– Siempre se decía que en la Argentina con una cosecha nos salvábamos. No sé si esto es realmente así, pero lo que es seguro es que los dos últimos años nos salvamos gracias al precio de la soja. Ahora que todos los precios bajaron, ¿cuál es la situación del campo?
– Luciano Miguens (LM): Hay mucha preocupación, porque una ecuación que era hace un año realmente favorable –el alto precio de la soja, la gran demanda china, buenas cosechas que seguía buenas cosechas anteriores– ahora ya no lo es y equivocadamente se había pensado que la bonanza podía ser perpetua. Hoy, la situación ha cambiado drásticamente, los precios han bajado entre un 30% y un 40% en el caso de la soja, el maíz y el trigo tienen casi una rentabilidad nula con rindes normales y los insumos como fertilizantes o combustibles, contrariamente, han duplicado su valor.
– ¿El problema pasa sólo por la caída de los precios o también influyen las retenciones?
– LM: La presión tributaria, si bien en un momento era soportable, ya hoy es asfixiante. Además de que nosotros desde un primer momento señalamos que las retenciones son un impuesto distorsivo que atenta contra nuestra competitividad externa. Vale aclarar que somos el único país del mundo que lo tiene. El presente es preocupante y por eso el tema salió a la luz en los últimos días cuando como dirigentes nos vimos en la obligación de concientizar al Poder Ejecutivo y a los funcionarios de que se vienen tiempos difíciles para el campo. Aquella promesa de que cuando el país empezara a caminar las retenciones iban a bajar, no se está cumpliendo y la cuestión nos preocupa porque en el interior ya se está sintiendo la crisis.
– Enrique Gobbée (EG): Inclusive con esta caída de precios en el escenario internacional, para países como Brasil –que no producen 30 millones de toneladas de soja como nosotros sino 62 millones de toneladas, que producen más maíz que nosotros y son exportadores importantes de alimentos– y con el precio de la soja en Chicago a 200 dólares, los números son razonables. El problema es el modelo argentino.
– ¿Cuál es el problema del modelo argentino?
– EG: Este superávit que Roberto Lavagna, el ministro de Economía, nos hizo creer que existe y que en realidad es “trucho” -porque de los 17.000 millones de superávit, 10.000 millones salieron del campo y casi 7.000 salieron del Impuesto al Cheque– es lo que yo considero que es estar bailando en la cubierta del Titanic. No existe esta situación. Pudo existir y nos permitió pagar lo que se pagó en Planes Jefes y Jefas de Hogar porque extraordinariamente en el mundo se llegó a un valor en el precio de la soja de casi 400 dólares la tonelada o un maíz que valía 120 dólares por tonelada. Pero cuando los precios vuelven a sus valores históricos, el modelo no funciona, aunque estemos condenados al éxito. Y la ecuación es muy sencilla: o pierde el campo, y por lo tanto pierden también los argentinos, o pierde el Estado. Porque el productor, el chacarero, lo primero que hace es restringir las compras y deja de invertir. Y recordemos que estos 8 puntos de crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) durante dos años seguidos fueron consecuencia de récords de consumo. Y ahora, los quebrantos que hay en el 50% o 60% del sector agropecuario con estos precios, va a impactar muy fuertemente en el PBI. El impacto del sector agropecuario sobre el conjunto de las economías regionales es muy alto. Me animo a pronosticar un PBI del 2% en el 2006, si seguimos en estas condiciones.
– LM: Creo que el mensaje es que no hay una consideración del sector en cuanto a que es quien motoriza toda la economía del país. Los dos últimos años han demostrado la importancia del sector agropecuario, que quedó bien parado a partir de la crisis por un conjunto de factores: devaluación, precios internacionales altos, buenas cosechas. Y siendo el único sector que quedó en actividad pudo remontar al país y motorizar el crecimiento. Frenar el campo es frenar la posibilidad de seguir creciendo. Y eso es lo que nos parece increíble que no se entienda. Además hay que entender que el agro es también la agroindustria, y en conjunto eso representa más del 50% de las exportaciones y emplea a más del 30% de la población económicamente activa del país.
