Cada dos años, un conjunto de países (aproximadamente unos 40) participa de evaluaciones internacionales de calidad educativa. La Argentina participó de estas evaluaciones en un par de oportunidades durante el gobierno de Menem, pero decidió dejar de hacerlo durante la gestión de Duhalde. El ministro de Educación, Ciencia y Tecnología, Daniel Filmus, ha dicho que volveremos a participar de las mismas a partir de 2006.

Una de estas evaluaciones (PISA: Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes) ha puesto a la cabeza de los países evaluados a Finlandia, en las áreas de matemáticas, comprensión lectora y cultura científica.

Cuando uno observa que alguien tiene buenos resultados, en general también intenta aprender cuáles son los procesos que llevaron a esos resultados. Veamos qué hizo Finlandia para llegar a que sus estudiantes tuvieran los mejores resultados. (No pretendo comparar Finlandia con la Argentina, pero sí creo que podemos aprender de las cosas que han hecho, ya que probablemente algunas ellas –quizá adaptadas- funcionen también por nuestras latitudes).

Lo primero es observar cuánto destinan de su PBI a la educación. En este caso, el porcentaje es del 5,7. En Argentina hoy destinamos alrededor del 4% y (a pesar de que ya se sancionó lo mismo en la Ley Federal de Educación, en 1993) el Poder Ejecutivo está intentando llevarlo al 6% de aquí a 2010. Aparentemente, ésta es una buena medida. Esperemos que esta vez sí se concrete y no quede como una mera declaración como en los últimos 13 años.

Con respecto a la obligatoriedad de la enseñanza, en Finlandia es de los 7 a los 16 años de edad. No parece que la nuestra (5 a 14) sea peor. También estamos bien en este segundo aspecto.

La ministra de Educación de Finlandia, Tuula Haatainen, al ser consultada sobre el éxito de sus estudiantes en las evaluaciones PISA dijo que pensaba que se debía a cuatro motivos: igualdad, sólida formación académica y pedagógica del profesorado, activa participación del medio social y servicios para educativos amplios y gratuitos (transporte escolar, comedor escolar, entre otros).

Con respecto a la igualdad creo que aún tenemos mucho que aprender. Brindar iguales condiciones de aprendizaje significa precisamente lo contrario: dar más al que más lo necesita. Tratar igual a los hijos no significa darles el mismo remedio o la misma comida a todos: se le da el remedio al que está enfermo, la mamadera al bebé y el bife con puré a los adolescentes. Éste es uno de los aspectos en que más deberíamos trabajar como país.

Con respecto a la formación de nuestros docentes creo que también deberíamos aprender. En general, no parece ser que los docentes tengamos la preparación suficiente para enfrentar los desafíos de la educación actual. Sería interesante poner un ojo sobre los profesorados y los institutos de formación docentes. Y cuando hablo de poner un ojo hablo de invertir una parte importante del presupuesto educativo en la mejora continua de estas instituciones.

El tercer aspecto es el compromiso social. Y no se trata de que la mamá vaya a aquejarse porque le pusieron una mala nota al hijo. Se trata de comprometerse para que los chicos asistan a la escuela, lleguen puntualmente, con sus materiales y su aspecto personal acordes a las actividades académicas a desarrollar, que los padres se ocupen de que hagan sus tareas, etcétera. En este sentido creo que también debemos aprender bastante.

Por último, con respecto a los servicios de comedor creo que estamos bien. Quizá habría que buscar la forma de que todos los chicos puedan llegar a la escuela en lugares donde las vías de comunicación son complicadas.

Si aplicamos estas recetas elementales, seguramente mejoraremos nuestra calidad educativa. © www.economiaparatodos.com.ar



Federico Johansen es docente, director general del Colegio Los Robles (Pilar) y profesor de Política Educativa en la Escuela de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la UCA (Universidad Católica Argentina).