Los hechos son sagrados…
“Los hechos son sagrados, pero el comentario es libre” Carlos Fayt
Coyuntura compleja en una Argentina donde lo único constante es la sorpresa. Borges decía que “no pasa un día sin que estemos un instante en el paraíso“, sin embargo encontrar ese instante está convirtiéndose en tarea de Sísifo.
En una semana apenas, un choque de trenes volvió a poner en primer plano la desidia del gobierno. Amén del desinterés por la infraestructura ferroviaria sobresale la apatía por la vida de millones de ciudadanos no contemplados en el “todos y todas” de Cristina.
La gran paradoja es observar frente al suceso, a un gobierno que se jacta de ser nacional y popular protegiendo a los empresarios y echando culpas a los obreros. Así, el maquinista no quiso frenar con los “frenos nuevos”…
Paradójico también es que tres días después, otro tren de la misma formación no saliera a hacer su recorrido porque no funcionaban los frenos. En términos del ministro Florencio Randazzo, esos deben ser “no-frenos nuevos”. Lo cierto es que el Poder Ejecutivo no se hace responsable pues no pueden “hacer en un año lo que no se hizo en 50“.
Paradoja extra: el titular de la cartera de Interior y encargado del transporte público, se olvidó 9 años en su declaración. Las matemáticas del gabinete funcionan como las del Indec. Los diez mil millones anuales destinados a subsidiar ferrocarriles deben encontrarse en la bóveda de Lázaro Báez…
Simultáneamente, un asesinato que pasó por todas las hipótesis habidas y por haber, y una sociedad convertida en Hércules Poirot pero con la seriedad de Mel Brooks cautivó masivamente la atención . Lo triste de la trama es que aunque abunde la ficción, no es mera casualidad la coincidencia con la vida real.
La sangre seca rápido y no cotiza. La vida está devaluada y el sentido común hecho trizas. En ese contexto, la credibilidad permanece mal herida y es muy difícil apostar a la verdad cuando la mentira más absurda resulta, muchas veces, más verídica.
Algo es insoslayable: los muertos no resucitan.
De todas formas, en esta geografía no hay casos cerrados porque cada caso es apenas un capítulo más del relato. Máxime cuando al testigo protegido lo presenta el Secretario de Seguridad, es decir un funcionario del gobierno nacional. Y a ello se suma una deleznable columna de Horacio Verbitsky, “periodista” vocero oficialista, justificando el crimen por la identidad de los amigos del padre de la víctima. (ver debajo) Atrocidades así se creían erradicadas de Argentina…
En su “década ganada”, la administración kirchnerista ha logrado un cementerio propio aunque en apariencia, poco le interesa. Si en diez años no se hizo lo que se debía, ¿por qué creer que se lo hará en lo que resta de mandato presidencial?
Un tema tapa a otro. La sucesión de acontecimientos es vertiginosa, y la memoria ha sido maltratada a punto de convertirse en un colador que sólo tamiza a conveniencia y engaña en consecuencia.
Entretanto lo esperado: la jueza María Romilda Servini de Cubría suspende la elección directa de los representantes del Consejo de la Magistratura, y el gobierno decide apelar con un “Per Saltum”. De ese modo, la confrontación con la Corte se agudizará y Cristina – en el rol autoproclamado de víctima -, redoblará la apuesta para ampliar al máximo Tribunal. Objetivo: neutralizar el pensamiento no afín al oficialismo.
No es difícil prever una guerra que está presta a ser perpetua. En síntesis, en medio de episodios que jaquean la paupérrima calidad de vida de los argentinos, la Presidente solo piensa en sí misma y se dedica al tuiteo…
Como si el calendario no estuviera ya colapsado, todo lo enumerado coincide con el cierre de alianzas proselitistas, y la gente puede comprobar una vez más, que los egos priman. Únicamente el centro-izquierda conformó un bloque unificado aunque difícil de ser explicado.
Ahora bien, aquello que no resiste la lógica de un análisis que se pretende racional, es la espera de Godot que se sabe nunca llegó. En el teatro político, ese papel parece cumplirlo Sergio Massa. Según Carlos Reutemann, el as de espadas de la próxima contienda electoral. Lo extraño del caso es que se pretende opositor a quien ha sido un importante colaborador del kirchnerismo ocupando espacios nada despreciables como el ANSES y la jefatura de Ministros.
Amén de ello, no se fue de su cargo dando un portazo. Jamás se manifestó públicamente en contra del modelo de Cristina. En rigor, su voz es menos conocida que la letra de la Constitución para muchos políticos de la Argentina. El toque más ácido: se lo espera como socio, amigo o adversario…
Que este personaje sea el as de espadas de una elección legislativa trascendental para la reconquista de una república perdida, hace dudar sobre la identidad del cuatro de copas en esa baraja y en las listas. Son peculiaridades partidarias que hacen tambalear a diario a la democracia. A esta altura no sorprende pero tampoco se entiende, a no ser que se lo explique desde el objetivo perseguido: el propio oportunismo del político.
Insensateces al por mayor. Desenlace no hay. Todos son hechos que no dejan siquiera experiencia de la cual sacar algún aprendizaje. Se tropieza dos veces con la misma piedra. La culpa pues, no es de la piedra.