– EG: Hemos crecido un 50% en las exportaciones de productos lácteos. Hemos crecido en las exportaciones de carne. Hemos crecido en las exportaciones de fruta. Es decir, cuando salimos de la pradera pampeana y de la soja… ¡tenemos retenciones en la exportación del ajo! Somos el primer exportador del mundo y el menor consumidor de ajo. Y seguimos con retenciones en la exportación de ajo del 5%.
– ¿Cómo ven el escenario en el futuro?
– EG: No hay un horizonte promisorio. Porque el impulso del campo sólo lo pueden reemplazar inversiones externas o un flujo turístico que llene el país. No sé qué otra cosa podemos inventar los argentinos a esta altura del partido para crecer a más del 6% anual, que es lo mínimo que necesitamos para poder terminar con el 45% de pobreza y el 25% de indigencia.
– LM: Yo agregaría que lo que precisamos es una reforma de la política tributaria y, al mismo tiempo, la aparición de una política agropecuaria. El país necesita diversificar su producción. Las zonas marginales de las economías regionales son las primeras que sienten el impacto de la caída de la rentabilidad, porque tal vez la Pampa Húmeda aguanta un poco más la baja de los precios de los cereales. Pero las zonas marginales, donde en gran parte se abandonó la ganadería –que quedó en gran parte desplazada frente a la agricultura–, no es tan fácil volver a producir ganado, lleva mucho tiempo.
– EG: Yo me pregunto cuál es el horizonte. Porque la Economía es una ciencia de expectativas y si una persona ve hoy que en el 2006 vamos a acrecer al 2% y que el crecimiento es de 1,8 –lo que significa que no crecemos nada–, entonces esa persona empieza a tomar decisiones en el 2005. Y el 2005 es hoy.
– ¿Se puede decir que hoy, con los actuales precios de los granos, los números no le cierran al sector?
– EG: Uno de los casos más dramáticos es el del maíz. El rendimiento promedio del país está en 6.500 kilos y el rendimiento de indiferencia –es decir, donde se corta la franja del quebranto por la rentabilidad– está en 7.000 kilos. O sea que la mitad de los productores, en una curva de Gauss, suponiendo que no haya accidentes climáticos, está en la zona del quebranto.
– LM: Los únicos granos que han quedado a favor son la soja, todavía con un rendimiento interesante, y el girasol.
– El año pasado me cansé de repetir que el país no se construye con el precio de la soja sino con instituciones. Finalmente, la actividad agropecuaria es una actividad empresarial como cualquier otra. Y un empresario de la actividad necesita reglas de juego claras y estables en el tiempo…
– LM: … para proyectar inversiones.
– Justamente. Y lo que sucede es que esas reglas claras y estables no existen y, además, hay una gran discriminación desde el punto de vista impositivo.
– EG: Y hoy esto es más grave, y eso es lo que no se logra entender. Porque hoy la Argentina de las 80 millones de toneladas está lográndose con un valor de la tierra que en dólares se mantiene pero con una inversión para implantar esa hectárea en fertilizantes, agroquímicos y nuevas semillas hechas por biotecnología que tiene valores muchísimo más altos. La relación entre el capital fundiario y el capital invertido ha cambiado totalmente. Entonces, cuando se quita la posibilidad de tener rentabilidad, se retira inmediatamente una gran cantidad de capital del sistema, que muchas veces también puede ser tentado por buenas rentas y que son todos los que hoy alquilan los campos. Hoy hay muchos productores que siembran pero no son propietarios de la tierra, un modelo que no existía hace 20 años. En este modelo, cuando se le saca a la soja y al maíz el “tuco” –fertilizantes, fungicidas, agroquímicos, etcétera–, la caída del rendimiento es muy superior a la que se tenía hace 20 años.
– ¿Tienen algún tipo de receptividad en sus propuestas por parte del Gobierno?
– LM: En los últimos días hemos estado reunidos con el secretario de Agricultura y, lamentablemente, no sólo no lo vemos preocupado sino que considera que el campo está, todavía, pasando un buen momento. Creemos que están equivocados, hemos pedido una audiencia con el ministro de Economía y nos prometieron juntarnos luego de finalizado el proceso de canje de la deuda, pero nos adelantaron que no está en sus planes bajar las retenciones. © www.economiaparatodos.com.ar |