En la reciente cumbre de Mar del Plata, el presidente George W. Bush -contra la intención de Néstor Kirchner- finalmente logró colocar la polémica cuestión del ALCA en el centro mismo del debate.
Por esto, la declaración final no pudo ser suscripta por unanimidad, como debiera haber sucedido, al tiempo de culminar el encuentro. En rigor, reflejó las disidencias; mostró la división hemisférica, sincerándola; y evidenció una falta de consensos mínimos razonables, mostrando uno de los peores “resultados” en toda la breve historia de las cumbres de nuestro hemisferio.
Cabe recordar que la primera cumbre -la que hizo nacer el mecanismo- fue la convocada en 1994 por Bill Clinton, precisamente para instalar en la región la iniciativa del ALCA, a propuesta de los Estados Unidos. El mismo tema que el bolivariano Hugo Chávez, de la mano del ahora convertido en “Chirolita” Diego Maradona, quiso (sin éxito) “enterrar” en un estadio de fútbol (con el “guiño” oficial) en el cinturón de la devastada “Ciudad Feliz”, muchos de cuyos ciudadanos fueron vandalizados, saqueados y agredidos, a la vista del mundo entero.
Fox, respetuoso, pero sin pelos en la lengua
Pero el tema del ALCA tuvo, desde el comienzo de la reunión de mandatarios (porque eso es lo que los concurrentes son), un protagonista inesperado: el corajudo presidente mexicano.
Vicente Fox, a la luz de lo que sucedía, propuso avanzar en dirección al ALCA por la vía de “módulos”, es decir, paso a paso. Esto supone crearlo con los 29 (de 34) países americanos que sí lo apoyan, en lugar de aceptar el veto de una minoría, la que conforma, en cambio, el desinstitucionalizado MERCOSUR.
A cambio de su protagonismo y, peor, de su inesperada propuesta, Fox recibió un estruendoso “portazo” por parte de, nada menos, que su anfitrión, el presidente Kirchner, quien -con modales debatibles- le canceló abruptamente una reunión que había sido previamente acordada entre los dos países, lo que es patológico.
Una muestra más de nuestra “diplomacia impaciente”. La que con una modalidad inédita (y su consiguiente “estilo”) parece haber dejado de lado -desde hace rato- a la cortesía y el respeto por los demás y por sus puntos de vista. Lo que tiene sus costos, que son evidentes hoy, y lo serán también mañana.
Vicente Fox había osado reclamar a la Argentina que “se esfuerce” (como es su responsabilidad de país “anfitrión”) por “encontrar un consenso” y “salvar del fracaso a la Cumbre”.
En sus propias palabras
En sus declaraciones a los medios, Fox textualmente dijo:
“En México somos creyentes en el libre comercio. Quisiéramos ver más entusiasmo en el comercio entre nuestros países. Quisiéramos ver más unidad latinoamericana.”
“Me parece muy poco democrático rechazar las cosas de antemano, sin discutirlas.”
“La Argentina tiene en esta Cumbre una responsabilidad fundamental: es el constructor, es el anfitrión, es el responsable de hacerla un éxito para todos, de lograr consensos y acuerdos.”
“Es muy serio que estemos todos los presidentes de América Latina en Mar del Plata sólo para ver el espectáculo de un futbolista.”
“Darle mala información a la gente busca ventanas de lucimiento, no es la solución de los problemas. Vengo aquí a actuar con seriedad y a poner la experiencia de México en materia de comercio.”
Más claro, el agua.
Más allá de la retórica política
Mientras en el escenario grande sucedía todo esto, en los escenarios paralelos, que cual órbitas concéntricas también conforman el complejo tejido final de las cumbres, sucedían otras cosas. Muy distintas.
Por una parte, Uruguay suscribía un tratado de protección de inversiones con los Estados Unidos que es anatema para los asesores íntimos de Kirchner. El mismo contiene un sometimiento de los diferendos al mecanismo arbitral, en contra de la aparente filosofía del actual gobierno de nuestro país, que pareciera en cambio estar dedicado a tratar de “someter” el arbitraje a la “revisión” constante de la justicia nacional (aquella que nuestros abogados -según la reciente encuesta publicada nada menos que por la Federación de Abogados de nuestro país, en una verdadera avalancha, esto es con la opinión de más del 90% de ellos- señalan que no es independiente).
