La verdad sobre el atraso del dólar en la Argentina, según el índice «Big Mac blue» y los precios del «changuito»
El debate sobre el valor del billete verde «real» está más caliente que nunca. Ante los múltiples colores de la divisa, conviene repasar algún indicador externo y los valores de algunos bienes que se comercializan internamente para determinar qué tan desfasado está el peso argentino
Si algo caracteriza al humor social en estos días es que las opiniones sobre algunos temas de la economía pueden llegar a ser tan eufóricas como las que se dan en el ámbito deportivo.
Así, la pregunta «¿para usted el dólar está caro o barato?» puede provocar reacciones de las más apasionadas, al igual que las que surgen del planteo sobre si Messi es mejor o no que Maradona.
Del mismo modo, crece el interrogante sobre cuál debería ser el valor del billete verde, por la coexistencia de un precio oficial -para el cual rige un cepo- más uno blue, otro turista y varias escalas intermedias.
Está claro que no es necesario ser economista para tener una opinión formada sobre el tema, porque muchos argentinos expresan, a través de sus decisiones de consumo, si ven al dólar caro o barato.
Así ocurre en el caso de quienes, a la hora de planificar sus viajes, se sorprenden al comprobar que nadar con los delfines en el Caribe resulta más económico que elegir un destino turístico dentro del país.
Para muchos, es inevitable la sensación de déjà vu, del famoso «déme 2» de los ‘90 o, para los más veteranos, de los años ’70.
Lo cierto es que la polémica sobre el valor de la divisa está más que nunca en el centro de la escena.
Alguien que afirme que el tipo de cambio oficial debiera ser ajustado un 40% -tal como lo hizo Federico Sturzenegger tiempo atrás- sabe que no está exento de ser criticado de devaluacionista o, por el contrario, de dar con quienes piensan que se quedó corto.
En definitiva, el concepto que está en el centro de toda esta polémica es el llamado «tipo de cambio de equilibrio»
Cuando alguien opina sobre si algo está caro o barato, suele tomar un punto de referencia, que es el que le permite afirmar cuál debería ser, a su entender, el precio «correcto».
En el caso del billete verde, los analistas consideran la evolución de algunas de las variables clave de la economía.
El problema es que no todos tienen en cuenta los mismos parámetros y es a partir de ello que se agudiza la polémica.
Índice Big Mac, una pista
Sin ser economistas, cuando uno observa grandes diferencias de precios y de poder adquisitivo entre distintos países, intuye que en algunos de ellos pueden ser producto de distorsiones.
Y es a partir de estos comparativos que cobra auge uno de los índices más populares del mundo, que suele ser utilizado por analistas para saber si una nación está cara o barata, o si una moneda está subvaluada o sobrevaluada frente al dólar.
Es el famoso Índice «Big Mac», que elabora la revista The Economist desde 1986, a partir de relevar lo que se cobra por este producto en las distintas capitales.
Al ser un artículo estandarizado -tanto en sus componentes como en su metodología de producción- y por estar presente en una gran cantidad de países, el centro de investigación de la revista utiliza esta referencia (el valor de la hamburguesa) para comparar tipos de cambio y poner de manifiesto las diferencias entre territorios.
La teoría de la «paridad de poder de compra» indica que, salvo que haya distorsiones, todos los Big Mac deberían cotizar a valores muy similares que en Estados Unidos, dada la condición del dólar como parámetro de moneda en el mundo.
Sin embargo, esto casi nunca ocurre. Y justamente estas diferencias relativas de precios son las que le permiten a The Economist dar pistas sobre qué tan subvaluadas o sobrevaluadas están las diferentes divisas frente a la estadounidense.
- Hay casos de países en los que el costo del Big Mac (medido en dólares) es más alto que en EE.UU. Esto da indicios de una moneda apreciada y de una nación con riesgos de devaluación.
- Por el contrario, si la hamburguesa está más barata, esto estaría marcando la presencia de un territorio con su moneda debilitada.
¿Qué dice el Indice Big Mac sobre la Argentina y el peso? La respuesta debiera ser fácil de responder, pero el desdoblamiento cambiario y «asuntos internos» se encargaron de complicar un poco las cosas.
Primero, porque Guillermo Moreno presionó sobre la cadena McDonald’s para que ésta mantuviera un precio artificialmente bajo, de manera de evitar que -en la difusión de la estadística a nivel mundial- el país apareciera demasiado «caro en dólares».
Lo cierto es que surgieron dudas respecto de los criterios del precio de esta hamburguesa, lo cual llevó a The Economist a suspender la información sobre la Argentina en su ranking.
De todas formas, varios economistas «descubrieron» que el cálculo puede hacerse con valores casi iguales a los del «Big Mac libre» si este combo se sustituye por el «Cuarto de Libra».
Pero claro, aquí viene la segunda salvedad. ¿A qué tipo de cambio debe considerarse la hamburguesa argentina para hacer la comparación: el oficial o el blue?
Los resultados varían drásticamente. Tal es así que, en otros órdenes, se observa que:
- A muchos argentinos les parece que los precios en el país son más caros que en el exterior, porque hacen la conversión mental al oficial de $5,45.
- Los uruguayos, brasileños y paraguayos vacían las góndolas en las ciudades fronterizas, porque cambian su dinero al precio del paralelo y entonces les resulta más barato comprar aquí.
