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jueves 11 de marzo de 2004

Piratas profesionales con dedicación full time

El debate económico que tiene pendiente a todo el país es la reestructuración de la deuda pública. Sin embargo, en el fondo de esta cuestión, el problema es el choque entre dos culturas: la costumbre argentina de no respetar los contratos y, por el contrario, la tradición internacional de cumplirlos.

El debate económico que tiene pendiente a todo el país es la reestructuración de la deuda pública y, en los últimos días, estuvo centrado en el pago o no pago al FMI por el vencimiento del martes pasado.

Al margen de los números de cada uno de los temas, lo que refleja este debate es un choque de dos culturas diferentes. En Argentina, desde hace décadas, estamos acostumbrados a que los contratos se firman pero no tienen por qué cumplirse. Si una de las partes pretende que se cumpla un contrato firmado es visto como un egoísta, desalmado y miserable que no tiene compasión por la otra parte que firmó el contrato y no lo cumplió.

Un ejemplo típico de incumplimientos de los contratos en nuestro país es el caso del estado que cobra impuestos y no cumple con su parte del contrato que es prestar bienes públicos tan elementales como la seguridad. En Argentina los contribuyentes estamos acostumbrados a cumplir con nuestra parte del contrato que es pagar los impuestos y a que el estado no cumpla con su parte que es proveer de los bienes públicos para los cuales pagamos los impuestos.

También en nuestro país se da por sobreentendido que los créditos se toman para no ser pagados. Las licuaciones de deudas son vistas como algo natural y si la deuda no es licuada, el estado, es decir el resto de los contribuyentes, tienen que hacerse cargo de la deuda de empresas ineficientes, bancos fallidos o sindicatos saqueados.

Otro ejemplo de incumplimiento reciente del estado argentino consiste en que se apoderó por la fuerza nuestros fondos en las AFJP y después nos dice que no nos va a pagar, sin embargo, todos tomamos este saqueo del estado como algo natural a lo que hay que resignarse.

En fin, podríamos seguir con los ejemplos y, posiblemente, al lector se le ocurran otros mejores que los que acabo de presentar. Pero el mensaje sigue siendo el mismo. Cumplir con los contratos no es algo que entre en las reglas de juego de los argentinos y el principal incumplidor de los contratos es el estado. Es el que lidera ampliamente esta práctica.

A diferencia de la Argentina, en el resto del mundo desarrollado el concepto es totalmente inverso. Los contratos se firman para ser cumplidos. Las reglas de juego que imperan en los países que progresan consisten en cumplir con los contratos, siendo el estado el principal responsable de hacer cumplir las obligaciones que contrajeron las partes. En los países que progresan, el estado no sólo cumple con sus contratos sino que, además, es garante del cumplimiento entre particulares.

Cuando Rodríguez Saa anunció que la deuda pública dejaba de pagarse, los aplausos que recibió de la mayoría del Congreso Nacional demostraron que, para ellos, incumplir con los contratos es un derecho que no se discute.

Lo que viene haciendo Kirchner con el FMI y los tenedores de bonos es justamente aparecer como víctima porque los acreedores pretenden que Argentina cumpla con su parte del contrato, tratando de despertar un falso nacionalismo al sostener que quienes quieren cobrar son enemigos de la patria. Y si alguien dentro del país pretende decir algo diferente a lo que sostiene el gobierno, es un traidor a la patria. Típico de los gobiernos dictatoriales.

Lo cierto es que hoy buena parte de la dirigencia política argentina parece estar mirando al exterior diciéndole: ¿Uds. no saben que los contratos se firman pero no es de estilo cumplirlos? Mientras tanto, desde el exterior nos miran y nos dicen: ¿Uds. no saben que los contratos se firman para ser cumplidos?

Para buena parte de los dirigentes políticos argentinos, el resto del mundo está loco porque pretende que los contratos se cumplan. Para el resto del mundo desarrollado nosotros estamos locos porque no entienden para que se firman los contratos si no se van a cumplir. Este choque cultural es más grave aún porque los políticos argentinos pretenden que el resto del mundo desarrollado adopte las reglas de juego de Argentina: firmar contratos para no cumplirlos. Y si el resto del mundo desarrollado no acepta adoptar las reglas de Argentina, entonces, nosotros somos víctimas de los fondos buitres, de los centros de poder y de una mano negra que pretende destruirnos.

¿Qué ocurre en los países donde se cumplen los contratos? La gente tiene certeza sobre el futuro porque sabe que si uno de los firmantes no cumple con su parte del contrato, el estado, utilizando el monopolio de la fuerza que le delegó la población, hará que el contrato sea cumplido. Por lo tanto, los riesgos de transacción disminuyen. Todos saben que no sólo el estado declama la justicia sino que, además, la hace cumplir y, en consecuencia, los derechos de propiedad están afianzados. Vale la pena invertir en ese país porque la propiedad privada es respetada.

¿Qué ocurre en los países en que no se cumplen los contratos? Aumentan los costos de transacción porque nadie sabe si el estado hará respetar los contratos, esto significa que los derechos de propiedad no están afianzados y, en consecuencia, como los riesgos de invertir son altos, las posibilidades de progreso se ven limitadas. La inversión es baja y los puestos de trabajo son escasos y mal remunerados.

En los países donde el estado es el principal saqueador y violador de contratos, nadie quiere producir demasiado porque sabe que los políticos irán por todo excedente de ganancias que tenga en forma lícita. Si tengo muchas propiedades el estado me expolia con impuestos bajo el argumento de la solidaridad redistributiva. Si tengo muchos ingresos el estado me expolia con impuestos, también argumentando que pondrá en práctica programas sociales. Y, si no me ataca con impuestos, directamente me confisca mi patrimonio bajo el argumento de \»emergencia social\». En síntesis, en Argentina el estado siempre esta violando el principal contrato: LA CONSTITUCIÓN. Utiliza el monopolio de la fuerza que le dimos para que defendiera nuestros derechos, para hacer exactamente lo contrario: violarlos.

Argentina es un país en permanente decadencia porque el estado se ha convertido en el principal saqueador y en el principal violador de los contratos. Nuestro país viene siendo gobernado por saqueadores profesionales que tiene la habilidad de convencer a la opinión pública que sus acciones están movidas por la solidaridad y la compasión hacia los pobres. Son grandes hipócritas que han logrado instaurar el principio del no cumplimiento de las obligaciones. Resultado: todos se sienten con derechos y nadie con obligaciones. Todos quieren vivir a costa del trabajo ajeno porque el \»Eestado Benefactor\» así se los hace creer. Nadie quiere generar riqueza porque pretende que otros la generen y el estado se las transfiera en forma compulsiva. Así, son muchos los que consumen sin producir y pocos los que producen realmente riqueza. La pobreza y decadencia argentina se explica, en gran medida por este comportamiento destructivo de la producción. No son los fondos buitres, ni el FMI, ni los poderosos del mundo los que destrozan sistemáticamente la Argentina, sino estos vendedores de ilusiones y piratas profesionales con dedicación full time.

El primer paso en el camino hacia el progreso consiste en empezar a cambiar esta cultura, desenmascarando a estos pseudo defensores de pobres que lucran con la ignorancia ajena y se aprovechan del monopolio de la fuerza que les da LA CONSTITUCIÓN violando nuestros derechos. © www.economiaparatodos.com.ar




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