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lunes 18 de junio de 2007

La novedad: esconder la realidad fiscal

No contenta con haber destruido la credibilidad del Índice de Precios al Consumidor (IPC), la administración kirchnerista ahora también decidió modificar la metodología de presentación de los datos fiscales, que incluyen todos los ingresos y gastos del Estado.

Esconder o distorsionar la información se ha transformado en una especie de enfermedad para el Gobierno. Intervenir el INDEC para transformarlo en ente político en vez de técnico ha tenido, a mi juicio, más costos que beneficios para la administración kirchnerista. Y digo esto porque la gente sabe que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) no refleja en absoluto la realidad inflacionaria.

Ya antes de que el INDEC fuera intervenido la gente desconfiaba del IPC. Ahora desconfía totalmente y siente que el Gobierno le miente cuando le difunde los datos de la inflación. Algunos economistas han afirmado que los precios son libres, pero que el IPC está controlado. Con esto, quieren decir que el Gobierno optó por dejar de regular los precios y sólo pone valores de referencia para que el INDEC los releve al momento de elaborar el índice. El único sentido que podría tener esta estrategia sería el de defaultear parte de la deuda pública ajustada por CER, dado que al “dibujar” hacia abajo el IPC y, por tanto, el ajuste de capital del 42% del stock de deuda pública, se le está pagando menos a los tenedores de esos bonos. Sin embargo, esta maniobra lejos estaría de modificar las expectativas inflacionarias de la gente. Por el contrario, insisto, la gente se siente ofendida en su inteligencia cuando el Gobierno le dice que la inflación es menor a la real y no creo que este mecanismo de menospreciar a los ciudadanos le sume votos a Néstor Kirchner.

No contento con intervenir el INDEC, el Gobierno también ha modificado los datos fiscales de manera tal de hacer más difícil su comparación anual.

El Ministerio de Economía publica mensualmente el resultado fiscal del Sector Público Nacional, esto es, todos los ingresos y todos los gastos, incluidas las transferencias automáticas a las provincias, ya sea por coparticipación federal o por otros conceptos. ¿Qué hicieron? Sin previo aviso, a partir de enero de este año cambiaron la metodología y excluyeron las transferencias automáticas a las provincias. Es razonable que uno haga un cambio metodológico en las estadísticas. Pero, si hay honestidad intelectual y especialmente si la información corresponde al ámbito del Estado, se advierte de las modificaciones introducidas y se da la información necesaria para poder empalmar las series fiscales y hacer comparables los datos. Nada de eso hizo el Ministerio de Economía.

¿Qué es lo que quiere ocultar el Gobierno al esconder la realidad de los números fiscales? ¿Por qué empeñarse en distorsionar la información que debe ser pública y transparente porque se trata de fondos públicos que no son propiedad del Ejecutivo?

Rehaciendo los datos fiscales y corrigiendo las planillas de 2006 sin incluir los ingresos por coparticipación ni las transferencias automáticas, saltan algunos datos. En primer lugar, que en el primer cuatrimestre de este año los gastos corrientes aumentaron el 48% con relación al primer cuatrimestre del año pasado. Por el lado de los ingresos corrientes, el incremento es del 33,6%. El gasto total aumentó un 42% y los ingresos totales, un 33,7%. Es decir, el gasto aumenta más rápido que los ingresos. Dicho en otras palabras, en los primeros cuatro meses los ingresos totales del Estado crecieron en $ 11.347 millones, mientras que los gastos totales subieron en $ 12.879 millones.

En segundo lugar, la conclusión obvia es que el superávit fiscal bajó de $ 3.319 millones en el primer cuatrimestre de 2006 a $ 1.787 millones en los primeros cuatro meses de 2007. Con este nivel de gasto y de ingresos, en el mejor de los casos, el Gobierno puede llegar a tener a fin de año un superávit fiscal en torno al 1% del PBI, con lo cual, de los famosos superávit gemelos, uno se le está evaporando.

En tercer lugar, puede verse que las transferencias discrecionales a las provincias aumentaron el 61% en el primer cuatrimestre de este año versus el primer cuatrimestre de 2006. Esto significa que las provincias y las municipalidades son cada vez más dependientes de la Nación. Una proyección razonable indica que, en todo 2007, podrían transferirse a las provincias en forma discrecional, es decir con el Gobierno eligiendo a ganadores y perdedores en forma arbitraria, unos 2.100 millones de dólares, una cifra significativamente mayor a los famosos ATN (Aportes del Tesoro Nacional) que manejaba Carlos Corach cuando era ministro del Interior durante la presidencia de Carlos Menem. Para decirlo más directamente, Corach era un nene de pecho comparado con lo que se hace actualmente y el denostado menemismo sería algo así como el monumento a la transparencia en el manejo discrecional de estos fondos públicos si lo comparamos con lo que se hace en la actualidad.

En cuarto lugar, la fuerte caída del superávit fiscal implica que será el Banco Central (BCRA) quien tendrá que hacer –él solo– el esfuerzo por sostener el tipo de cambio en el nivel de 3,08 pesos por dólar. Traducido al castellano básico: la disminución del superávit fiscal significa más inflación y más endeudamiento de corto plazo del BCRA.

El Gobierno ya no puede esconder la crisis energética. Tampoco puede esconder la inflación y, si el INDEC mantiene un mínimo de honestidad intelectual, los datos de producción industrial de mayo y junio deberían mostrar una fuerte desaceleración producto de los cortes de energía. Ahora pretenden esconder la realidad de los números fiscales. ¿No saben que don José no los sigue y, por lo tanto, si los números fiscales son horribles don José se enterará por los efectos de problema fiscal y no por haber seguido las distorsionadas planillas del Ministerio de Economía? ¿Cree el Gobierno que los economistas que somos independientes no tenemos la capacidad para reamar los datos y descubrir la mentira? ¿Acaso cree Felisa Miceli, la ministra de Economía, que porque ponga en el papel un número fiscal disfrazado ese número va a cambiar la realidad? ¿Piensa Miceli que la realidad responde a su papel y lápiz?

En síntesis, cuando el Gobierno niega la crisis energética, dibuja la inflación y esconde los números fiscales, no cambia las expectativas, simplemente hace el ridículo. Y lo peor es que parece no darse cuenta del gigantesco papelón que está haciendo. © www.economiaparatodos.com.ar

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