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jueves 8 de julio de 2004

“Robinson Crusoe y la protección arancelaria”, por Federico Bastiat

Considerando las argumentaciones que ha esgrimido el Ministerio de Economía para restringir las importaciones desde Brasil, sería bueno que los funcionarios de dicho ministerio leyeran esta pequeña historia que desarrolló Bastiat, en la que demuestra que el proteccionismo no genera más trabajo sino que lo que hace es asignar ineficientemente la mano de obra y disminuir el bienestar de la población.

– ¿Recuerdas cómo hizo Robinson Crusoe para hacer un tablón sin tener sierra?

– Sí, derribó un árbol y luego, cortando un tronco a derecha e izquierda con el hacha, lo redujo al espesor de una tabla.

– ¿Y eso le costó mucho trabajo?

– Quince días completos de trabajo.

-¿Y de qué vivió durante ese tiempo?

– Tenía provisiones.

– ¿Y qué le sucedió al hacha?

– Quedó desafilada.

-Sí, pero quizás no sepas que cuando Robinson comenzaba el trabajo, vio que la marejada había depositado un tablón en la costa.

– ¡Feliz accidente! Supongo que habrá acudido corriendo para recogerlo…

– Ese fue su primer impulso, pero se detuvo y razono para sus adentros: “Si recojo este tablón solamente me costará la molestia de llevarlo, y el tiempo necesario para bajar y subir el acantilado. Pero si hago un tablón con el hacha tendré ante todo, quince días de ocupación. Después el hacha se desafilará, lo cual me dará más ocupación para afilarla. Por último, se me agotarán las provisiones, lo cual será una tercera fuente de empleo para reponerlas. Pero como sucede que el trabajo es riqueza, es evidente que si recojo el tablón me arruinaría a mí mismo. Debo proteger mi trabajo personal, y ahora que lo pienso hasta podría aumentar ese trabajo tirando el tablón al mar.”

– ¡Pero ese razonamiento era absurdo!

– No cabe la menor duda. Sin embargo, es el razonamiento de toda nación que se protege a sí misma mediante prohibiciones. Tira al mar la tabla que le ofrecen por una pequeña cantidad de trabajo, con el fin de realizar un trabajo más grande. Hasta en el trabajo de los funcionarios de las aduanas se descubre una ganancia. Esta ganancia está representada por las molestias que se toma Robinson para devolver a las olas el regalo que le han ofrecido. Si consideras a la nación como un ser colectivo, no hallarás un ápice de diferencia entre su razonamiento y el razonamiento de Robinson.

– ¿Robinson no comprendía que podía dedicar a otra cosa el tiempo que economizaba?

– ¿A qué otra cosa?

– Mientras el hombre tenga necesidades que satisfacer y tiempo a su disposición, siempre hay alguna tarea qué realizar, y no soy el indicado para especificar el tipo de trabajo que haría en un caso así.

– Comprendo claramente qué trabajo podría haberse evitado.

– Y sostengo que Robinson, con increíble ceguera, confundió el trabajo con su resultado, el fin con el medio y voy a probarte…

– No hace falta. Tenemos aquí el sistema de restricciones o prohibiciones en su forma más sencilla. Si te parece absurdo planteado así, es porque las dos capacidades de producir y consumir se hallan en este caso mezcladas en el mismo individuo.



El texto que se reproduce en esta página fue tomado de www.cees.org.gt 




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