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jueves 24 de junio de 2004

Ricardo Rouvier: “La Argentina no ha terminado de fundarse, está a medio hacer, a medio terminar”

En “La deuda de la política”, su último libro, el sociólogo Ricardo Rouvier analiza en profundidad y bajo una perspectiva muy particular, la historia de la política argentina y las deudas que ésta fue dejándonos. Causas y efectos de una historia de crisis continua.

– ¿Cuál es la deuda de la política? ¿Es una o son varias?

– Cuando se habla de las deudas en plural, cuando se dice que son varias deudas es, en realidad, por la anatomía de la crisis. El libro lo que intenta plantear es que tomando las dos grandes deudas -la interna y la externa- ambas son hijas de la política.
En verdad, la política es la responsable. Por lo tanto, la deuda es de la política. Esa sería una muy breve síntesis de la trama de libro.

– ¿Cuál es esa anatomía de la crisis de la que habla?

– Está el aspecto social, el aspecto educativo, el fenomenal crecimiento de la pobreza, la decadencia argentina… Son múltiples sus facetas. También está contemplado en el libro de qué manera la crisis ha impactado sobre la política misma y sobre la economía. O sea, a lo largo de las páginas se analizan distintos aspectos. Inclusive, intento -y digo intento dada la complejidad del tema que podría ser objeto de mucho más que un capítulo- abordar la cuestión de la crisis cultural argentina.

– ¿Cómo ha abordado ese problema dentro de la temática del libro?

– Yo soy sociólogo y por tanto tengo la tendencia a trabajar siempre con aquellos datos que sean plausibles de ser mensurados. Por esa razón, en la introducción de ese capítulo aclaro que se va a tratar este tema de una manera muy prudente porque no hay demasiados datos o demasiada información empírica.
Por un lado, esa crisis tiene que ver con nuestra herencia cultural, con nuestra historia. Yo siempre sostengo que nuestro primer problema es que no hemos terminado de conquistar el desierto. Argentina sigue siendo un país con un amplio desierto.
Pero, también, todo esto tiene que ver con la manera en que la Argentina nació como nación independiente, como nación soberana. La Argentina no tuvo una fundación, sino varias, entre las cuales se debe incluir como última fundación del país la avalancha inmigratoria. Entonces, la hipótesis que yo lanzo en mi libro, para debatir y discutir con el lector, es que la Argentina no ha terminado de fundarse. No ha completado su fundación. Por lo tanto, está a medio hacer, a medio terminar.

– ¿Qué otro tema desarrolla en el libro para explicar la deuda de la política?

– Otro aspecto importante y que para mí es clave -pero que sólo está planteado en este trabajo porque es un tema que da para un libro en sí mismo- es el tema del otro. En Argentina nos cuesta mucho aceptar al otro. Por eso todo el tema que tenemos con la ley. Por eso nuestra histórica dificultad de obediencia a la ley. Ese es un problema general que empieza por el Estado mismo, por los sectores públicos y privados, por la gente en la calle, está en todos lados.
Para mí, en realidad, esa cuestión parte de un problema con el otro. Porque los argentinos no vemos al otro como un socio, en tanto facilitador o como coparticipante, sino que siempre lo transformamos en enemigo.

– ¿Cómo puede solucionarse esto?

– Es extremadamente difícil porque haría falta una intención y un proyecto. Y la Argentina hace mucho que abandonó el pensamiento estratégico. Vive coyuntura tras coyuntura, crisis tras crisis, y no puede lograr que su clase dirigente pueda salirse del presente inmediato, aunque sea por un momento, y pueda pensar en Argentina 20 ó 30 años más adelante.

– Es decir, no hay estadistas. Lo que tenemos son políticos a corto plazo con fecha de vencimiento rápida…

– Exacto, tenemos políticos de coyunturas.

– No sé si estará de acuerdo, pero, tal vez, deberíamos ir a los libros de historia y copiar un poco a la generación del ’80, aun con todos sus defectos. De hecho, la gran ola inmigratoria empieza ya desde 1880 cuando Roca, guste o no, hace “Paz y Administración”. Pone en orden el país y administra. La pampa húmeda y el desierto eran los mismos en esta fecha y después. Es decir, las condiciones físicas no cambiaron, lo que cambiaron fueron las condiciones institucionales del país. Eso fue lo que hizo que vinieran millones de personas aquí…

– Coincido totalmente. Aun reconociendo que entre los personajes del proyecto del ’80 hubo fuerte contradicciones, que no fue una panacea. Fueron políticos que tuvieron fuertes enfrentamientos entre ellos, con personajes antagónicos, como Roca y Mitre o Sarmiento contra José Hernández. Pero coincido que lo que sí había era una visión. Eso es lo que impuso esa generación: uno podía estar de acuerdo o no, pero había un proyecto, una visión. Hoy el país necesita recuperar una dirigencia que tenga una visión.

– Y los valores que entonces se tenían son los que nos rigen aun hoy…

– Nadie buscaba la reelección. Construían un país bajo el criterio de que la continuidad estaba en las instituciones y no en las personas. Aun con todas sus fallas, no buscaban perpetuarse a sí mismos ni a su poder.

– Esa es una gran diferencia con los políticos actuales…

– Hoy la política se personaliza cada vez más porque no tenemos instituciones. Se han debilitado tanto, las han debilitado tanto, que nos hemos quedado sin capital institucional.
El libro, justamente, comienza con una referencia a Norberto Bobbio, el politólogo italiano que desapareció hace poco, donde él habla del debilitamiento de la democracias en los países centrales. La democracia, en el mundo, pero sobre todo yo lo estoy viendo y lo analizo en Argentina, se ve acotada por este empobrecimiento institucional y por esta cuestión de que la política no logra salir de la coyuntura. © www.economiaparatodos.com.ar




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