– Tenía la sensación de que marzo iba a ser el mes más conflictivo en materia de discusiones salariales, pero parece que las cuestiones se están adelantando… ¿Estamos pasando el peor momento o esto es sólo un adelanto de lo que se viene? ¿Qué va a pasar en materia laboral en 2006?
– Nada indica que la conflictividad laboral de este año vaya a ser distinta a la del año pasado. Porque el único elemento que motiva los conflictos es la puja salarial, la búsqueda de un incremento real del salario tratando de ganarle al proceso inflacionario para que el poder de compra no se deteriore.
– ¿Cuáles son los focos de conflicto?
– Hay cuatro niveles de reclamos. Un primer nivel es la federación. Es decir, la entidad sindical de máximo grado, la cúpula sindical, que tuvo su proceso de activación con los aumentos salariales por decreto cuando el Poder Ejecutivo interviene en la economía disponiendo aumentos salariales de sumas no remunerativas. Al transformarlas en remunerativas, generó la negociación colectiva porque los sindicatos dijeron “esta suma hay que incorporarla a los básicos del convenio”. Y eso activó toda la negociación colectiva en el último año. El segundo nivel de activación son los sindicatos, que son los que tienen afiliados a los trabajadores. Estos dijeron lo mismo que decía Perón en su momento: “con el dirigente a la cabeza o la cabeza del dirigente”. Y, entonces, cuando se vio algún movimiento y alguna inquietud laboral, ¿qué hicieron los dirigentes sindicales? Se pusieron a la cabeza del reclamo de aumentos salariales de las empresas en particular o del área que estaba bajo su control. El tercer nivel de reclamo son los delegados. Hay un inusual protagonismo de los delegados de las empresas en el proceso de reclamo de mejoras salariales, de aumento de beneficios sociales, de disminución de horas, de incrementos de recargos en los horarios especiales, entre otros. Se está viendo un rol destacado y llamativo de los que son los representantes directos elegidos por los trabajadores de cada una de las empresas. Esto es algo inédito o que, por lo menos, no se había visto en lo que va de los últimos diez años o más. Y es para tener en cuenta. Y, por último, está el cuarto nivel, que es el que realmente hoy está generando las presiones. Es el nivel de los trabajadores propiamente dichos, que están reclamando, simplemente, porque cuando van a gastar su salario observan que su poder de compra sufre distintos procesos de deterioro. Un ejemplo global es el de la inflación general que llega a un 80% o un poco más, versus el crecimiento de los precios de la canasta familiar básica que es de 120% y de, en algunos casos, 140%.
– ¿El Índice de Precios al Consumidor (IPC) subió más o menos un 80% desde la devaluación hasta ahora?
– Exactamente.
– Los dos rubros que más subieron son, en primer lugar, indumentaria y, luego, alimentos y bebidas que están arriba del 100%. Esos son los que, en definitiva, más siente la gente, porque que les suba el valor de la conexión a Internet no les cambia demasiado, ya que no es algo que les atañe a todos. Pero, cuando la gente va al supermercado y no alcanza…
– Claro. Y además, si se toman selectivamente los 12 ó 14 productos más utilizados por las personas que tienen ingresos fijos inferiores a 1.000 pesos, ahí ya la inflación es del 140%. Entonces, lo que yo digo con esto es que una cuestión es el reclamo de la federación, que es un reclamo a nivel de la actividad, o sea, me siento con la cámara empresaria. Otro reclamo es el del sindicato que dice “me pongo a la cabeza del reclamo porque si no alguien me sustituye”. Y han aparecido de vuelta los grupos de izquierda que están operando en búsqueda de una escala institucional dentro de estructuras sindicales. Pero lo más grave de todo el proceso es que el reclamo viene también desde abajo. No es una creación estratégica de los sindicatos o una búsqueda de protagonismo, el reclamo viene claramente desde el trabajador que siente un deterioro muy grande en su poder de compra y también desde los delegados que tienen una inmediatez muy grande. El secretario general de un sindicato está muy lejos de cada fábrica, el delegado está adentro.
– Alguien el otro día me decía que Moyano recibe un subsidio especial, maneja una caja bastante importante. Entonces, si bien no es kirchnerista, como las cajas mandan, va a tranquilizar a sus hombres. Y yo decía que eso va a poder hacerlo durante algún tiempo, pero si los trabajadores ven que va al supermercado y cada vez les alcanza menos para comprar, no sé hasta donde Moyano va a seguir siendo tan kirchnerista, sea por conveniencia o no, como lo fue hasta ahora.
– Claro, eso es un tema.
– ¿Usted piensa que ahí puede haber un conflicto? ¿Que por primera vez en muchos años la dirigencia sindical pasa a tomar un protagonismo relevante dentro de la política argentina, después de estar eclipsada tantos años, básicamente por la desocupación?
– Para mí eso va a depender de la escalada que tenga la inflación finalmente. Yo creo que el viejo poder sindical, de un tiempo a esta parte no ha hecho otra cosa más que decaer. Es uno de los agentes de poder que durante 50 años han tenido una importancia fundamental en el país, como las Fuerzas Armadas y otros, pero que en los últimos 20 han caído estrepitosamente hasta el punto de casi desaparecer. Ahora, si bien el poder sindical ya no es ni por asomo lo que era, a mi juicio hay una excepción.