En definitiva, la «Big Mac argentina», que actualmente vale $30, revela que la moneda local está sobrevaluada un 26%.
¿De dónde surge esta cifra? De comparar su valor dolarizado al tipo de cambio oficial (que da un precio para este producto de u$s5,50) con lo que cuesta en los Estados Unidos (u$s4,37).
No obstante, si se hace el mismo cálculo tomando como referencia la cotización del blue, se observa que el Índice Big Mac marca no una sobrevaluación sino, por el contraria, una moneda argentina subvaluada en un 20%.
¿Cuál sería entonces el tipo de cambio de equilibrio? La cotización a la cual la hamburguesa pasaría a costar lo mismo en ambos países: $6,86.
Buscando el «índice changuito»
Para no limitar el análisis sobre cuál debería ser el valor del dólar en Argentina a un único producto, iProfesional relevó una serie de rubros de consumo familiar, desde el litro de nafta hasta un jean, pasando por un café y hasta una entrada de cine.
La metodología utilizada fue similar a la del Índice Big Mac: productos o servicios comparables, y un cálculo de sobre o subvaluación respecto del precio en los Estados Unidos.
Las variaciones son muy grandes, porque las condiciones de mercado para los productos son diferentes.
De todas formas, se observa que el tipo de cambio se mueve en una franja que va entre $6,50 y $8,50, sin considerar algunos casos extremos, para los cuales inciden otro tipo de factores.
Este rango no sorprende a todos aquellos que siguen muy de cerca el tema cambiario. «Si uno toma como base el período 2006-2007, hoy debería ser $7,75», expone Gastón Rossi, economista jefe de LCG Consultores.
En tanto, José Dapena, docente de la UCEMA, señala que un estudio realizado en esa universidad arroja como resultado un valor de entre $7,00 y $7,50.
El cálculo de Fausto Spotorno, director de research del Estudio Ferreres, transita por franjas similares. Este analista maneja dos criterios: uno que compara el nivel de precios argentinos con el de Estados Unidos y otro con el de los principales países socios.
«El tipo de cambio de equilibrio multilateral da cerca de $7,12», afirma el analista.
En todos los casos, pocos creen que el actual nivel del «blue» (del orden de $8,50) pueda ser justificado desde el punto de vista técnico.
El resbaladizo concepto de equilibrio
El debate sobre el valor del dólar está lejos de terminar. Principalmente por las desavenencias respecto de cómo se determina el equilibrio del tipo de cambio.
El Big Mac -o, mejor dicho, la teoría de la paridad de poder adquisitivo- es apenas un criterio. Y, por cierto, no es el que más le gusta al Ejecutivo, que se enoja con cualquiera que exprese la menor sospecha sobre atraso cambiario.
Paradójicamente, este Gobierno, que tiende a denostar a los economistas liberales, suele recurrir a un argumento bastante «ortodoxo». Es decir, que no hay atraso cambiario porque no hay déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos.
En buen romance, afirma que los dólares que salen son los mismos que los que entran al país.
No obstante, este concepto de equilibrio recibe muchos cuestionamientos. Primero, porque puede ocurrir que la balanza esté equilibrada pero que haya alto desempleo, lo cual estaría indicando un foco erróneo para resolver el problema.
«Un tipo de cambio que te deja la cuenta equilibrada no necesariamente tiene que ver con mejoras en cuestiones domésticas a nivel empleo; puede haber un buen contexto económico pero a su vez un mal escenario en cuanto a la situación social», explica Rossi, economista de LCG Consultores.
Muchos apuntan a que en la Argentina ya no tiene sentido mirar la balanza de pagos, ya que ha quedado desvirtuada por el intervencionismo de la política económica.
Spotorno, del Estudio Ferreres, destaca la paradoja de un superávit comercial generado a través de restricciones que, automáticamente, es «consumido» por el déficit turístico o el energético.
Y también hace referencia a que «con desequilibrio fiscal y monetario no se puede usar el mercado externo como indicador, porque éste va a estar distorsionado».
El punto que la mayoría toma como referencia es el de la competitividad. Es decir, qué tan caro resulta producir en la Argentina, de forma de poder mantener las exportaciones y que el país no sufra una invasión de artículos importados.
Los partidarios de utilizar un «dólar alto» como forma de facilitar una industrialización acelerada no tienen dudas respecto de que el retraso cambiario es severo.
Uno de ellos es Eduardo Curia, quien hace referencia a un «tipo de cambio de equilibrio desarrollista» en torno a los 8 pesos.
Otros prefieren definir el precio ideal del billete verde como aquél al cual las reservas del Banco Central son suficientes como para respaldar la cantidad de pesos que circulan en la economía.
No todos creen que su aplicación siga siendo válida, y el cálculo es criticado por imparcial, dado que esta ecuación no contempla la posesión de Lebacs y depósitos en pesos de los bancos en el BCRA.
«Ese indicador sólo sirve para medir el poder de fuego de las reservas», explica Rossi.
Para quienes extrañen los ’90, el cálculo de este tipo de cambio daría un dólar de equilibrio de $7,50, y con tendencia a crecer fuerte, dado que los pesos que circulan cada vez son más y las reservas del Central se evaporan día a día.
Fuente: www.iprofesional.com