El intento de reforma de la estructura de las Naciones Unidas, incluyendo la de sus principales organismos, parece haber avanzado poco y nada.
El año 2005, fecha en que la reforma debía acordarse en la fracasada Cumbre de Nueva York, al comienzo del período asambleario, terminó prácticamente sin acuerdos. Recordemos, fue la cumbre en la que nuestro Kirchner (cuándo no) habló no de lo que se le había pedido que opinara, sino de lo que se le dio la gana: sus muletillas contra el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Por esto, los Estados Unidos han puesto -una vez más- presión presupuestaria, acordando financiar un “ejercicio corto”, de seis meses, durante el cual las reformas debieran consensuarse, con la amenaza -no demasiado velada- de no contribuir, después de eso, a los gastos de la organización, para presionar así a favor de la reforma. Más de lo mismo y habitual, entonces.
Con todo, es posible identificar algunas novedades.
Primero, Japón se “separó” de India, Alemania y Brasil en su intento por obtener un asiento permanente en el Consejo de Seguridad. Lo ha hecho teniendo seguramente en cuenta que su candidatura es la única que no sería vetada por los Estados Unidos y que, a la vez, es la única que sí sería vetada por China. Por esto intenta negociaciones directas con ambos países.
Mientras tanto, los otros tres países miembros de lo que alguna vez fuera el “G4” siguen presionando por tratar de acceder a los asientos permanentes y por una reforma del Consejo que suponga llevar su membresía total de 15 a 25 asientos, para darles lugar. Estos países, como Japón, están dispuestos a recibir asientos permanentes sin derecho de veto. Pero hay 53 países de la Unión Africana que se oponen a cercenar el derecho de veto. Todo un laberinto de posibles alternativas sigue abierto.
Mientras todo esto ocurre, los Estados Unidos tienen dos “prioridades”, muy distintas. La reforma de la administración de las Naciones Unidas, de manera de disminuir los gastos superfluos y erradicar la corrupción. Y la conformación de un Consejo de Derechos Humanos en cuya dirección no puedan participar, como hasta ahora, los más grandes violadores de derechos humanos y libertades civiles del mundo, como Liberia, Arabia Saudita, Sudán o Cuba.
La propuesta norteamericana tiene, no obstante, un componente contradictorio, porque incluye la presencia constante en dicho consejo de los 5 miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Esto último supone que China, que no respeta los derechos humanos ni las libertades civiles de su pueblo, estaría siempre sentada en dicho consejo, cuando sus políticas en esa materia son tan inaceptables como las de Corea del Norte o Camboya. No parece sensato. Ni coherente. © www.economiaparatodos.com.ar |