¿Perdió alguna vez Argentina la ruta hacia el desarrollo?
Los problemas económicos del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner han revivido el viejo mito de la decadencia de un país que a principios del siglo XX estaba entre los diez de PIB más alto del mundo
The New York Times y el semanario británico The Economist, El País y The Wall Street Journal se encuentran entre los medios que reivindicaron en las úlltimas semanas una supuesta época de oro que habría terminado por la llegada del populismo peronista.
«En 1914 Argentina era el país del futuro. Su PIB per capitaera más alto que el de Alemania, Francia o Italia. Para un hombre jóven y ambicioso la elección entre Argentina y California era muy difícil», apuntaba The Economist en su reciente nota de tapa titulada «La tragedia de Argentina. 100 años de decadencia».
En la página web de Economonitor, que dirige el economista Nouriel Roubini (célebre por predecir el estallido de 2008), el economista argentino Eugenio Díaz Bonilla del International Food Policy Institute de Washington cotejó esta versión con los datos del Proyecto Maddison –la mejor fuente para la comparación global histórica de distintas naciones– y llegó a la conclusión de que eran un mito.
«Este supuesto fin de una edad dorada debido al peronismo no se sostiene. En realidad, la gran caída económica se da con el golpe militar de 1976. Si Argentina hubiera seguido creciendo como en las décadas previas al golpe, hoy estaría al nivel de Nueva Zelanda o la España previa a la crisis», indicó a BBC Mundo Díaz Bonilla.
La «París de América Latina»
Ilusión o no, Argentina era percibida a principios del siglo XX como una de las naciones con más futuro.
Como bien señala la nota del The Economistabundaban las señales de riqueza y vertiginoso progreso.
Cuando la famosa tienda Harrods decidió montar su primera sucursal fuera del Reino Unido en 1914, eligió Buenos Aires como destino.
La capital argentina, que en 1854 era poco más que una aldea grande de unos 90.000 habitantes, contaba con la primera red de subterráneos de América Latina (1913), con el Teatro Colón (1908) comparable a la Scala de Milán y una reputación arquitectónica de ser la «París de América Latina».
«En esa época Estados Unidos y Argentina eran rivales. Los dos tenían tierras fértiles y fuertes exportaciones. Las similitudes entre ambos países de la segunda mitad del siglo 19 hasta 1939 no son ficticias o superficiales», señala el periodista Alan Beatie en un artículo delFinancial Times basado en su libro «False Economy: a surprising Economic History of the World».
Según Beatie la gran diferencia fue que Estados Unidos tomó las decisiones correctas a nivel económico y político y Argentina no.
Odiosas comparaciones
¿Eran realmente similares Argentina y Estados Unidos?
Díaz Bonilla cree que no.
«No hay punto de comparación a nivel histórico o demográfico. Estados Unidos se independiza de la principal potencia mundial de la época, Inglaterra, en 1776, muchos años antes de la revolución de mayo de 1810 en Argentina. En 1870 tenía la misma población que tiene Argentina hoy, unos 40 millones de habitantes. Este factor demográfico posibilitó una colonización del oeste individual y familiar que permitió una distribución de la tierra mucho más igual y favoreció el desarrollo del mercado interno, la industria y la democracia», indicó a BBC Mundo.
En efecto, a principios del siglo XX, Argentina tenía una densidad poblacional de 1,4 habitantes por kilómetro cuadrado: unas 2.000 personas eran dueñas de un territorio similar al de Italia, Bélgica, Holanda y Dinamarca.
Según Filipi Robin Campante, profesor asociado de Política Públicas en la Universidad de Harvard, las diferencias entre ambas naciones se vieron con claridad en la crisis del 30.
«Si uno mira la estructura productiva, la innovación, la educación ve las diferencias entre ambas naciones. Estados Unidos era un país industrial. El modelo agroexportador argentino era frágil y sufrió mucho la gran crisis internacional de los años 30», indicó a BBC Mundo.
Tanto Beattie como The Economist reconocen estos factores desfavorables pero consideran que el momento determinante de lo que llaman la «decadencia nacional» ocurrió después.
El peronismo
Nada provoca tanta polémica en torno a este tema como la evaluación de la presidencia de Juan Domingo Perón (1946-1955).
«Perón estimuló el culto de la personalidad, una autosuficiencia económica y corporativa con un modelo autárquico que lo alejó del mundo», señala Beattie.
El gobierno terminó el 16 de septiembre de 1955 con un golpe militar, la instauración de una dictadura que prohibió entre otras cosas que se dijera el nombre de Perón y un largo periplo politico en el que se sucedieron ocho gobiernos (tres civiles y cinco militares) en 18 años sin que ninguno pudiera resolver un dilema básico: se reivindicaba la democracia, pero no se podía convocar a elecciones sin proscripciones por temor a que las ganara el peronismo.
«A mi juicio el problema que Argentina ha tenido es el de la institucionalidad. El país, que era avanzado a principios del siglo XX como demostró con la aprobación de la universalidad del voto en 1912, tuvo su primer golpe en el 30 y desde entonces entró en una espiral interminable de inestabilidad institucional», indicó a BBC Mundo Robin Campante.
A pesar de esta fuerte inestabilidad, Argentina siguió creciendo, como muestra la comparación con Australia, un país con una estructura económica similar.
«Si uno compara a ambos países tomando como punto de referencia su distancia respecto al ingreso per capita de Estados Unidos, ve que la relación se mantiene pareja desde 1900 hasta 1975. El cambio se da con el golpe de 1976», señala Díaz Bonilla.
La historia y el presente
Una polémica histórica puede parecer a primera vista irrelevante para el presente.
No es el caso.
El peronismo se ha convertido en un prototipo del llamado «populismo latinoamericano»: debatir sus bondades o defectos es equivalente a tomar posición sobre el Kirchnerismo o el Chavismo.
Algo similar ocurre con la evaluación que se haga de la edad de oro de Argentina para toda concepción del desarrollo económico.
Según Díaz Bonilla el «mito de la edad de oro agraria» es una de las trabas que tiene que superar Argentina.
«Estados Unidos resolvió con su guerra civil en el siglo XIX qué modelo seguiría si el del norte industrial o el del sur agroexportador. Es una contradicción que todavía no hemos resuelto en Argentina en parte por este mito que idealiza un pasado dorado. Para poder construir una Argentina moderna es importante superar esa construcción imaginaria de nuestra historia», dice Díaz Bonilla.
No sorprende que la conclusión del The Economist sea exactamente la opuesta.
«La parábola argentina muestra que es fundamental tener buenos gobiernos. Ningún otro país estuvo tan cerca de convertirse en una nación desarrollada y perder la oportunidad de lograrlo. Pero lo más probable es que en 100 años, el mundo analizará un país que repetirá lo que sucedió con Argentina, la nación del futuro que quedó atrapada en el pasado», concluye el editorial del semanario.
Fuente: www.bbc.co.uk