Macri entre Caribdis y Escila
Mauricio Macri, electo presidente hace pocos días, parece encontrarse entre la espada y la pared ó entre “Caribdis y Escila” como se diría en lenguaje culto y refinado.
EL ESTRECHO DE MESINA
Escila y Caribdis eran dos monstruos marinos que la mitología griega situaba en las orillas opuestas del estrecho de Mesina (entre Calabria y Sicilia). Escila era un ser horrible, con torso de mujer, cola de pez y seis largos y serpentinos cuellos con cabezas grotescas en sus extremos. Caribdis era otro monstruo cruel; succionaba y vomitaba tanta agua que formaba remolinos desviando a los barcos de su trayectoria. Los capitanes de buques que intentaban evitar el naufragio de Caribdis, eran arrojados hacia Escila quien los devoraba.
El estrecho de Messina que hoy debe atravesar Mauricio Macri, con su nutrido equipo económico, es la encerrona del dólar a que lo someten Alejandro Vanoli y Axel Kicillof con la anuencia de Cristina Kirchner. Recibe un gobierno que ha hecho un culto del despilfarro, el cepo y el monopolio de divisas en manos del Banco Central quien, a su vez, está absolutamente vacío de dólares y no los consigue ni aún con apremios ilegales. Por eso el cepo se ha convertido en una ratonera sin ratones.
Pero simultáneamente, un desconocido número de ciudadanos argentinos tienen en su poder 248 mil millones de los verdes billetes americanos que desesperan al gobierno. Lo ocultan en colchones, en cajas de seguridad, debajo de las baldosas del patio, en macetas de jardín, entre los libros de la biblioteca, detrás de un cuadro, entubados en el freezer y en cuentas bancarias del país o el extranjero.
Esta es hoy nuestra dramática y atroz situación. Un ESTADO con cero dólares en sus arcas. La SOCIEDAD ocultando los dólares por la codicia del GOBIERNO. Una POLÍTICA ECONÓMICA devoradora de riquezas como insaciable Leviathán. La MILITANCIA cubriendo su retirada con minas-antitanque. Y un novel PRESIDENTE a quien se le reclama prudencia, sapiencia, celeridad y pronto retorno de la normalidad.
MIOPÍA O CEGUERA PROFESIONAL.
Todos los intentos para enderezar esta delirante situación han fracasado sin remedio. Ya sean originados en magistrados judiciales, funcionarios públicos, expertos tributarios, economistas egregios o políticos con cargos de gobierno. Porque no han podido desprenderse de una segunda intención, alimentando el apetito fiscal de quedarse con parte de esa riqueza e ignorando las justas motivaciones de tan rara y singular conducta en el pueblo argentino.
Dentro de quienes ocultan dólares para defenderse de la avaricia del Gobierno, los hay de toda laya. Unos son simples ladrones, con o sin guantes blancos. Pero la gran mayoría son personas honestas. Algunos de esos delincuentes llegaron a pesar bolsos y mochilas repletas de dólares y consiguieron transportar el botín en aviones taxi para esconderlo en búnkeres subterráneos.
Otros, son funcionarios que militan en la corrupción abusando del poder para otorgar o negar permisos, habilitar o restringir autorizaciones, dar de baja en registros habilitantes, dispensar privilegios a sus amigos, comerciar influencias en beneficio propio, inflar con sobreprecios los gastos del Gobierno o directamente embolsarse los fondos de cuentas públicas.
También hay un cierto número de miserables traficantes de la muerte que ocultan, en plazas rutilantes, el dinero obtenido con la droga que destroza el cerebro, la inocencia y el futuro de una multitud de niños y jóvenes, condenándolos para siempre.
AGRESIONES A GENTE DECENTE
Sin embargo, la inmensa mayoría de los que tienen dólares, está compuesta por gente decente, laboriosa e inteligente. Que han aprendido a defender un patrimonio ganado honestamente, para hacer frente a los riesgos de vejez, enfermedad, desempleo, pobreza, desaprensión oficial o abandono familiar.
Son ellos quienes merecen una mirada especial por el próximo gobierno de Mauricio Macri. Porque se han aferrado a sus dólares mientras veían, en su país, que la vida pública pasaba de lado mostrándoles el rostro de un vasto latrocinio. En los últimos años, esos argentinos soportaron estoicamente múltiples agresiones de sus propios gobernantes.
* Espantosas hiperinflaciones,
* Inflaciones reprimidas con precios controlados,
* Inesperadas devaluaciones de fin de año,
* Mentirosas estadísticas para ocultar la realidad,
* Salvaje eliminación de trece ceros en los ingresos monetarios,
* Imposición de desagios para rebanar el derecho a cobros legítimos,
* Ahorros forzosos en monedas que se devaluaban diariamente,
* Irracionales corralitos y extorsivos corralones bancarios,
* Expolio de ahorros pacíficamente depositados en plazos fijos,
* Impuestos compensatorios por legítimas tenencias en dólares,
* Inesperadas pesificaciones asimétricas,
* Alteración forzada de contratos firmados de buena fe,
* Atentados contra la integridad de los depósitos bancarios,
* Reiteradas amenazas de apertura de cajas de seguridad,
* Ilegítima prohibición de comprar o vender libremente divisas,
* Recurrencia a bochornosos permisos para ahorrar en moneda estable,
* Espionaje fiscal para hurgar en la vida privada,
* Exigencia de autorizaciones para gastar dinero en el exterior, comprar libros o pagar hoteles, viajes y estadías en países extranjeros.
