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jueves 17 de agosto de 2006

La oposición venezolana se unifica contra Chávez

El arco político opositor a Hugo Chávez decidió resignar individualidades y pelear la contienda electoral con un candidato único que les permita evitar la dispersión del electorado.

La oposición de Venezuela enfrentará a Hugo Chávez en las elecciones presidenciales del próximo domingo 3 de diciembre unificada detrás de un solo candidato. De esta manera, todos los esfuerzos se concentrarán en apoyar al actual gobernador de Zulia, Manuel Rosales.

Mostrando una madurez que corrige viejos errores y debiera ser imitada en otras latitudes, casi todos los demás aspirantes presidenciales dejaron camino al postulado único. Entre quienes así se comportaron hay figuras importantes del mundo político venezolano, como Teodoro Petkoff, William Ojeda, Julio Borges –el joven líder de Primero Justicia–, Cecila Sosa, Vicente Brito, Froilán Barrios, el Cura Calderón y Enrique Tejera París.

La empresa de la oposición no será fácil. Deberá enfrentar a un caudillo populista y totalitario, inundado de dinero por los ingresos del petróleo, sospechado de un mayúsculo fraude electoral-cibernético al tiempo del llamado “referendum confirmatorio” y cuya conducta –es obvio– no tiene escrúpulos de ninguna naturaleza.

Rosales ha gobernado a Zulia desde 2002 hasta 2004 y fue reelecto por cuatro años más, o sea hasta 2008. Zulia es el estado más poblado de Venezuela, cuenta con importantes recursos petroleros y está situado a 600 kilómetros al oeste de Caracas. Además, es uno de los dos estados en los que la oposición triunfó sobre la alianza chavista en las elecciones regionales de 2004.

Chávez, que preveía que Manuel Rosales podría ser su opositor, lo ha acusado judicialmente de haber supuestamente participado, en abril de 2002, del fallido golpe de Estado en su contra.

El candidato opositor proviene de uno de los dos partidos tradicionales más grandes del país: Acción Democrática. Tiene 54 años y es carismático. Deberá competir no sólo contra el patológico Chávez, sino también contra Benjamín Rausseo, un humorista local conocido como “el Conde del Guácharo”, quien –más allá de la jocosidad– podría restar a ambos contendores principales algunos votos.

Las explosivas primeras propuestas de Rosales

El candidato de la oposición no perdió un instante en definir sus propuestas como de “alto contenido social”, fundamentadas en la “redistribución efectiva de la enorme renta petrolera venezolana” y en la reducción del desempleo que afecta al 10% de la población activa del país caribeño, pese a ser éste el quinto exportador mundial de crudo.

Rosales se comprometió a reconstruir Venezuela, a borrar la tristeza de los rostros de sus ciudadanos, a luchar contra la pobreza, a reducir el gigantesco déficit habitacional y a combatir la creciente inseguridad. Todo ello respetando la propiedad privada.

Concretamente, Rosales prometió que distribuirá entre los venezolanos de menores ingresos, en forma mensual, la quinta parte de los ingresos petroleros. Esto supone que cada venezolano que pertenezca a la clase media baja o esté ubicado en la franja de la pobreza recibirá –todos los meses– ingresos que oscilarán entre los 300 y 500 dólares estadounidenses. Con esta renta, podrá hacer lo que le plazca y, en particular, podrá repagar fideicomisos para construcción de la vivienda propia que el Estado nacional pondrá a su disposición. Los desocupados, por otro parte, tendrán garantizado un salario mínimo hasta que el propio Estado les ofrezca la posibilidad de conseguir trabajo.

A diferencia de Chávez, que ofrece “certificados de ocupación”, Rosales entregará “títulos de propiedad”, porque cree que la propiedad privada es sagrada para el ser humano y hace a su propia dignidad. Tiene razón, por cierto.

Refiriéndose al lema de Chávez “Ahora en Venezuela manda el pueblo”, Rosales replicó: “En Venezuela quien manda ahora es la delincuencia, el hampa común, la guerrilla y los paramilitares”. Duro. Reflexionando sobre la peligrosa carrera armamentista venezolana prometió que cambiará los aviones de guerra por hospitales y los tanques blindados por escuelas y universidades.

La campaña electoral –en esos términos– promete ser inusualmente picante.

Un nuevo canciller

Como si la contienda electoral lo tuviera casi sin cuidado y de modo simultáneo al anuncio de la candidatura de Rosales, Hugo Chávez designó a Nicolás Maduro como nuevo canciller, en reemplazo del experimentado Alí Rodríguez, que debió renunciar por una peligrosa afección cardiaca.

Maduro es un gritón, de conocido estilo “patotero”. Ex chofer de colectivos y líder sindicalista, marxista adoctrinado en Cuba, era, antes de Chávez, partidario de tomar el poder por la fuerza. Como muchos, sobresale por su beligerancia contra los Estados Unidos, pero le encanta viajar y gastar en Miami, lo más frecuentemente posible. Como a toda la “izquierda caviar”. Para los analistas locales, Maduro es “sólo un buen mandadero, sin relevancia real”.

En rigor, Maduro es el sexto canciller que designa Chávez, por lo que alguno augura que su estadía en la Cancillería puede ser tan breve como un viaje en un colectivo urbano.

Maduro acompañó a Chávez en sus giras internacionales más recientes y era presidente de la Asamblea Nacional, en representación del partido oficial. Es –curiosamente– confeso seguidor de Sai Baba. Tiene 43 años, un hijo de 15 y es abuelo. Su “compañera” es la parlamentaria Cilia Flores, quien también admira sin límites a Hugo Chávez, a quien conoce desde su juventud, esto es, desde la época del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200.

Al despedirse de sus colegas parlamentarios, muchos –disimuladamente– respiraron aliviados, porque se sienten liberados de un hombre de perfil autoritario y personalidad intimidatoria. Como muchos, allí y aquí. © www.economiaparatodos.com.ar

Emilio Cárdenas se desempeñó como representante permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

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