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jueves 28 de junio de 2007

Palm Beach: lo mejor de todo

Así reza el lema de su oficina de turismo y es verdad. Palm Beach, en la Florida, Estados Unidos, es un resumen de lo mejor que puede esperarse para unas vacaciones: buen sol, playas blancas y amplias, buen gusto, hoteles de primer nivel y una gran gastronomía.

Es una franja que corre paralela al mar en la que se puede encontrar todo lo que uno busca para pasarla bien. Desde playas de arenas blancas frente a un mar azul, hasta la más refinada sofisticación en indumentaria, artículos para la casa y gastronomía.

La vida al aire libre puede ocupar todo el día. El golf es el pasatiempo favorito de esta parte del sur de la Florida, que rivaliza quizás con Naples, en la orilla del Golfo de México, en la cantidad de hoyos per cápita. La playa puede combinarse con un día de picnic en alguno de los parques que están preparados para que uno tenga todas las comodidades para pasarla bien: desde la parrilla para asar la carne, hasta las mesas para comer, los baños para asearse y la sombra para descansar. Uno de ellos, muy recomendable, es el Lake Worth Municipal Park, que también cuenta con piscinas, guardavidas, una escollera de pescadores, una cancha de golf, restaurantes y negocios de indumentaria deportiva.

Sobre la playa se levanta el imponente The Breakers, el hotel construido por Henry Morrison Flagler, el desarrollador norteamericano del siglo XIX que trazó el ferrocarril del sur hasta alcanzar Key West y que le regaló esa réplica de una villa italiana a su esposa. El The Breakers original sufrió un incendio devastador y fue reconstruido con su espectacularidad actual. Aun cuando no se hospede allí, es digno de visitarse, aunque sea para tomar un café y andar un rato por sus lugares comunes, admirar los murales de sus techos y chusmear el pro shop de golf que provee indumentaria y equipo para los jugadores de sus dos canchas. El solarium de la piscina simula ser una cubierta de crucero, construida en voladizo sobre la playa para que desde las reposeras sólo se vea el mar.

Las tardes son ideales para caminar por Worth Avenue y ponerse a tono con lo último de la moda en materia de ropa y de galerías de arte. Antes de cenar, se puede tomar un trago en Blue Martini, un bar que se especializa en la creación de más de 20 clases diferentes de martinis, que pueden amenizarse con algunas tapas y una extraordinaria música de jazz, siete días a la semana.

Por la noche, las opciones son varias. Si quiere comparar la excelencia de la carne a la parrilla con la nuestra, puede probar el Polo Steakhouse Restaurant, ubicado en el The Colony Hotel. Si prefiere sumergirse en especialidades americanas, una buena opción puede ser correrse unos kilómetros al sur, hasta Boca Ratón, y probar los platos de Mark’s Mizner Park, con la opción de elegir el cielo como techo (ideal si después de comer y saborear un buen vino desea fumar un habano).

Palm Beach se extiende más allá de sus estrictos límites porque el mar juega como un manto de unión entre todos estos pueblos costeros. Como decíamos, Boca Ratón es una deliciosa comunidad de golfistas y retirados adoradores del sol. La recomendación es conseguir un hotel con sistema de condominio para disfrutar los placeres de un verdadero residente. Una opción recomendable –por el respaldo de su nombre, el buen gusto de su diseño y lo cálido de sus “habitaciones” (en realidad, pequeñas “casitas”)– es el Marriott Residence Inn. Allí, podrá disponer de un duplex con todas las comodidades: un living que incluye hasta un pequeño hogar, cocina, habitación principal, unos enormes ventanales con vista a un lago interior y una escalera que lleva a la planta superior en donde está la otra habitación con su propio baño.

Viviendo de ese modo, entre abril y noviembre, los sábados no puede perderse el Greenmarket, una feria de productos locales en donde encontrará todo tipo de verduras, frutas y hortalizas para hacerse un festín. Es la excusa de los vecinos para encontrarse los fines de semana, tomar un café después de hacer las compras y visitar juntos alguno de los negocios de artesanías que también se exponen en el mercado.

Por último, Palm Beach ofrece la oportunidad de tentar la suerte en el juego. Los casinos están prohibidos en tierra, pero la empresa SanCruz ofrece un crucero de cinco horas hasta aguas internacionales para disfrutar de ruletas, black jack, máquinas tragamonedas y todas las atracciones propias del estilo Las Vegas. Con suerte, podrá regresar a tierra con algunos dólares más para extender la fantasía que hace posible la magia de Palm Beach y sus dorados alrededores. © www.economiaparatodos.com.ar

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