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viernes 13 de febrero de 2015

La dueña de las palabras nos ‘regala’ el silencio

La dueña de las palabras nos ‘regala’ el silencio

La verborrea demagógica de la Presidente parece haberla llevado finalmente a ‘formarse ideas taxativas sobre cuanto debe acontecer. Ya no es sazón de escuchar, sino al contrario, de juzgar, de sentenciar, de decidir. No hay cuestión de la vida pública donde no intervenga, ciega y sorda como es, imponiendosus opiniones’ (Ortega y Gasset)

Sus constantes afirmaciones de superioridad, nos han alcanzado con dardos sibilinos a quienes marcharemos el 18 de febrero próximo por la misteriosa muerte de Alberto Nisman, el hartazgo que sentimos ante la desmesura de su gobierno y el escozor que nos producen las actitudes FRANCAMENTE PASMOSAS de una persona que ha perdido el rumbo y el sentido de la realidad. Y que, además, ha contribuido decisivamente a desquiciar el verdadero rol de las instituciones democráticas.

El silencio que nos “regaló” la Presidente en su discurso de ayer –y que le agradecemos-, representará en esta marcha una invitación semejante al “por qué no te callas” propinado por el ex Rey Juan Carlos de España al fallecido Hugo Chávez en una de esas cumbres en que el difunto tomaba la palabra (como Cristina), y le endilgaba a los asistentes una perorata interminable, cuyo destino merecía ser un cesto de papeles.

En nuestra opinión, el drama argentino tiene hoy una protagonista excluyente: Cristina Fernández. La que asegura practicar la paz (¿) e insta “a luchar por ella” (sic). No pueden hacerse pues proyecciones económicas, políticas o sociales que dejen de contemplar las características de un escenario dominado por las desmesuras de alguien que “a gatas” mantiene su equilibrio personal.

Quienes sufren de una sensibilidad psicológica extrema –es su caso-, (“hiperestesia”, Kretschemer, 1925), suelen compararse siempre con figuras de eximio relieve social o cultural (en su caso abogada “exitosa”, arquitecta “egipcia”, legisladora “napoleónica” y hoy “embajadora” de la paz), AUTO ELEVÁNDOSE COMO ALGUIEN INFERIOR QUE NECESITA REPARAR SU PROPIA AUTOESTIMA.

Karl Menninger (1930) y Kurt Schneider (1950), determinaron que se trata de personas que tienden a la soledad y el aislamiento, desarrollando un

deformado sentido “autorreferencial” en todos sus pensamientos, los que por tal motivo parten siempre con rumbo desconocido.

Al mismo tiempo, destacaron el carácter fóbico QUE LOS LLEVA A EVITAR

SITUACIONES EMBARAZOSAS POR TEMOR A SER HUMILLADOS O

BURLADOS, existiendo en ellos un deseo irrefrenable de “contraatacar” a quienes los ponen en supuestas situaciones de inferioridad, que les provocan una sensación de minusvalía de la que intentan salir constantemente. Contraataques que suelen ser generalmente vulgares y de “vuelo bajo y rasante”.

Enrique Rojas (2001) agrega al respecto: “cuando logran una comunicación relativamente buena con algunas personas, se cuestionan si ésta puede ir a más, y casi siempre la conclusión es la misma: mejor no implicarse, así evitaremos un fuerte desengaño; mejor ni intentarlo”.

Cualquier relación es percibida así por ellos como un riesgo potencial.

Esa parecería ser la telaraña en la que ha terminado enredada la Presidente que, por lo que se observa, no sabe cómo salir de ella, porque haber llegado al punto de burlarse en estos días del modo de hablar de los chinos (confundiéndolos con japoneses), sobrepasa el límite de la cordura para quien debe representar a su país en el exterior.

Más aún, si la infortunada “metida de pata” ocurre durante un viaje realizado para “tirar la gorra” (aunque se intente venderlo como un magistral movimiento de “estrategia política”).

Por todo lo antedicho y porque la muerte del fiscal Nisman es una mancha indeleble para la República, saldremos a la calle para manifestar nuestro enérgico disenso con un estilo de gobernar prepotente, autoritario y extremadamente desatinado.