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jueves 6 de diciembre de 2007

La solución mágica (Nota III de III)

El fracaso de la oposición en la última elección no puede atribuírsele a las irregularidades, más bien hay que mirar las propias falencias.

En los dos artículos que iniciaron esta serie hablamos de los sistemas de votación, el vigente y el voto electrónico. El factor común a ambos análisis es que para que el sistema funcione hace faltan trabajo y esfuerzo. Muchas veces se tiende a pensar que escribir en un papel o en una ley una intención es suficiente, y se olvida el tremendo esfuerzo que hay que hacer para que las cosas funcionen como uno se propuso originalmente. Nuestro políticas y, en alguna medida, nuestra sociedad son así. En este caso en particular, se dejan llevar por la idea de que una ley que disponga el voto electrónico solucionará el problema de las elecciones.

Varios dirigentes y militantes de la oposición piensan así. Una ley que imponga el voto electrónico, que acabe con la boleta sabana, o que prohíba el clientelismo y el problema mágicamente se acaba.

La verdad es que habría que recordar muchas veces a Ortega y Gasset cuando dijo: “Argentinos a las cosas”. Ninguna ley permitirá solucionar los vicios del sistema político y mucho menos hacer que la oposición gane las elecciones.

Con esto, de ninguna manera, pretendo justificar los actos de fraude que se cometen desde el poder. El Estado debe funcionar como dicen las leyes y sobretodo debe respetar con sus leyes y reglamentaciones el espíritu republicano democrático.

Pero los dirigentes políticos de oposición deben entender que la elección de un presidente no es la votación telefónica de Showmatch o Gran Hermano, que no es quién sale más lindo en la foto, quién dice lo más lindo en TV o consigue unos millones para pegar afiches quién ganará la elección.

Quien pretenda gobernar los destinos de este país debe armar un equipo con capacidad de liderazgo. Un liderazgo político, es decir con algunas características que lo hacen distinto pero igual a otros conductores, tiene que conseguir que la gente haga esfuerzos y sacrificios en aras de lograr la ejecución de ese plan de gobierno que engrandecerá a la república.

La elección, más precisamente el operativo electoral de fiscalización es el primer desafío de gestión que se le presenta al equipo que pretende ser gobierno. Tienen que poder organizarse, coordinarse, atender la logística a lo alto y ancho del país. La campaña en si es algo que a los políticos no les genera dificultad, en cuánto se resume a encontrar algo que decir y contratar quién lo difunda. Pero el momento de la fiscalización cuando el líder y su equipo tienen que convencer a cada fiscal que sacrifique su domingo y unas horas en aras de este plan de gobierno es cuando se ve si hay liderazgo o no.

Volviendo al análisis de números, hace falta un fiscal cada 390 electores, es decir 0,3% de los electores tienen que aceptar fiscalizar. ¿Cómo puede ser que alguien que pretende el 45% de los votos no pueda conseguir el 0,3% de fiscales? Insisto, el hecho que ninguno de los partidos de oposición lo consiga no da derecho a los distintos oficialismos a hacer fraude.

¿Cómo hará quién no puede convencer a 1 cada 100 de sus simpatizantes para que le de una mano unas pocas horas para convencer a ejecutivos y profesionales a los que les va bien en el ámbito privado para que ocupen ministerios y secretarias en la función pública por salarios irrisorios? ¿Con que fuerza logrará evitar que se corrompan?

Muchos de los contratiempos que surgieron en la última elección pudieron evitarse si los apoderados de los distintos partidos de oposición hubiesen supervisado adecuadamente el proceso previo en la Justicia Electoral. Pero los apoderados no pudieron hacerlo porque estaban ocupados. Algunos, temo decir la mayoría, estaban defendiendo su lugar en la negociación partidaria por cargos y lugares en las listas. Otros estaban participando en las conversaciones de los distinto frentes y alianzas. Obviamente no pueden estar en una negociación y al mismo tiempo en la justicia electoral revisando que el proceso sea transparente y correcto. No se puede estar en la procesión y en el campanario dice el dicho. Pero la realidad es que hace falta gente en los dos lugares.

Y en esto es dónde ha fallado nuevamente la oposición. El líder tiene que distribuir el juego, y los miembros del equipo tienen que tener suficiente confianza como para saber que al atender su pedacito de juego el equipo avanza y que su contribución será reconocida.

El apoderado partidario tiene que saber que a partir del momento que se inicia el proceso electoral tiene que dedicarse a supervisar todos los detalles, el vocero partidario tiene que estar listo para darle prensa al apoderado ni bien haya alguna irregularidad para que la Justicia Electoral se vea presionada a hacer las cosas bien, el apoderado tiene que estar seguro que su lugar será respetado por más que este encerrado en las oficinas públicas viendo que es lo que pasa, y el equipo político tiene que estar seguro de darle el lugar porque saben que sin un buen apoderado no llegan a ningún lado. Si el apoderado, alguien que esta en el núcleo del armado político no puede tener confianza, nadie la puede tener y entonces no hay equipo.

Claro, todo esto es más sencillo cuando las cosas se hacen con tiempo; cuando no se están definiendo candidaturas, alianzas e incluso líneas políticas a último momento. Hay cosas que para los dirigentes políticos tienen sentido y que para el resto de la sociedad no. Cualquiera de nosotros acepta jugar un picadito con un rejuntado de amigos, pero a ninguno se le ocurriría intentar ganar el campeonato de primera A con el mismo rejunte. En ese caso, intentaríamos formar un equipo en serio, con entrenamiento, dónde los jugadores se conozcan, sepan cuál es su posición y que se espera de ellos, con un equipo técnico, un equipo médico, preparadores físicos, etc. Muchos partidos de oposición encararon las últimas elecciones, la clasificación para el campeonato de primera, con un rejunte… y así les fue.

Y hablo de la clasificación porque imagino que el campeonato es ya ser gobierno. Y no puedo mas que preguntarme, sin equipo, sin confianza, sin capacidad de motivación como pensaban gobernar. ¿Con un rejuntado?

La última elección no se definió por las irregularidades, el oficialismo gano por amplia ventaja. Hubo irregularidades, si el resultado hubiese sido más parejo podrían haber sido definitorias, de hecho probablemente haya municipios y bancas definidas por fraude. La oposición me parece que primero se tiene que ocupar de hacer que el resultado sea más parejo para después ocuparse de las irregularidades, y probablemente se sorprenderán al encontrar que si hacen una buena construcción desde el principio lograran evitar que muchas irregularidades maduren.

El grupo de oposición que logre armar un equipo, con una visión a mediano plazo, con un trabajo serio en consecuencia y con la mirada un poquito más allá de la próxima elección no solo logrará evitar que le hagan fraude, sino que seguramente será gobierno. Y esa sería la verdadera solución mágica aunque ya no sería tan mágica. © www.economiaparatodos.com.ar

Jorge Ludovico Grillo fue candidato a concejal en Vicente López en las últimas elecciones. Su página web personal es www.ludovico.com.ar.

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