Y Perú anunciaba que su tratado de libre comercio con los Estados Unidos se cerrará este mes en Washington, acompañado de Ecuador y Colombia.
Los países centroamericanos, más la República Dominicana, se reunieron con George W. Bush para poner rápidamente en marcha el tratado de libre comercio que todos ellos suscribieron en mayo de 2004.
Y el México del “castigado” Fox (por el “delito de opinión”) suscribió con los países de Centroamérica un importantísimo acuerdo de cooperación energética, con inversiones del orden de los 7.000 millones de dólares, para que la región tenga acceso al petróleo, electricidad y gas que necesita (sin depender -claro está- de la “desinteresada generosidad” del bolivariano Hugo Chávez). La mayor inversión prevista tiene que ver nada menos que con una refinería, en la que se invertirán unos 3.000 millones de dólares.
El permanente ejemplo silencioso de Chile
Desde estas columnas hemos señalado, más de una vez, que Chile le lleva mentalmente más de una década de ventaja a sus pares de la región. Incluyendo a nosotros, por supuesto.
En una prueba más de que “gira en otra galaxia”, acaba de cerrar las negociaciones para establecer su ALCA (tratado de libre comercio) con China, la nación, por ahora, más poblada del planeta.
Este tratado, discutido rápidamente, será el primero que China firmará con un estado occidental y permitirá a los trasandinos acceder con sus productos y servicios a un mercado gigantesco, de más 1.300 millones de personas.
Desde su misma puesta en marcha, el 92% de las exportaciones chilenas ingresará a China sin aranceles de ningún tipo. Después de los Estados Unidos, China es ya el segundo socio comercial de Chile, que exporta anualmente a ese país 3.300 millones de dólares e importa unos 1.800 millones de dólares. Chile es -ciertamente- un país en serio e integrado al mundo, más allá de las declamaciones de patas cortas que nos inundan desde los medios.
El inédito tratado de libre comercio será firmado en Corea, durante la reunión de la APEC, el próximo 17 de noviembre, por Lagos y Hu Jintao.
Todo un ejemplo de país que se atreve al riesgo, esto es a integrarse a él. A apostar con esfuerzo, sabiendo que a veces se gana y otras se pierde. Que es necesario adaptarse y buscar flexibilidad para progresar. Y que la opción es quedarse “en lo propio”, viendo como los demás nos pasan “como tejo”. Y, en términos relativos, relegamos a nuestra gente al atraso y les negamos oportunidades que deberían tener a su disposición.
Cabe destacar que el sector agroexportador chileno será ciertamente uno de los más beneficiados de todos. Muy en especial, el pujante y moderno sector frutícola. El nuestro y su esforzada gente, mientras tanto, observan entre atónitos y envidiosos.
Se excluyeron del libre trato (lo que demuestra que eso es ciertamente algo perfectamente factible) unos 152 productos industriales chinos que eran especialmente “sensibles” para Chile. Como los del sector textil (donde los bajos salarios chinos y sus economías de escala desequilibran) y los que pertenecen a la industria de la “línea blanca”, es decir de electrodomésticos.
Más de lo mismo
Dos mundos, entonces. El de un país serio: Chile. Y el nuestro, no tan serio.
Lo grave es que nuestra posición en la cumbre, que ciertamente tiene detrás algunas razones de peso, no pudo siquiera ser medianamente explicada o transparentada. Como si la gente, dentro y fuera de nuestras fronteras, no lo mereciera. O como si no estuviéramos demasiado seguros de los porqués de lo que hacemos.
Éste (el de la no transparencia de las razones de lo que uno hace) es otro error grave.
Es probable que ahora (con la cumbre en el pasado) pueda empezar a cambiar la lamentable “conducción” de la política exterior argentina. En la primera mitad del mandato de Kirchner ella ha sido la peor -lejos- de la historia de nuestra diplomacia.
El recambio que aparentemente viene quizás pueda ayudar a modificar el estilo duro de manejo de nuestras relaciones exteriores, que además de ser poco productivo, ha resultado poco eficaz relacionalmente y generado un efecto -respecto de demasiados terceros y vecinos con los que hemos tenido toda suerte de “dificultades”- que resultará caro para el país, en su conjunto. © www.economiaparatodos.com.ar
Emilio Cárdenas es ex Representante Permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas. |