Hace menos de 30 años, el paisaje de Los Cabos, una península desértica bañada por las azules aguas del Mar de Cortés, lucía muy similar a lo que el conquistador vio en 1535. Hoy, los 32 km que componen el corredor turístico que une el encantador y sereno pueblo de San José del Cabo con el moderno y bullicioso Cabo San Lucas contiene más 30 complejos turísticos con todas las instalaciones imaginables, muchos de los cuales semejan villas autosuficientes que ofrecen desde buceo hasta supermercados en el sitio mismo.
Si hubo algo que impulsó este fenómeno ha sido el tiempo compartido. Las 3.900 unidades de este sistema que se levantan en la zona representan la mitad de los alojamientos locales y su ocupación es generalmente superior a la de los hoteles tradicionales. Actualmente, se están construyendo otras 2.000 unidades adicionales para que el flujo de turistas se duplique.
La mayor inversión apunta al Puerto Los Cabos, una comunidad maestra de hoteles y residencias de lujo, construida alrededor de una modernísima marina con capacidad para 535 embarcaciones, la más grande de México.
Los Cabos es un destino que se describe mejor en superlativos. La zona, ya legendaria entre los entusiastas de la pesca deportiva, es, además, uno de los diez mejores lugares del mundo para practicar snorkel y buceo. Y la media docena de campos de golf, diseñados por profesionales de la talla de Jack Nicklaus, satisfacen las fantasías de los golfistas más exigentes.
El nuevo desarrollo incluye el diseño y creación de un eco-parque preparado para familiarizar a los visitantes con las 200 especies de pájaros tropicales y migratorios, así como con la fauna marina y los mamíferos que habitan las más de 800 hectáreas del Estuario San José.
En cierto sentido, Los Cabos, son una isla. Para llegar allí hay que volar, lo cual lo convierte en un destino un poco más costoso que aquellos alcanzables por carretera, pero tiene la ventaja de rodearse de consumidores de alto poder adquisitivo, especialmente norteamericanos.
Aunque separada del resto de México por el Mar de Cortés, la península de Baja California, de más de 1.600 kilómetros de longitud, está conectada a su mercado principal como un cordón umbilical: casi el 90% de los propietarios de casas de temporada o de tiempos compartidos en la región son norteamericanos que viven en la costa oeste o en el sudeste de los Estados Unidos.
De acuerdo a algunos estudios, la mayoría de ellos son profesionales de 50 años o más que ganan un promedio de U$S 110.000 al año, lo que los convierte no sólo en propietarios de lujo sino en potenciales consumidores de alta gama, que contribuyen a la prosperidad del lugar.
Con el estrecho brazo de mar que baña la costa occidental de México y la costa oriental de la Baja California, a flor de piel, la navegación deportiva es otra de las atracciones que Los Cabos ofrece no sólo para los aficionados ya iniciados en este goce, sino para aquellos que quieren comenzarlo. Existen escuelas de preparación náutica inicial, que permiten descubrir los primeros secretos de la navegación a bordo de unidades de perfeccionamiento. Una vez de vuelta en casa, se podrá seguir el adiestramiento para volver a Los Cabos a disfrutar del viento soplando en las velas sin necesidad de un instructor.
La industria que sirvió de base a este desarrollo aún no encuentra su techo. Con muchos desafíos en el horizonte, el crecimiento del futuro cercano estará signado por una fuerte competencia a la hora de ofrecer mayor capacidad de alojamiento a los turistas. Existen más de 30 complejos turísticos y todos están creciendo. Y si la benignidad del clima, la belleza de las playas, la libertad del deporte y el buen humor de las vacaciones acompañan, Los Cabos no se conocerán a sí mismos en un futuro que está más cerca que lejos. © www.economiaparatodos.com.ar |