¿Puede ser Dilma el espejo de Cristina?
En Brasil, luego de unas elecciones muy parejas entre el oficialismo y el ascendente Aecio Neves, parece haber comenzado un concurso de ‘tiro al blanco’
La corrupción del gobierno brasileño en manos del PT no es menor que el acusado al kirchnerismo, y los compromisos “internos” del partido fundado por Lula, tampoco son de índole diversa. La gigantesca ola de negociados y “arreglos” bajo la mesa se han ido destapando muy probablemente –como pasa siempre-, porque alguno de los comensales a la mesa de “distribución” habrá quedado disconforme con el reparto.
Siempre termina ocurriendo así cuando una estrella comienza a apagarse.
Una de las posibilidades que surgen de un análisis cuidadoso de la situación actual en el vecino país, sugiere que la reelección de la Roussef tuvo dos causas: a) el temor a un cambio que provocara mayor austeridad (la que de todos modos deberá encarar Dilma si quiere subsistir, vaya paradoja) y b) un silencioso “castigo” en el voto por la mandataria, que podría quizá resumirse en esta frase: “hasta aquí nos has traído y tendrás que sacarnos tu misma de tus propios errores”.
La postergación de millones de ciudadanos que aún viven en la pobreza, tanto en nuestro país como en Brasil, y que comprueban a través del periodismo de investigación la corruptela generalizada y el enriquecimiento ilícito de los funcionarios, está empujando a la desesperación a quienes se sienten estafados por las mentiras que se les prodigan desde las tribunas políticas. Nadie dice la verdad, porque la verdad no suma votos…en el corto plazo.
La urgencia de sucederse para poder tapar las atrocidades que cometen quienes se meten al bolsillo el dinero que debería “derramarse” en beneficio de la gente, promueve una duplicación de las apuestas a la continuidad, estableciendo así una verdadera “hermandad” política en dos países que se asemejan bastante por ser manejados por verdaderas mafias.
Apenas el kirchnerismo abandone la ronda de aprobación de leyes que no tenían ninguna urgencia o no deberían haberse votado jamás – códigos varios, pagos soberanos y otras insólitas como el “orgullo de la “identidad villera” (¿)-, deberá abocarse a la tarea urgente de cubrirse las espaldas. La única organización “fiel” al programa de sumisión que han intentado estos años los Kirchner es la Cámpora, porque el resto del neo peronismo que los acompañó -que aún respira y goza de buena salud-, ha comenzado ya mismo a “envasar” el antídoto para el “efecto Dilma”.
Es todavía poco el tiempo que resta para que se pueda saber el resultado de esta incipiente “mani pulite” latinoamericana, pero puede advertirse que también Venezuela está sumando el esfuerzo de la gente del común para desalojar “como se pueda” el cuento de hadas del “bolivarianismo” inventado por Chávez y seguido por Maduro, el exótico oyente del canto de los “pajaricos” de ultratumba.
No es casual que, al mismo tiempo, comiencen a tomar fuerza algunos líderes que se están preocupando por no robar y dejar robar menos (en la medida de sus posibilidades), contribuyendo a que la riqueza se expanda auténticamente entre quienes necesitan recibir con urgencia una mano salvadora. Chile, Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia, con sus más y sus menos, parecen caminar hacia el racionalismo, y a pesar de declararse nuestros “hermanos”, comienzan a tomar distancia de nuestro gobierno y miran con recelo al gigante brasileño.
Aristóteles sostenía en su época que la ética política era bien diversa de la ética del común, pero que aún en sus diferencias y limitaciones los políticos debían comprender que cuando una olla con agua hirviendo se deja al fuego indefinidamente, la tapa salta por el aire.
El nerviosismo que denota el gobierno K ante un final incierto, que no les ofrece demasiadas garantías de conservar impunidad de cara al futuro, está alimentado hoy por una situación en la que Dilma podría ser muy bien el espejo de Cristina.
El tiempo, que ni vuelve ni tropieza, nos dará la información. Mientras tanto, no habría que descartar absolutamente nada en esta materia.