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jueves 10 de mayo de 2007

Se acerca el fin del “dólar alto”

El valor de la moneda estadounidense perdió un 13,3% frente al peso, por lo que el tipo de cambio real se ubicaría en $ 2,44, un 27% por debajo del nominal actual, y no serviría para aumentar las exportaciones ni sustituir las importaciones.

“El presidente electo nos dijo que le gustaría un dólar a tres pesos, lo cual en este ambiente uno podría decir que es un enorme disparate. Lo último que le recomendaría a un presidente recién electo es jugar su credibilidad en algo que no se puede pronosticar.” Con estas palabras el entonces presidente del Banco Central de la República Argentina, Alfonso Prat Gay, criticaba el miércoles 28 de mayo de 2003 los dicho de Néstor Kirchner, ganador de las elecciones presidenciales, quien se había referido públicamente al valor del dólar afirmando que le gustaría que se cotizara en $ 3, para “ayudar a los exportadores”.

El viernes 17 de septiembre de 2004, tras su imprevisto nombramiento, el reemplazante de Prat Gay en la conducción del Banco Central, Martín Redrado, adelantaba que el objetivo de tipo de cambio nominal sería “el que figuraba en el presupuesto que estaba a consideración del Congreso, $ 3,05”, se mantendría la estabilidad del peso y continuaría la misma política cambiaria.

Unos cuantos meses después, precisamente el lunes 25 de julio de 2005, en un almuerzo organizado por la Unión Industrial Argentina del que participó, como invitado especial, el ministro de Economía, Roberto Lavagna, tranquilizó a los empresarios cuando les dijo que “el dólar seguirá cercano a los $ 3, por dos o tres años más”. También ratificó que la política en ese sentido era una “decisión troncal” y constituía la razón que sostenía el superávit fiscal y el creciente nivel de actividad.

“La idea de un dólar a $ 2,20, $ 2,30 o $ 2,40 no corresponde a este modelo macroeconómico y es una condición inaceptable”, sostuvo Lavagna al hablar el martes 23 de agosto en el acto organizado por la Cámara de Exportadores para celebrar el “Día de la Exportación”. Por el contrario, ensalzó un ”tipo de cambio que asegure la competitividad de la producción y el empleo nacional”. Ese día, el ministro afirmó que se mantendría un peso devaluado “el tiempo necesario para recuperar productividad y eslabonamiento de productos que se perdieron durante los años del atraso cambiario”.

Por su parte, el viernes 23 de septiembre, Redrado reafirmaba en Washington la continuidad de la actual política del “dólar alto”, cercano a los $ 3, y por primera vez se refirió, sin poder concretarlo luego, a la necesidad de “crear cierta incertidumbre cambiaria nominal para reducir el margen de especulación”.

El miércoles 21 de diciembre, insólitamente, el presidente Kirchner le anunciaba a un importante grupo de empresarios que “en 2006 vamos mantener el dólar en torno a $ 3,05 para asegurar un tipo de cambio competitivo”.

Pero el testimonio más concreto sobre la política cambiaria del Gobierno lo dio la ministra de Economía y Producción, Felisa Miceli, en el discurso que pronunció el 15 de agosto de 2006 en la reunión organizada por la Cámara de Exportadores de la República Argentina para festejar el “Día de la Exportación”. Dijo: “Como definición de política activa y no porque ocurra de casualidad, todos los días se compran divisas por montos relevantes a través del Banco Central con el objetivo de mantener un tipo de cambio competitivo y evitar la apreciación cambiaria”.

En realidad, la actual política cambiaria nunca fue presentada formalmente, como parte de un explícito programa de gobierno o de plan económico, sino que se fue anunciando y concretando mediante mensajes diversos ocurridos en las particulares circunstancias que se acaban de relatar.

Mientras tanto, han transcurrido ya más de cinco años desde aquel 8 de febrero de 2002, cuando Eduardo Duhalde, Jorge Capitanich y Jorge Remes Lenicov, en nombre del Poder Ejecutivo, suscribían el Decreto Nº 260, por el que se estableció “un mercado único y libre de cambios por el cual se cursarán todas las operaciones de cambio de divisas extranjeras”, las que “serán realizadas -decía- al tipo de cambio que sea libremente pactado” entre las partes.

No obstante todo lo dicho y repetido un sinnúmero de veces, el “dólar súper alto” ahora parecería haber dejado de ser tal porque, con el pasar del tiempo y las discusiones sin sentido, el tipo de cambio “cercano a los $ 3”, como le gusta al presidente, ya habría perdido vigencia y no serviría para aumentar las exportaciones ni sustituir las importaciones.

Durante el gobierno de Kirchner, el tipo de cambio se ha ajustado a la suba sólo un 5,5%, si se calcula tomando como base el promedio de $ 3,0216 que surge de los últimos cuatro años y el valor actual cercano a los $ 3,10. Durante ese período, hasta marzo pasado, la inflación en la Argentina fue del 30,4%, mientras que en los Estados Unidos los precios al consumidor (CPI) se incrementaron un 11,6%. Si se hubiere mantenido el valor del dólar ajustado por esos datos, hoy el tipo de cambio debería estar en los $ 3,4275. Es decir, que el Gobierno no ha mantenido su política de “dólar alto” actualizada y, como resultado, el valor de la moneda estadounidense en nuestro país ha perdido frente al peso un 13,3%, mientras el tipo de cambio real se ubicaría en $ 2,44, un 27% por debajo del nominal actual.

Esta circunstancia quedó perfectamente demostrada con los recientes datos conocidos oficialmente sobre el estancamiento de las exportaciones y el fuerte aumento de las importaciones durante el primer trimestre de este año. Al respecto, llama la atención el déficit de la balanza comercial con Brasil de u$s 337 millones en abril, con un aumento de casi el 14% en relación a un año atrás.

También esta situación se ha podido corroborar, por ejemplo, tras el análisis de los diferentes productos electrodomésticos, todos importados, que se ofrecen hoy a la venta a través de las grandes cadenas y cuya producción se realiza en cerca de una veintena de países, incluidos los del sudeste asiático, europeos, latinoamericanos y los Estados Unidos.

Habrá que aceptar, entonces, que la hora de la verdad está llegando, quizá mucho antes de lo esperado por los artífices de esta política cambiaria retrógrada, basada sólo en un voluntarismo que ya no tiene vigencia ni sentido en el mundo globalizado. Las nuevas reglas del juego, que acordaron hace ya más de treinta años los países civilizados después de largos desencuentros y frustraciones, son las que hoy hay que respetar y cumplir para no quedar aislados y sumergidos en la desesperanza. Ése es el único camino posible: el del diálogo, la cooperación y el acuerdo. Comencemos a transitarlo, cuanto antes. © www.economiaparatodos.com.ar

José Alfredo Nogueira es corredor de cambio. Para comunicarse con él: josenogueira@fibertel.com.ar.

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