– ¿Cuál?
– Los sindicatos de los camioneros. Cuanto mayor es la modernización del país, cuanto más sofisticado es, los camioneros tienden a poseer una relevancia cada vez mayor a expensas de otros gremios muy importantes. Dicho de otra manera, ¿usted se acuerda cómo se inició el conflicto que terminó con Salvador Allende? La crisis final de Allende empieza con una huelga de camioneros, más allá de que no hayan sido ellos los que lo terminaron echando. Si no, fíjese lo que pasa en Francia cuando para este gremio: se para el país. La Unión Obrera Metalúrgica (UOM) de hace 20 años es el Moyano de hoy. Así que él, para mí, es uno de los hombres más poderosos de la Argentina. Es decisivo en términos políticos.
– ¿Moyano podrá contener a las bases y a los delegados si los precios se le suben encima?
– No sé. Pero sí sé que si hay un gremio cuyas reivindicaciones a lo largo de los últimos 3 años han sido atendidas, sea por medio de la presión lisa y llana o por medio de negociaciones, es el de los camioneros. Todo lo que se propuso, lo logró.
– ¿Usted está viendo una dirigencia sindical que cuando se siente a negociar salarios va a decir “el año pasado hubo un 12% de inflación, este año se perfila otro 12%, quiero un 24% de aumento”? ¿O cree que van a comportarse de otra manera?
– El fenómeno durante el proceso de 2005 en el sector formal fue de superar la inflación y recuperar por encima de ella el poder de compra.
– ¿Y en el sector informal?
– En el sector informal de la economía no hay reglas, entonces hay muchísima heterogeneidad. Hay salarios que son más altos que en el sector formal y hay otros que son miserables porque no hay ningún control. Pero volviendo a la economía formal, que es la única que uno puede medir desde el punto de vista de la negociación colectiva. Porque el que está dentro de un convenio colectivo paga salarios en blanco, no puede pagar sueldos en negro porque para eso no se sienta a negociar nada. En este sector, el año pasado el fenómeno que se vivió fue el de salarios en línea con la inflación más recuperación. Eso fue un dulce demasiado atractivo para el sector sindical, porque estaba en línea también con este otro objetivo que planteaba el gobierno de que había que hacer una mejor distribución del ingreso. Y si bien las evidencias demuestran que esa distribución del ingreso sigue siendo inequitativa, lo cierto es que cuando uno mira la estructura salarial de las compañías, sobre todo de las grandes y complejas, la pirámide, que era muy empinada, sufrió un fenómeno de achatamiento curioso, porque los salarios que estaban más bajos subieron más que los salarios más altos.
– Es decir, la diferencia entre el que más gana y el que menos gana es menor ahora.
– Exactamente. Pero el que menos ganaba mejoró su nivel de ingresos mucho más que el que ganaba más. Esto evidentemente significa que se ha distribuido el ingreso de un modo distinto, privilegiando a los menos ganan. Ahora, este mecanismo trasladado al año 2006 tiene un montón de notas bien diferenciadas. Por lo pronto, el gobierno ha encarado una política, acertada o no eso es otro punto de analizar, de congelamiento de precios. Y para eso o para controlar la inflación, para decirlo en términos más generales, las variables de la economía no tienen que sufrir cambios importantes. El tema es que para que no los sufran, la construcción del precio tiene que estar basada en una serie de costos que mantengan un nivel razonable de variación o que puedan ser compensados o absorbidos. Y ahí hay cuestiones que aparecen que son interesantes.
– ¿Cuáles son?
– La primera es que los sindicatos que están más lejos del gobierno están adoptando las posiciones más moderadas frente a este cuadro de situación. ¿Por qué? Porque el sindicato clásico, el tradicional, el no combativo, el que negocia dice: “Si yo hago algo que provoque una distorsión, el primer damnificado va a ser aquel a quien quise beneficiar. Y entonces las bases me van a decir ¿para qué me dieron este aumento nominal, no real, si después cuando voy a las góndolas el aumento no me permitió ganar capacidad de compra?”. Entonces, el primer dato que me parece importante de destacar es este. Estos sindicatos tradicionales adoptando posiciones más moderadas y prudentes están diciendo “no sé si voy a aplicar la inflación devengada y la proyectada, pero lo que si voy a tratar es de hablar en principio, de productividad, de variabilización del salario en orden a parámetros que me permitan decir que si mejoré tanto, aumento tanto”. En segundo lugar, pueden apuntar a una espera hasta el segundo trimestre para cerrar los acuerdos salariales de actividad, en lugar de hacerlo en el primero. El tercero, es apostar a un escalonamiento. En lugar de dar un aumento que impacte en ese 24%, decir que se otorgará un 5% en marzo, después del aguinaldo se dará otro 5% y así sucesivamente.. Entonces, si todo eso se da así, no tendría por qué haber efectos distorsivos. El problema está en aquellas actividades en las que la presión sindical va a ser irresistible, porque el aumento necesariamente se va a trasladar a precios y el resultado va a ser distorsivo. © www.economiaparatodos.com.ar |