República mediocre y una sociedad indiferente
Lo paradójico es que se haya tejido esa idea que nos dice que “Moreno es, o era honesto”
De poco mérito, tirando a malo, tal la segunda acepción de la palabra “mediocre” y creo que es la que mejor califica a nuestro sistema institucional.
Pero a su vez y como lo afirmó Martin Lousteau “…los ciudadanos aceptamos casi pasivamente que se nos dijera que la inflación no existía; los empresarios que los insultaran y los forzaran a acciones sin sentido; y muchos funcionarios no se animaban a refutarlo ya sea a solas o delante de la Presidenta (por Guillermo Moreno).
Sin embargo lo paradójico es que se haya tejido esa idea que nos dice que “Moreno es, o era honesto”.
Si esta creencia fuera generalizada hablaría muy mal de la sociedad argentina, concretamente de todos nosotros, por dos motivos, uno que demostraríamos nuestra ignorancia sobre lo que es la honestidad y el otro motivo sería que toleramos la “deshonestidad” lo que nos convertiría a todos, unos mas y otros menos en deshonestos, que traducido a un término vulgar significaría elevar a la categoría de virtud a la llamada “viveza criolla”.
Me preguntaría si sabemos que es la HONESTIDAD. La RAE nos da cuatro acepciones: Decente o decoroso; recatado, pudoroso; razonable, justo; probo, recto, honrado diría sintetizando que una persona honesta es una persona idónea, dicho con las palabras del diccionario, es alguien adecuado y apropiado para algo, alguien que sabe y sabe aplicar su saber, porque puede haber muchos que saben y son incapaces de aplicarlo en la vida práctica.
Si vamos a nuestra Constitución hay un artículo que ha caído en desuso que dice: “Todos sus habitantes son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos públicos sin otra condición que la idoneidad”, basta observar desde la Presidente para abajo que esa condición brilla por su ausencia ante la indiferencia de la sociedad, de todos nosotros.
No es necesario aclarar a los fines institucionales que no se es idóneo, solo por ser decente o probo, o dicho con más claridad por “no robar” o por no aprovecharse del ejercicio de la función pública.
En ese sentido la “honestidad” sería una virtud negativa, sería un no hacer.
Es muy común confundir “moralinas” con “moral”, las llamadas “moralinas” serian como un mero folleto de obrares más o menos convenientes, serian como protocolos de buenas conductas y sabemos desde hace mas de dos mil años que el camino al infierno está sembrado de buenas intenciones…
Lo moral no es un orden impuesto, lo moral nace de las exigencias racionales de la persona, de sus inclinaciones naturales, es moral lo que responde al bien humano y en la República como lo enseñó Santo Tomas al definir el concepto de ley, lo que racionalmente responde al bien común.
Es obvio el “bien humano” de un menesteroso” desde un punto de vista moral se pondera de moda muy diferente del que no lo es.
El “pobre” tiene una necesidad moral de asistencia, de dignidad de participar, de hacerse oír, por ese motivo algunas formas de reclamos que nos molestan como sociedad, no por ello dejan de ser moralmente comprendidas, justificadas y correctas.
El no escuchar, el no asistir, el no respetar la dignidad del pobre es una inadmisible inmoralidad y es probable que muchos de los que nos creemos “morales” recurramos a nuestros manuales de “moralinas” para justificar nuestro reproche a quienes nos incomodan por sus carencias mínimas.
Reconózcamelo las carencias del otro más de una vez nos molestan.
También es una grave inmoralidad el uso de la pobreza y del pobre para escalar posiciones en el orden político.
Es lo que llamamos “POPULISMO” que es una característica de nuestros gobiernos.
En ese sentido los buenos resultados obtenidos por el Partido Obrero en las últimas elecciones deberían servir de espejo a nuestros vicios, por lo menos ese partido demuestra algo muy simple “sabe escuchar” a los pobres y a los que no encuentran vías alternativas.
La cualidad de la “idoneidad” en la Constitución Nacional y en un régimen Republicano, no solo tiene un contenido de decencia en el modo de sustentar las necesidades materiales de la vida, sino también de calidad profesional que sería lo que en general la gente entiende por “idoneidad”, separándola de lo que llamaríamos simplemente decencia.
Nuestra República es una institución de muy bajo mérito, ya que los poderes que la conforman están muy lejos de ejercer sus atribuciones con real legitimidad, en el Poder Legislativo se impone la “cantidad” al dialogo racional, nuestros representantes pocas veces tienen en vista el “bien común” al que generalmente identifican con el “bien propio”, cada votación es un ganar o perder, sin tener en cuenta la calidad de la ley resultante, la descalificación y el insulto sustituyen el análisis racional, obran como un conjunto de personas que se mueven gregariamente o se dejan dirigir en sus opiniones, gustos, se enorgullecen de comportarse como rebaño.
El poder ejecutivo funciona casi sin ningún límite, sea por las famosas “emergencias” que no son más que graves inmoralidades de los legisladores para institucionalizar y justificar cualquier abuso por parte del Poder Ejecutivo, sea asimismo por el obrar arbitrario, prepotente e ignorante de quien precisamente decimos que era “honesto” el famoso Guillermo Moreno.
Con relaciona las DJAI tema que conozco bastante, no he podido encontrar una norma escrita, una sola causa por la “observación” de esas declaraciones que impiden continuar con el trámite de una importación, no hubo una sola respuesta a un reclamo presentado por escrito, salvo alguna vez algún llamado de un “operador” que se identificaba por número exigiendo en nombre del “secretario” el cumplimiento de órdenes carentes de respaldo legal, borrando otra norma constitucional que dice que nadie “…será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella prohíbe”, pues bien Moreno lo hacía.
¿Podemos decir que Moreno fue un funcionario honesto en función de lo dispuesto por el art. 16 de la Constitución…?
Obvio la respuesta es muy negativa porque incumplió con el cumplimiento de toda norma que regula el procedimiento administrativo, eso solo ya califica su falta de idoneidad y en consecuencia su falta de honestidad, de probidad, de rectitud. No se le pagaba una remuneración para que impusiera su voluntad personal. Ese solo hecho es una muestra de deshonestidad.
Mas grave aun es que la Presidente lo haya designado para cumplir funciones en una embajada, porque eso significa que avaló y aprovechó sus procedimientos.
Como dijo Martin Lousteau, aun está por verse si fue honesto, lo grave es que admitimos que todo lo otro brilla por su deshonestidad sin distinción alguna y loa firma en su condición de ex Ministro al que cabria reprochar que lo mantuvo en funciones por tanto las criticas lo involucran.
También es cierto que como sociedad deberíamos revisar nuestra propia sanidad porque creo y eso me alarma que nos sentimos cómodos en una República mediocre que convalidamos con nuestra indiferencia.
Mientras consideremos a la indiferencia virtud, menospreciemos la idoneidad de nuestros representantes, ignoremos el significado de la honestidad, seguiremos siendo lo que somos como ya lo dijo Einstein no esperemos resultados diferentes si seguimos haciendo las mismas cosas del mismo modo, habrá muchos más “morenos” que seguiremos tolerando…por su “honestidad”