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jueves 19 de noviembre de 2009

Kirchnerlandia

¿Para qué podrían servir las fenomenales cifras que en cualquier rubro pudiera presentar un gobierno si al mismo tiempo en ese país la vida estuviera en peligro constante y los derechos más primarios estuvieran en suspenso?

¿Cuáles son los méritos del gobierno de un país cuyos derechos más elementales no rigen? Olvidemos por ahora el nombre de ese país. Preguntémonos en abstracto de qué valdrían las fenomenales cifras que en cualquier rubro pudiera presentar un gobierno si al mismo tiempo, la vida, en ese país, estuviera en peligro constante, si no pudiera asegurarse ni la propiedad ni el regreso a casa, si los derechos más primarios estuvieran pendientes de los antojos de una horda que todo lo atropella, si la autoridad se pusiera del lado del que viola la ley y no del lado del que sufre las consecuencias del matonismo y del despotismo.

Está claro que como el Universo es un todo ordenado en donde rigen leyes naturales que se molestan (y mucho) cuando se las pretende desconocer, un país que viva en esas condiciones de desasosiego no podrá presentar tampoco “cifras fenomenales” en ningún rubro.

Las “cifras fenomenales” son la consecuencia de un cuadro de confianza generalizado en donde el ánimo de los actores económicos los lleva a multiplicar la riqueza y a superar las situaciones de escasez.

Pero el ejercicio, que es meramente teórico, vale la pena porque el gobierno K (ahora sí digamos el nombre) pretende mostrar, a fuerza de estadísticas mentirosas y números amañados que nadie cree, una situación económica que, en el criterio de ellos, pone a la Argentina dentro de los países más exitosos de la Tierra.

Toda esa verborragia hueca no resiste el menor análisis. La situación de miseria, pobreza extrema y falta de horizontes que distingue hoy la vida de millones de argentinos es por si misma apabullante.

Pero vale remarcar que, aun en el caso de que la situación fuera floreciente porque alguna especie de milagro haya independizado la performance económica de la Argentina de lo que es su vida cotidiana, esa hipotética bonanza no serviría para nada.

Hoy la vida humana no vale en el país. Y el gobierno no quiere, no puede o no sabe hacer nada para revertir esa desgracia. Su prédica de derechos humanos ha probado ser una explotación ideológica demagógica o una mascarada impresentable.

Hoy el mérito no vale en el país. Y el gobierno no quiere, no puede o no sabe cómo se hace para equilibrar la tabla de valores y de premios y castigos.

Hoy, la honestidad no vale en el país. Y el Gobierno no sólo da muestras de que efectivamente el honrado es un tarado, sino que fomenta y apaña al que burla la ley, al que amenaza y al que atropella los derechos de los otros.

Hoy, la razón no vale en el país. Y el gobierno sustenta un sistema en donde efectivamente es la fuerza y no la razón la que dirime las disputas.

Sin vida, sin mérito, sin honestidad y sin razón, ningún número económico (aunque milagrosamente se consiguiera en esas condiciones de espanto) sería disfrutable, ni mucho menos un factor de orgullo o satisfacción.

Si la vida, el mérito, la honestidad y la razón están en peligro, la performance del gobierno de aquel teórico país no debería recibir más que la reprobación y el rechazo.

Jorge Giacobbe y Asociados realiza, todos los años, una encuesta entre 500 personas de la Argentina para que indiquen cuáles, a su criterio, son las 10 personas o instituciones –argentinas o extranjeras– más influyentes en el país. Esta es mi lista por orden decreciente:
Néstor Kirchner
Hugo Moyano
Luis D’Elía
Guillermo Moreno
Hugo Chávez
Héctor Icazuriaga
Carlos Zanini
Horacio Verbitsky
Carlos Kunkel
Máximo Kirchner

En los perfiles de estos hombres se dibuja hoy el contorno argentino. Allí se diseña “Kirchnerlandia”, el nuevo reino de la magia económica y el atropello jurídico. © www.economiaparatodos.com.ar

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