Houston, we have a problem
La célebre frase de Tom Hanks en Apollo 13 “Houston, we have a problem… [Houston, tenemos un problema…]” bien podría describir al equipo económico del gobierno
La célebre frase de Tom Hanks en Apollo 13 “Houston, we have a problem… [Houston, tenemos un problema…]” bien podría describir al equipo económico del gobierno. Luego de sacudir los tanques de oxígeno, Tom Hanks dice la célebre frase rodeado de alarmas sonoras y luces rojas. El nivel de desconcierto es palpable. Todo iba bien, un segundo más tarde todo va mal. Si no fuese porque los astronautas del Apollo 13 eran personas preparadas y responsables, sería una descripción gráfica bastante certera del Kirchnerismo.
Una falla de fondo, la degradación institucional, llevó a una numera serie de alarmas económicas. Inflación, cepo cambiario, cierre de importaciones, infraestructura degradada, comunicaciones con pobre funcionamiento, faltante de energía, devaluación a ritmo acelerado, preocupantes índices de pobreza e indigencia, sectores con ya tres generaciones sin experiencia laboral que cercenan las posibilidades de movilidad social. Como si estas no fuesen alarmas lo suficientemente serias, el “Master Alarm” de los saqueos se hizo presente de manera impactante. Mientras el gobierno se tapa los oídos para no escuchar las alarmas, la oposición parece no saber cómo atacar el problema. Es que la oposición es también parte del problema. Si bien es cierto que ante la falta de mayorías hay límites a los frenos institucionales que la oposición puede imponer al gobierno, no deja de ser una oposición que prefiere ser políticamente correcta pero institucionalmente irresponsable a cumplir el rol institucional que le exige la constitución. Si bien hay excepciones, fue una oposición institucional irresponsable al votar expropiaciones como las de las AJFP y Repsol-YPF en contra de los deseos de sus representados y de los pasos exigidos por la constitución nacional. Sigue siendo también una oposición institucionalmente irresponsable cuando adhiere al perverso juego de extender un sus funciones al “vamos por todo” de un Kirchnerismo con record de causales de juicio político esperando que se haga cargo del costo político del desmanejo económico y social. Los eventos de los últimos días, sin embargo, dejan en claro que le Kirchnerismo prefiere dejar un país en llamas a hacerse cargo de sus propios errores.
Hay tres serios problemas en el frente económico: (1) inflación, (2) reservas y (3) competitividad.
Si bien el problema de la inflación no es nuevo, los recientes acuerdos salariales a las fuerzas de seguridad, y los que posiblemente vendrán, serán probablemente financiados con mayor emisión monetaria. El gobierno no ofrece signos de estar dispuesto a acortar el gasto en otras áreas para financiar los aumentos de sueldo ni tiene acceso a financiamiento externo. La alta presión tributaria y la débil situación de la economía difícilmente permitan aumentar la recaudación con mayores impuestos. Si bien es algo que el Kirchnerismo puede intentar, difícilmente tenga éxito. Es oportuno recordar también que una de las primeras medidas de Machinea en su paso como ministro de economía el gobierno de De la Rúa fue aumentar los impuestos para acortar del déficit público produciendo como resultado una aceleración de la recesión. Muestra también que el gobierno no pone reparos morales cuando el ajuste debe recaer sobre el ciudadano, por más rápido que en levantar la bandera de la justicia social cuando es el estado quien debe ajustarse el cinturón.
Las reservas del BCRA presentan otro problema serio. Si al nivel de reservas se le descuentas los dólares que no son del BCRA o que son préstamos que debe devolver, entonces las reservas propias o líquidas son menos de 20.000 millones. Si el BCRA fuese una institución confiable y seria el nivel de reservas sería intrascendente. Las reservas se vuelven un problema cuando el BCRA destruye su propia moneda y la sociedad se pasa de pesos a dólares. El ritmo de pérdida de reservas de las últimas semanas muestra que el equipo económico del Apolo 13 argentino deberá tomar medidas concretas más pronto que tarde. Dado el consumo en stock de capital del sector energético este es un problema acuciante.
La falta de competitividad es uno de los problemas económicos más serios. El sector productivo encuentra más oportuno pedir el favor del gobierno para que le limite la competencia en lugar de tener que esforzarse por ganarse el peso del cliente. El resultado es un sector productivo ineficiente incapaz de competir con sus pares internacionales. El deterioro de la infraestructura de transporte y comunicaciones incrementa los costos del sector. Altos impuestos y regulaciones arbitrarias y cambiantes son también arena en las ruedas del sector productivo. La falta de competitividad se debe tanto a un pseudo-empresariado que pide al gobierno que le entregue un mercado cautivo eliminando los incentivos la necesidad a la eficiencia y a un sector político con una insaciable ser de recursos y una obsesión por la regulación de lo ajeno.
Más allá de la tragedia en la película Apollo 13, el final es feliz. Se logra controlar el desperfecto y con esfuerzo la tripulación logra volver a la Tierra. El equipo a cargo del Apollo 13 Argentino no parece poseer la intención ni las habilidades necesarias para controlar la situación. Es a la oposición a la que le cabe “ponerse los pantalones largos” y ofrecer aquello que le es ajeno al Kirchnerismo: seriedad institucional y preparación técnica. Si el pasado es referencia, la oposición debe mostrar signos más claros de estar a la altura de las circunstancias.
Nicolás Cachanosky / Metropolitan State University of Denver / Assistant Professor of Economics