A esta altura del partido, ya no me sorprende que el gobierno se lance a la estatización de las empresas privatizadas. Después de prohibir la exportación de carne, cualquier medida puede esperarse de ahora en más por la sencilla razón de que la política económica no está orientada al crecimiento sostenido de la Argentina sino que se limita a subordinarse a las necesidades electorales del gobierno.
Al volver a las estatizaciones, no sólo Kirchner coincide con la ideología de los militares nacionalistas que disfrutaban teniendo Fabricaciones Militares, sino que, además, condena a los argentinos a volver a tener problemas de infraestructura y a soportar nuevos bolsones de corrupción.
El Estado se ha quedado con Aguas Argentinas. La pregunta que viene inmediatamente es: ¿cómo va a hacer el Estado para financiar las obras de ampliación? ¿De dónde saldrán los recursos?
Básicamente, hay tres maneras de financiar las inversiones. A saber: a) con aporte de los accionistas, b) pidiendo prestado en el mercado de capitales y c) de la tarifa que se cobra por la prestación del servicio. Vayamos derecho a la provisión de agua potable. ¿Cómo va a hacer el Estado para financiar la ampliación de la red de agua? Considerando que el Estado no tiene recursos propios, una alternativa es que destine parte de los recursos tributarios a financiar la red. En ese caso, será el contribuyente el que estará poniendo la plata, lo que significa que tendrá menos poder de compra por la presión impositiva a cambio de que un burócrata juegue al estanciero con la plata de los contribuyentes.
El gobierno podría salir a pedir prestado dinero al mercado de capitales para financiar las ampliaciones. Supongamos que algún kamikaze acepta prestarle a la Argentina y también supongamos que en el futuro la Argentina honra el pago de la deuda. Nuevamente, ese pago saldría del bolsillo de los contribuyentes. En los dos casos, los contribuyentes estarían financiando la ampliación de la red de agua potable. Pero el contribuyente puede ser, por ejemplo, un jujeño que paga impuestos y subsidia al señor que vive en la Capital Federal o el Gran Buenos Aires.
La tercera alternativa consistiría en financiar las obras incrementando las tarifas de agua. Es decir, se estaría aplicando la medida que se le negó a la empresa privada a la cual se le quitó la concesión.
Pero, supongamos que con estas tarifas es negocio prestar un buen servicio de agua potable y ampliar la red existente. Si es un buen negocio, ¿por qué el Estado no consiguió a ninguna otra empresa para que se haga cargo de Aguas Argentinas? Lo más probable es que el gobierno nos esté metiendo a todos los contribuyentes en un pésimo negocio. Obviamente, un pésimo negocio para nosotros y no para los funcionarios públicos que, como decían antes, van a jugar al estanciero con nuestra plata.
Lo cierto es que con esta medida agregamos una nueva caja a ser administrada por los políticos de turno. ¿Qué pasó cuando el Estado fue empresario de teléfonos, agua, gas, puertos? Pasaron varias cosas, pero una de las más lamentables fue el enriquecimiento de algunos empresarios gracias a que le vendían a las empresas estatales productos de baja calidad a precios disparatados. La sociedad que se creó entre empresarios corruptos y funcionarios corruptos generó grandes fortunas que financiaron los contribuyentes. Pregunta, ¿por qué ahora va a ser diferente? ¿Acaso los actuales funcionarios tienen certificados de incorruptibles? ¿Pueden mostrar esas credenciales que los hacen seres superiores al resto de los mortales?
Otra de las cosas que pasaron cuando el Estado era empresario fue que un día estalló el sistema eléctrico y el Microcentro se llenó de generadores de energía para que los bancos pudieran funcionar, mientras los burócratas nos decían: suban por el ascensor y bajen por la escalera y planchen a las cuatro de la mañana. Nos quedamos sin caminos, el puerto de Buenos Aires fue declarado puerto sucio y conseguir un teléfono era una misión imposible. ¿Quién no recuerda los avisos clasificados indicando la venta de un departamento donde se destacaba que tenía teléfono?
