En los últimos días, el cardenal Rosalío Castillo Lara -que a los 83 años, después de trabajar por años en Roma en el círculo de colaboradores más cercanos de Juan Pablo II, acaba de regresar a Venezuela- ha mantenido un enfrentamiento abierto con el régimen del bolivariano Hugo Chávez.
El alto prelado de la Iglesia Católica está llamando a sus fieles y compatriotas a la desobediencia civil contra el autoritarismo de Chávez, alternativa que está expresamente prevista en el artículo 350 de la Constitución de su país.
Algunos de los conceptos que fueran recientemente vertidos por el valiente Castillo Lara en una conversación telefónica mantenida con el diario trasandino El Mercurio, que los reprodujera textualmente, merecen -por su absoluta claridad- ser reproducidos desde estas columnas.
Entre ellos: “El sueño de Chávez, según dijo él mismo, es anclar la nave de Venezuela en el mar de la felicidad de Cuba. Una felicidad muy misteriosa, porque nadie la ve. Y él sigue tomando medidas hacia su sueño (…) Como la de la propiedad, por ejemplo. Ataques a la propiedad privada, amenazas de expropiación, la reforma agraria que no es tal, sino que les quita la tierra a quienes la trabajan para dársela a algunos que no las van a cultivar. En esa perspectiva, de caer en un gobierno que ni siquiera es comunista, sino castrista, es que yo hablo”.
A lo que agregó: “Aquí no hay democracia, los valores humanos han sido conculcados, ha habido tortura. Hay discriminación. A personas que firmaron el referéndum revocatorio (que permite a Chávez gobernar hasta el 2007) se les niegan sus documentos de identidad. Ante esas situaciones hay que recurrir al artículo 350”.
También dijo, lo que es particularmente grave, por todo lo que significa: “El referéndum revocatorio de 2004 fue en un ciento por ciento un fraude”.
Finalmente, sentenció: “El gobierno de Chávez se funda en el odio y en la mentira. Desde que comenzó la campaña electoral ha estado sembrando odio contra lo que él llama oligarcas. Ha fomentado una lucha de clases que aquí no existía. A través de eso él llega a los pobres, hace manifestaciones y lleva mucha gente, pagándoles”.
Chávez, como los de su particular estirpe, sólo responde al cardenal con el insulto, denostando públicamente al prelado. No solamente porque tiene una opinión que difiere con la suya sino, peor, porque además se anima a hacerla pública. Doble “delito”, entonces. © www.economiaparatodos.com.ar |