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jueves 4 de mayo de 2006

Helicópteros con cañón

Distintas empresas de turismo ofrecen tours aéreos para conocer el Gran Cañón del Colorado y disfrutar de un paisaje único en el mundo.

No es un simple cañón. Es el Gran Cañón. Un sitio único conformado por una red pétrea tan intrincada como monumental, cuyos colores varían mágicamente según la incidencia de luces y sombras. Tiene cerca de 320 km de largo por 16 a 25 km de ancho. En su parte más profunda corren, a veces mansas, a veces turbulentas, las aguas del río Colorado. Es la Séptima Maravilla del Mundo.

No muy lejos de su límite oeste, cuando la imponente silueta del cañón comienza a desdibujarse frente a las aguas del lago Mead, se levanta Las Vegas, uno de los destinos turísticos más populares de los Estados Unidos, con más de 2.200.000 visitantes internacionales al año.


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Dos imágenes contrapuestas: el sabor agreste de la naturaleza y el bullicio de una ciudad temática que pueden disfrutarse desde el aire. ¿Cómo? Desde la capital iluminada del juego operan varias firmas de helicópteros turísticos que combinan propuestas que se adaptan a los distintos gustos y presupuestos.

Gracias a esta flota de libélulas mecánicas especialmente diseñadas para viajes de turismo, con amplias superficies vidriadas, se aprecia un paisaje único desde una perspectiva única.

La opción ofrece incluso una amplia variedad de idiomas para la explicación de lo que se ve, dando de este modo una amplia inclusión a visitantes de todo el mundo. Los horarios son flexibles porque los vuelos se reparten durante todo el día en salidas que parten de las propias terminales de las empresas, ubicadas todas ellas en los suburbios de la ciudad o directamente en el aeropuerto McCarran. Todas las empresas ofrecen traslados desde los hoteles sin cargos adicionales.

Una de los recorridos más pedidos es el “Grand Cellebration”, de unas tres horas y media de duración, que permite observar, incluso, la represa Hoover, el lago Mead, volcanes en extinción y, terminando, imágenes impresionantes del Gran Cañón.


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Luego los helicópteros se sumergen en las estrías montañosas y aterrizan en territorio de los indios Hualapal, donde, a orillas del río, se puede disfrutar de un picnic regado con buen champagne. Al regreso, como broche de oro, los pilotos dibujan el famoso “Strip” de Las Vegas donde aparecen, uno detrás del otro, los famosos hoteles de la ciudad.

Otras opciones añaden una estadía en el Parque Nacional del Gran Cañón o hacer rafting en los rápidos del río Colorado o probar un jet ski o hacer cabalgatas al estilo cowboy. También se pueden elegir itinerarios que incluyan visitas a reservas indígenas y ceremonias de casamientos -con cura, torta y champagne- en el más agreste de los escenarios.

Estas empresas que hacen posible unir la luz de la hipercivilización y la frivolidad con la más profunda naturaleza están fuertemente reguladas y ofrecen garantías de servicio y seguridad, transportando un promedio de 1.200 pasajeros por día en un frenético ir y venir por la sede de la diversión y el hábitat más profundo del aire puro. © www.economiaparatodos.com.ar




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