REPARAR TANTA INJURIA.
Estos heroicos resistentes contra la desmesura del poder político, nunca van a reinsertar sus capitales ahorrados en dólares, en el circuito económico, si no se produce un profundo cambio que les muestre el amanecer de una nueva Argentina: con respeto, libertad, honor, decencia y auténtica justicia.
Será necesario un profundo cambio de mentalidad en nuestros dirigentes políticos, asesores tributarios, magistrados judiciales, periodistas, líderes religiosos y funcionarios públicos, para garantizarles el respeto a la propiedad privada y el arrepentimiento por haber propiciado políticas expoliadoras durante gobiernos democráticos o autoritarios, bajo el falso eslogan: ¡de la inclusión social y que la crisis la paguen los que más tienen!
Deberíase modificar de inmediato la legislación sobre lavado de dinero, entendida como un acto de reparación moral, no como una interesada medida para financiar el despilfarro, tal como ha sucedido con la moratoria “senza fine” del Cedin.
Esta reforma significará un reconocimiento político y jurídico de que el atesoramiento de los denominados dólares-ahorro se ha realizado en muchísimos casos para preservar el valor adquisitivo de rentas honradamente ganadas en suelo argentino, contra la pretensión confiscatoria del Gobierno.
Por todo ello, las divisas atesoradas en el país o mantenidas en entidades extranjeras confiables, tendrían que quedar eximidas de la aplicación de leyes sobre lavado de dinero. Siempre y cuando ingresen al país por intermedio de bancos calificados como “blue-star” para certificar el correcto origen de esos fondos según las normas internacionales de Basilea, Suiza.
Esos mismos bancos poseen hoy un sistema obligatorio denominado KYC “know your client” por el cual conocen a su cliente y el origen del dinero que administran. Pueden certificar que las divisas que vuelvan al país no han sido obtenidas por operaciones de tráfico de drogas, ni originadas en delitos o actos de corrupción por parte de funcionarios públicos o sus familiares, en el ejercicio de sus cargos.
En tales casos el nuevo Gobierno de Mauricio Macri no debiera impulsar ningún ajuste impositivo, ni aplicar normas de evasión fiscal, ni tampoco investigar el origen, antigüedad y modo de mantenimiento de esos dólares-ahorros. Del mismo modo, tampoco debiera aplicar tasas, impuestos o tributos que traben o impidan el proceso de reinserción de capitales. No se trata de que la “necesidad tiene cara de hereje”, sino de una justa y necesaria reparación moral. Lo que al final cuenta, no son los años de nuestra vida, sino la vida de nuestros años.
MEDIDAS GLOBALES Y SIMULTÁNEAS.
Al mismo tiempo que así se procede, el nuevo Presidente tendría que anunciar, en su mensaje inaugural, un Plan de Saneamiento Fiscal con medidas globales y simultáneas que vayan entrando en vigencia en forma inmediata o gradual, a lo largo de los próximos meses. No sería necesario que rijan desde el primer día, pero si es imprescindible que sean anunciadas y promulgadas ahora, al inicio del mandato, todas juntas e interrelacionadas.
Dentro de esas medidas debieran figurar otros anuncios, destinados a poner fin al desorden fiscal con que se manejó la actual administración, a reparar la crisis moral desatada con planes y subsidios que aumentaron la dependencia clientelar y a corregir el caos monetario provocado para alimentar un irresponsable populismo.
Ella son las siguientes. Disponer una moneda de libre uso, derogando toda disposición que obligue al empleo de moneda de curso forzoso. Terminar con el monopolio del mercado de cambios por parte del Banco Central y permitir el funcionamiento de mercados abiertos de divisas en las Bolsas de Comercio, impidiendo las especulaciones contrarias al interés general. Eliminar los impuestos a operaciones bancarias y bienes personales que no generen renta. Prohibir la emisión de dinero para financiar la Tesorería de la Nación y limitar el endeudamiento sólo para ejecutar proyectos rentables de infraestructura. Derogar la doble tributación, establecer un límite porcentual a la presión fiscal sobre ingresos personales y desistir de la pretensión de extender la fiscalidad hacia la renta universal obtenida legalmente fuera del país.
PROPOSITO DE ENMIENDA.
Legisladores, recaudadores, tributaristas y economistas al servicio del Estado, que se proclamaron neoliberales, conservadores, peronistas, revolucionarios, progres o socialistas, todos ellos sin excepción han dado forma desde hace años a un monstruo fiscal que ha empobrecido a los argentinos, depredado las riquezas del país, anulado la iniciativa de personas bien intencionadas e impedido el desarrollo de las propias potencialidades, bloqueando el mecanismo del ascenso social que funciona sobre la base de una educación de excelencia, el propio esfuerzo y la acumulación de ahorros puestos a salvo de la codicia del Estado y la devaluación del dinero.
Por eso hemos caído en una situación de decadencia secular. Hoy somos el único país del mundo que –bajo el eslogan de la década ganada- ha involucionado de un alto grado de desarrollo al estancamiento y subdesarrollo, repitiendo el mismo ingrato espectáculo de una pobreza inmerecida como la que sufrimos entre 2001 y 2003.
Poner fin a esta pesadilla es el propósito que inspira esta propuesta al nuevo y esperanzador gobierno de Mauricio Macri, que tomará las riendas del país el 10 de diciembre de 2015. Que Dios, el Señor de la Historia, lo ilumine.
Dr.Antonio I. Margariti