Las dos instituciones claves donde se desarrolla la vida humana en la sociedad occidental son la empresa y la familia. Empresa y familia deberían ser, en consecuencia, dos realidades en armonía complementaria. A pesar de ello, en la mayoría de los países, su relación es de indiferencia por parte de la empresa. Invocar cuestiones familiares en el ámbito del trabajo (asistir al acto escolar de un hijo o acompañar a los mayores al médico) sigue teniendo una valoración negativa respecto del concepto general de excelencia profesional. Sin embargo, el principal activo, no sólo de una empresa sino de cualquier sociedad, son las personas y la familia cumple funciones fundamentales para generar y conservar la salud personal y social.

Desde la empresa o, más concretamente, desde la mayoría de las culturas empresarias individualistas actuales se ahoga la vida familiar y esto constituye un grave error estratégico de gobierno empresarial. Trabajar más de ocho horas es visto como señal de dedicación e irse del trabajo a la hora normal de salida es interpretado como falta de compromiso. Esta situación no beneficia ni al trabajador, ni a la familia ni a la empresa, ya que el agotamiento y la falta de tiempo para los seres queridos generan problemas familiares que afectan la atención, la motivación y, en definitiva, las energías para trabajar bien. Como resultado, la empresa, el personal y su familia padecen hoy disfunciones (ausentismo, problemas de salud, ruptura de vínculos) que podrían intentar subsanarse desde el esfuerzo por diseñar y aplicar macro políticas públicas y micro políticas empresarias que faciliten la integración de las responsabilidades familiares y las responsabilidades profesionales.

En países como EE.UU. y España, cada año aumenta el número de empresas con políticas familiarmente responsables y se encuentra en estudio la inclusión de políticas de integración familia-empresa en la nueva versión de las normas ISO 9000 (flexibilidad en cuanto al tiempo y lugar de trabajo, revisión de la política de viajes y traslados, prioridad para la elección del tiempo de vacaciones para las madres y padres de familia, servicios y beneficios extrasalariales). Se trata de corporaciones que consideran a la familia de su personal como un stakeholder para la empresa al mismo nivel que los proveedores, clientes y accionistas. No estamos sólo ante un aspecto de la llamada responsabilidad social de la empresa, sino más bien ante estrategias e intrategias de management empresario.

Las empresas sirven y trabajan con personas, no con individuos. Las personas –a diferencia de los individuos– no son seres solitarios o aislados, sino seres relacionales, es decir, tienen vínculos interpersonales: son hijos, padres, hermanos, cónyuges, parejas. Facilitar el cuidado de las relaciones del personal con sus familiares constituye una clave del factor humano en la empresa hasta ahora no suficientemente considerado y valorado.

El viejo paradigma “menos humanidad en el trato laboral, más productividad” es falso. A mayor trato humano del personal –lo que incluye la consideración de su realidad familiar–, más productividad para la empresa y más posibilidad de salud y felicidad para su personal. Se trata de un gano–ganas en el que todos resultan beneficiados.

Un nuevo desafío se abre entonces para la empresa: generar culturas empresarias personalistas como claves de ecología humana (cuidado del hábitat ecológico espiritual para la vida humana: la familia) y de desarrollo empresarial y económico. © www.economiaparatodos.com.ar

El Cristián Conen es miembro del equipo de profesionales de la Fundación Proyecto Padres.