El líder supremo de Irán, que no es su presidente sino el Ayatollah Ali Khamenei, acaba de designar –en forma sorpresiva– un nuevo organismo colegiado, al que ha encargado específicamente de la supervisión de la política exterior de su país.
Aparentemente, la idea es la de tratar de moderar el peligroso y creciente radicalismo protagonista del joven presidente Mahmoud Ahmadinejad. El mismo que “enciende” a Hugo Chávez, quien se ha convertido en un endosante en blanco, o sea incondicional, de cualquier cosa que diga Ahmadinejad.
La decisión –adoptada cuando las conversaciones entre Irán y la Unión Europea respecto del programa nuclear iraní han llegado al difícil momento de las definiciones, con el tema en la agenda del propio Consejo de Seguridad– parece haber tomado por sorpresa a la comunidad internacional, que procura afanosamente interpretar sus razones.
La búsqueda de mayor moderación en la política exterior de Irán parece evidente, en particular si se advierte quién es el hombre elegido por el Ayatollah para conducir al nuevo organismo: el respetado ex canciller de Irán, Kamal Kharrazi.
Recuerdo que conocí bien a Kharrazi cuando ambos nos desempeñábamos como representantes permanentes de nuestros respectivos países ante las Naciones Unidas.
Es un hombre prolijo y talentoso. Un buen diplomático, ciertamente. Tiene, sin embargo, una curiosa debilidad, que es su pasión por la elegancia, que el diplomático demuestra es posible aún rechazando culturalmente a la corbata, lo que, por lo demás, no es precisamente lo que más atrae al conscientemente siempre desprolijo Ahmadinejad, cuya pose para la tribuna es precisamente la contraria a la de Kharrazi.
Según el Ayatollah Khamenei, la idea que subyace al nuevo ente es la de “facilitar las macro-decisiones (…) encontrar nuevos horizontes (…) y utilizar debidamente a los intelectuales”, explicación que seguramente no hará demasiado feliz al belicoso Ahmadinejad.
El nuevo grupo no tendrá, por supuesto, funciones ejecutivas, lo que sería friccional, pero será responsable nada menos que del planeamiento estratégico, que presentará directamente al líder supremo, dejando de lado al presidente.
La idea es la de incluir en el nuevo organismo a algunos buenos funcionarios que se desempeñaron en administraciones anteriores. De este modo, se procura no tirar por la borda su experiencia, como ocurre en cambio entre nosotros, donde todo aquel que llega a algún lugar en política exterior, pese a no tener mucha idea, cree (frecuentemente pagado de sí mismo) que sabe todo. Y fracasa, como Rafael Bielsa. Así nos va.
Kharrazi fue el canciller de Irán durante dos de los años en los que su país negoció con la Unión Europea la forma de diseñar un programa nuclear que no derivara en la producción de armas de destrucción masiva. Por esta razón, tiene buenos contactos con el liderazgo del Viejo Continente, lo que es siempre útil.
La prensa de Irán, ante lo recientemente anunciado, habla del “regreso de los moderados” a la política exterior iraní. Por la ventana, de alguna manera, pero regreso al fin. Y esto parece ser efectivamente así, desde que, por ejemplo, entre los designados para conformar el nuevo organismo aparece Alí Akbar Velayati, un hombre muy cercano al Ayatollah, a quien se tiene por responsable directo del oportuno acercamiento de Irán con Arabia Saudita, movimiento que luce absolutamente crucial en momentos en los que, en el propio suelo de Irak, “sunnis” y “shiitas” están librando una guerra religiosa que tiene capacidad incendiaria.
De esta manera, el Ayatollah Khamenei apunta al “principalismo”, enfermedad que aqueja frecuentemente a los autoritarios, y busca inyectar moderación y diálogo en el complicado capítulo de la política exterior iraní, que de alguna manera parecía habérsele ido de las manos y ahora busca recuperar.
Queda por ver el grado de efectividad del nuevo organismo, pero lo cierto es que, por lo menos, tiene una interesante capacidad de censura y hasta posibilidades de anticipación, lo que no es poca cosa. © www.economiaparatodos.com.ar
Emilio Cárdenas se desempeñó como representante permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU). |