Tengo guardado un recorte del diario La Prensa del 7 de mayo de 1986 con el siguiente titular: “Fue habilitado el teléfono 100.000 del plan Megatel”. Y la crónica seguía así: “Durante el transcurso de un breve acto, presidido por el administrador general de ENTEL, José Alberto Guerra, la empresa colocó el aparato telefónico número 100.000, de su programa Megatel. El funcionario concurrió a la casa ubicada en Larrazábal 1069, en Mataderos, cuya propietaria, la señora Susana Seipioni de Romagnolo, recibió el aparato, que fue de inmediato conectado a la red telefónica nacional.” En la noticia también se puede leer: “Por su parte, la señora de Romagnolo, acompañada por uno de sus hijos, la pequeña Luciana Cecilia, agradeció la presencia del funcionario en su casa, y comentó a los periodistas que había presentado su pedido para la instalación del teléfono hace veinte años”. ¿Qué había logrado el estatismo? Que una persona tuviera que esperar 20 años para que el Estado le instalara una simple línea telefónica. En realidad, la señora de Romagnolo fue afortunada, porque a los 20 años tuvo su línea de teléfono, cosa que no lograron otros mientras ENTEL fue estatal. Pero lo más desopilante es que el administrador general de ENTEL haya concurrido a la casa donde se conectaba el teléfono, con todos los medios de comunicación cubriendo la noticia: se había instalado un teléfono después de 20 años. ¡Eso era noticia de los diarios!
Tengo otro recorte del mismo diario del 21 de junio de 1989. En este caso, es una carta de lectores. Resulta que Roberto Martínez del Castillo cuenta en dicha carta que era adherente del programa Megatel desde 1985 (en 1980 había pedido una línea y no llegaba, así que se anotó en el plan). Dice el señor Castillo: “Desde la primera fecha citada aboné mensualmente, hasta el presente, las cuotas. Inicialmente por 12,50 australes y recientemente 455.95 australes (cuota 44). Me acerqué a la zona comercial de ENTEL en Morón, que es donde inicié la operación. Fui atendido deferentemente por una señora de la sección Megatel. Ante su sorpresa y mi asombro, mi solicitud no estaba registrada. Así que desde ese momento recién se tomó nota de mi solicitud. Yo me pregunto: ¿dónde se acreditaron los pagos que religiosamente, mes a mes, deposité para mi cuenta? Si es que se acreditaron, ya que asiste todo el derecho de no pensar bien. ¿Existe realmente en Megatel constancias de lo que llevo abonado? La atenta empleada que atendió mi requisitoria me despidió con un ‘señor, espero que ahora tenga suerte, su pedido ha sido ingresado’.” Dejemos el tema teléfonos y vayamos a la cuestión de la energía. Veamos un recorte del diario La Prensa del 9 de marzo de 1989, con una información dada por el Ministerio de Obras y Servicios Públicos: “Mientras la demanda se mantenga entre 120 y 135 gigavatios por día –se anunció- será necesario mantener los cortes de tres horas, pero si la demanda excediera durante varios días los 135 gigavatios, debería volverse a los cortes de hasta seis horas. En caso de que la demanda descendiera durante varios días a 120 gigavatios, no habrá más cortes, a pesar de hallarse El Chocón en reparaciones, la central Atucha I fuera de servicio y los ríos Limay y Uruguay con poca agua.” En otra noticia que publica La Prensa el mismo día y en la misma página, puede leerse: “Los cortes en el suministro de energía eléctrica programados para hoy y mañana se efectuarán puntualmente, según lo anunció el secretario de Energía Roberto Echarte, quien además reiteró que durante el próximo invierno ‘de ninguna manera faltará gas’”. ¿Le suena conocida esta última afirmación?
En fin, para qué me voy a gastar explicando lo que nos espera con el estatismo de Kirchner. Basta con leer los diarios viejos para saberlo. © www.economiaparatodos.com.ar |