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jueves 20 de mayo de 2004

La moneda

Una de las principales preocupaciones de Alberdi era, justamente, la potestad del Estado de fabricar moneda y, sobre todo, la posibilidad de que emitiera billetes sin control alguno. Nuestra historia de hiperinflaciones pone de relieve la importancia de las advertencias que formuló al respecto uno de nuestros más lúcidos pensadores.

“Mientras el Gobierno tenga el poder
de fabricar moneda con simples tiras de papel
que nada prometen, ni obligan a reembolso alguno,
el “poder omnímodo” vivirá inalterable
como un gusano roedor en el corazón
de la Constitución misma”.

Juan Bautista Alberdi, Sistema Económico y Rentístico
de la Confederación Argentina según su Constitución de 1853
,
Edición Escuela de Educación Económica, nota a pág. 47.


El párrafo anterior no fue una afirmación aislada, sino el centro de la preocupación de Alberdi, a quien le horrorizaba la posibilidad de que el gobierno tiranizara a los habitantes con subterfugios y reglamentos que alteraran sustancialmente los derechos individuales.

Toda su obra apunta a impedirlo y prevenirlo. Por eso, en “las Bases” cuando redactó el artículo 14 de la Constitución Nacional estableciendo los derechos “sujetos a las leyes que reglamenten su ejercicio”, se ocupó también de escribir los límites que tenían que observar los poderes del Estado al redactar el contrapeso en el artículo 28 incluyendo un lenguaje tan preciso como: “los principios, garantías y derechos reconocidos en los anteriores artículos, no podrán ser alterados por las leyes que reglamenten su ejercicio”.

En el caso que nos ocupa hoy de la moneda, veía ese peligro de la conculcación de los derechos individuales a través de la falsificación de la moneda, perpetuada ya no por la delincuencia, sino por el Estado que tiene un poder de coerción infinitamente superior al de cualquier mafia organizada para tal fin. Ese es el gusano roedor al que alude.

Por lo tanto, su visión iba más allá de la de un economista profesional que ve suba de precios allí donde hay emisión descontrolada, sino que, sin desconocer este punto, su preocupación central, como buen arquitecto institucional o constitucional que era, apuntaba a la erosión de los derechos individuales producto de la emisión sin control.

Este pensamiento tiene mucha actualidad en la Argentina de hoy. Después de 11 años en los que nuestra moneda tuvo un respaldo basado en el dólar, que no es el ideal pero que era una base, ahora por h o por b no tenemos nada y nuestros ahorros dependen de las necesidades y posibilidades de la “autoridad monetaria” del momento: hemos pasado del patrón dólar al patrón Prat-Gay.

No tengo nada contra ese funcionario en particular, pero, primero, no lo veo con mucha autoridad, tal como manifestara Lavagna(1), ya que el Banco Central está subordinado al Ministerio de Economía y éste a las necesidades políticas del momento. Y, segundo, que por más bueno que sea técnicamente, no puede garantizarnos que permanecerá allí un largo tiempo o que el que lo reemplace permanecerá firme custodiando el valor de la moneda. Nunca ocurrió y dificilmente ocurra.: tarde o temprano habrá crisis de presupuesto y no creo que el presidente del Banco Central pueda resistir los embates de nuestra clase política, ávida tanto de recursos como de pocas ganas de hacer los sacrificios que demanda recaudarlos. © www.economiaparatodos.com.ar

(1) Lavagna dijo al diario La Nación el pasado marzo: “Las decisiones de política económica las toman el Presidente y el ministro de Economía; el Banco Central las instrumenta”.




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