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lunes 20 de marzo de 2006

Objetivo cumplido

El modelo de sustitución de importaciones elegido por Duhalde y profundizado por Kirchner, basado en un dólar alto y salarios bajos, ha logrado que la Argentina pueda jactarse de contar con un sector industrial que invierte menos que en los 90, un PBI sectorial que apenas supera los niveles de 1998 y un aumento en la creación de puestos de trabajo de baja productividad.

Si uno pudiera tratar de sintetizar el modelo de crecimiento elegido por Duhalde y continuado por Kirchner, podría decir que es un modelo anclado en los 40, cuando los nacionalistas impulsaban el desarrollo industrial en base a un modelo de sustitución de importaciones. Las vueltas de la vida han hecho que Kirchner terminara aplicando un modelo de crecimiento igual al que implementaron los gobiernos militares de orientación nacionalista, quienes impulsaron empresas estatales y la sustitución de importaciones. El mismo general Bendini, haciendo gala de ese pensamiento nacionalista, acaba de presentar un análisis económico del Proceso que coincide con la visión de Kirchner. Bendini, al igual que muchos generales nacionalistas, Duhalde y Kirchner creen en una economía cerrada, aislada del mundo y sustentada en un modelo que no tiene en cuenta los cambios tecnológicos y las nuevas formas de trabajar.

Pero antes de explicar con más detalle lo anterior, quiero concentrarme en un dato interesante del Producto Bruto Interno (PBI) que acaba de dar a conocer el INDEC: luego de 5 años de vigencia del modelo de sustitución de importaciones mediante un tipo de cambio artificialmente alto, el sector recién acaba de alcanzar el nivel del PBI que tenía la industria manufacturera en 1998, que fue el pico de crecimiento durante la convertibilidad. Y el dato no es menor, porque si después de 5 años de protección y con escasas inversiones recién ahora se llega a los niveles del 98 quiere decir que la supuesta desindustrialización de esos años no fue tal. Si la desindustrialización que se argumenta hubiera existido, el sector no habría tenido capacidad de producción para aumentar la oferta según muestran los datos del INDEC sobre la producción industrial.

En 2005, el PBI industrial superó en sólo un 2% el PBI del sector industrial de 1998. ¿Cómo puede explicarse que con tanta destrucción en los 90 y tanta protección desde 2002 el sector no haya logrado superar ampliamente la marca de los nefastos años menemistas? ¿O será que el lobby sectorial vendió una supuesta destrucción para conseguir la devaluación y así generar rentas sin invertir?

Y digo rentas sin invertir porque hay otro dato a tener en cuenta. Durante 2005, las importaciones de bienes de capital que hizo la industria manufacturera llegaron a los 1.633 millones de dólares, contra los 2.726 millones de dólares de importaciones de bienes de capital que se hicieron en 1998. En otros términos, resulta que durante la desindustrialización el sector importaba e invertía más que durante el nuevo modelo productivo.

Los defensores del modelo actual también hacen bastante ruido con la creación de puestos de trabajo. Lo cual es cierto. El problema es que, gracias a un salario artificialmente bajo en dólares, se están creando puestos de trabajo de baja productividad. ¿Qué significa esto? Que el stock de capital por trabajador es cada vez menor. En 2005, el stock de capital por trabajador fue un 16% más bajo que el stock de capital por trabajador en 2001, año que, justamente, no fue floreciente. Y cabe aclarar que los años 2002, 2003 y 2004 muestran una tendencia marcadamente decreciente en la relación stock de capital por trabajador, lo cual nos está indicando que el incremento de la escasa inversión es menor al aumento de los puestos de trabajo.


(Clickear en la imagen para agrandar el gráfico)

Una aclaración fundamental: de todo lo dicho anteriormente no debe concluirse que estoy sosteniendo que la industria manufacturera tiene que desaparecer. Lo que digo es que, en los países que crecen, la industria manufacturera no crea puestos de trabajo porque invierte en capital que reemplaza el trabajo monótono y repetitivo del ser humano. En los países desarrollados, la industria manufacturera crece pero en base a un esquema de capital intensivo. En cambio, en la Argentina, nuestros cráneos pretenden hacer competitiva a una industria manufacturera mano de obra intensiva. Pretenden crecer sustituyendo la robotización de las empresas con obreros que usan destornilladores y martillos.

Lo que todavía no se comprende es que un país que crece en serio crea la mayor cantidad de puestos de trabajo en el sector servicios, al tiempo que más del 60% de su PBI también proviene de ese sector.

Hace 300 años, el sector agropecuario absorbía el 70% de la mano de obra. Luego vino la revolución industrial y el campo dejó de crear puestos de trabajo, dándole paso a la industria manufacturera. Hoy en día, los sistemas de producción volvieron a cambiar y ya no es el sector manufacturero el que crea trabajo, sino el sector servicios. Insisto, éste no es un debate campo vs. industria o industria vs. servicios. Éste es un debate sobre las bases de crecimiento que deben elegirse considerando la revolución tecnológica que hoy vivimos, revolución que, probablemente, sea comparable al salto de productividad que dio la economía cuando se produjo la revolución industrial.

¿Cuál ha sido hasta ahora el resultado del modelo basado en un dólar alto y salarios bajos? Un sector industrial que invierte menos que en los 90, un PBI sectorial que apenas supera los niveles del 98 y la creación de puestos de trabajo de baja productividad.

Tenemos un gobierno que, al igual que los generales nacionalistas, piensa en pequeño. Les encanta tener un mercadito chico y cautivo. Creen que producir es solamente fabricar tornillos o cualquier cosa que tenga metal. Pensar en grande es ver al mundo como un desafío y salir a conquistar sus mercados mediante inversión y competitividad. Lo que sí ha quedado confirmado es que este modelo productivo inaugurado por Duhalde ha generado una fenomenal concentración del ingreso y amplia la brecha entre pobres y ricos.

Pensándolo bien, tal vez sea ese el objetivo final que se persigue. En este caso, el gobierno puede afirmar: objetivo cumplido. © www.economiaparatodos.com.ar




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