consigna es la exclusión de los métodos violentos. La verdad, a mí este episodio me hizo valorar mucho más a los disidentes cubanos porque ellos viven esto a la enésima potencia. Esa violencia continua que les impide ejercer sus derechos más básicos: la libertad de reunión, de manifestación y de expresión.

– Castro puede hablar durante 5 horas seguidas, pero ustedes no se pueden juntar a debatir ideas ¿ese sería, entonces, el concepto, no?

– Exactamente. Y de hecho, estos grupos han tomado la decisión que de aquí hasta que se vote en las Naciones Unidas van a hacer este tipo de manifestaciones violentas contra todos aquellos que quieran o piensen que Argentina tiene que tener otro tipo de actitud frente al régimen castrista.

– ¿Cuántas personas había en ese seminario que se estaba desarrollando y en el que justamente se estaba debatiendo sobre la libertad de expresión en Cuba?

– Éramos 60 personas y ellos eran unos 20.

– ¿En el hotel nadie los paró?

– No, porque no había seguridad, no había nada. Nosotros estamos acostumbrados a los debates democráticos, no a la lucha callejera.

– Y cuando salieron a la calle, ¿estaba la policía?

– No, no había nadie. Incluso cuando recibimos un aviso de que se iba a hacer un escrache -porque ellos mismos promocionaron en todos los medios que iban a realizar un acto violento- se avisó a una comisaría, porque nos pareció que como ciudadanos era lo básico. Pero no pasó nada, no vino nadie. Hay una gran desprotección.
Sin embargo, lo más grave, es que ha habido referentes importantes, en nuestro país, que han avalado esto. Que han dicho “esto está bien, esto es lo que hay que hacer.

– ¿Quiénes fueron?

– Por ejemplo, la presidenta de la Madres de Plaza de Mayo, la señora Hebe de Bonafinni…

Ella es bastante consistente con su propio razonamiento. Porque, en realidad, la señora tiene tendencias autoritarias y esto hace que no pueda tolerar que alguien piense distinto a lo que ella piensa. De manera que es lógico que avale a aquellos que fueron a hostigarlos a ustedes. Para ella ustedes no tienen derechos. Y entonces, la pregunta obligada es ¿cómo se resuelve esto en un sistema democrático?

– Muy fácil. Hay que aplicar la ley de defensa de la democracia.

– Sí, pero para eso el Estado tiene que actuar y aplicarla. Usted no la puede aplicar, usted no tiene el monopolio del uso de la fuerza. ¿Y cómo vamos a hacer si el presidente de la Nación se abraza con Fidel Castro…?

– Pero, ¿sabe qué? En materia de política exterior, éste, es un gobierno off de record. Es decir, hay dos políticas exteriores, una on de record donde se abraza con Fidel Castro, donde tiene relaciones activas con el canciller cubano; y una política off de record que uno puede leer, por ejemplo, en los comentarios de Eduardo Van der Kooy o de Joaquín Morales Solá, en donde el gobierno de Argentina expresa que se va relacionar cada vez más activamente con los disidentes. Entonces, lo que no sabemos es cuál de las dos políticas es la que va a prevalecer.

– Pero, ¿por qué, acá, las cosas son tan poco claras, cuando me parece que en materia de Derechos Humanos, el gobierno debería ser, por el contrario, muy categórico? Porque si no, entonces lo que hicieron el 24 de marzo se transforma en una gran falsedad de defensa de los Derechos Humanos. ¿Algún integrante del gobierno los llamó a ustedes para solidarizarse con lo ocurrido o manifestarles su preocupación o adhesión?

– No nadie. Ni a nosotros, ni a la Fundación Konrad Adenauer ni a Cadal, que son las instituciones que organizaron el seminario.

– Entonces, insisto. El hecho de que el gobierno de Kirchner diga en un acto “qué barbaridad, la violación de los Derechos Humanos”, mientras que sabe que en Cuba se violan continuamente estos derechos, y aun así, no está dispuesto a votar para que se investigue, encierra una gran contradicción. Porque, en realidad, la votación que se hace cada año no es para condenar a Cuba, sino que es para votar que se investigue qué es lo que sucede ¿no es así?

– Tal cual. Incluso, en la votación se suele condenar el embargo de los Estados Unidos, también…

– Entonces, si la votación es para que se investigue, y nosotros votamos en contra, lo que el gobierno está haciendo es convalidar aquello que, supuestamente, quiere repudiar. ¿No hay una tremenda incongruencia?

– Sí, pero hay algo más grave, aún. Los argentinos, en general, tienden a apoyar al régimen de Fidel Castro y están muy conformes con la decisión del gobierno de abstenerse en la votación de condena a la violación de los Derechos Humanos. Una encuesta de enero, hecha por Zuleta Pucceiro, dice que alrededor de un 85% de la población está queriendo que la Argentina apoye directamente al régimen (algo que ni siquiera pide Fidel Castro), y otro 45%, quiere que el país se abstenga en la votación. Sólo un 10% de la gente prefiere que Cuba sea condenada. Pero además, si uno toma y se fija quiénes son ese 10%, muchos de ellos, en general, son personas que no condenan la dictadura militar en la Argentina. Entonces, lo que tenemos es que un montón de argentinos todavía sigue subordinando los Derechos Humanos a los criterios ideológicos. Y si hay una lección que ha dejado el siglo XX, es justamente esa: no se puede subordinar la defensa de los Derechos Humanos a los criterios ideológicos. Mi conclusión es que Argentina no aprobó el siglo XX. © www.economiaparatodos.com.ar




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