Se necesita más ‘igualdad’ en el mundo
Este es el reclamo que se escucha por doquier
No sólo las personas comunes lo utilizan en sus conversaciones cotidianas, ya sean familiares, laborales, estudiantiles o sociales, sino que forma parte del repertorio habitual del discurso de todos los políticos del mundo. El reclamo de mayor igualdad campea en todos los ámbitos. Y cuando hacemos ver que la igualdad es imposible, se nos replica que la igualdad que se exige es la «de oportunidades», y que esta -en cambio- si sería realizable.
Sin embargo, los estudios más serios de los que se dispone no coinciden con esa última apreciación. Uno de dichos análisis es el que efectúa el conocido «Índice de Calidad Institucional», que ordena los países examinados de mayor a menor de acuerdo a la mejor o peor institucionalidad que exhiben. Y las conclusiones respecto de los de peor institucionalidad son las que siguen:
«Precisamente, una de las conclusiones a las que puede llegarse con tan sólo observar qué países se encuentran en las últimas posiciones (Myanmar, Somalia, Corea del Norte y en América Latina Haití, Venezuela y Cuba) es que se trata de países con gobiernos que se han puesto como objetivo dicha igualdad o que no parecen contar con un marco institucional en absoluto y los individuos están sometidos a los abusos de grupos organizados para utilizar al poder en beneficio de “sus” propias oportunidades. Las leyes de la economía nos explican la relación causal entre ciertas instituciones, el crecimiento económico, la mejora del nivel de vida y la posibilidad de aprovechar un mayor número de oportunidades. Estas instituciones son aquellas que protegen en forma efectiva derechos individuales básicos como el derecho a la vida, la libertad de opinión, la libertad de movimiento, el derecho de propiedad, la libertad contractual. Aquellos países que han logrado desarrollar un conjunto de instituciones sólidas brindan a sus habitantes más y mejores oportunidades para buscar alcanzar los fines y objetivos que quieran perseguir. Esto es lo que significa contar con un mayor “desarrollo humano”.»[1]
Si efectivamente pudieran igualarse las oportunidades de todo el mundo, los niveles de pobreza y subdesarrollo se expandirían en forma exponencial y alarmante, al tiempo que los gobiernos se volverían más y más despóticos y tiránicos de lo que ya lo son en la actualidad (cuestión esta última que cada vez pasa más y más inadvertida). El progreso desaparecería literalmente de la faz de la tierra y volveríamos a las épocas primitivas, donde existía una mera economía de subsistencia. Rápidamente el caos social se apoderaría de cada vez más países. Estarían prohibidas por ley cualesquiera manifestación de talento, inventiva y mucho menos permitidas ninguna expresión de genialidad por parte de nadie, ya que eso quebraría por completo las «iguales oportunidades» de todos los demás, pese a que estas no se revelen (porque, en realidad, la mayoría de las personas carecen de aptitudes notables en absolutamente todos los campos del saber humano). Nadie podría inventar ni descubrir absolutamente nada, hasta que el vecino tuviera la misma oportunidad de hacerlo, y pese a que no posea los conocimientos ni las habilidades para ello.
Pero ¿en que consistiría concretamente ese mayor «desarrollo humano» del que nos habla el Dr. Krause?:
«No es solamente una vida más larga y saludable, adquirir conocimientos y contar con los recursos necesarios. Algunos países pueden haber alcanzado una buena esperanza de vida al nacer o un determinado acceso a conocimientos, pero una vida dirigida por otros, restringida por controles y mandatos y una educación sesgada son más bien “restricciones” que logros de una vida completa. El individuo tiene que tener más opciones para vivir su vida como crea que merece ser vivida, para obtener el conocimiento que estime importante y, seguramente, esta capacidad de decidir le permitirá finalmente contar con los recursos necesarios.»[2]
Si queremos ser «iguales», necesariamente deberemos ser dirigidos por otros. Perdemos indefectiblemente por completo nuestra independencia y nuestra libertad. Porque alguien deberá cuidar que nadie «se salga de la raya» ni que pase el límite de la igualdad impuesta. Y toda igualdad, recordemos (también la «de oportunidades», desde luego), ha de ser obligada por una autoridad. No existe la «igualdad voluntaria», la que es fácticamente imposible, porque naturalmente todos somos diferentes. Este poder que debería existir para evitar mayores desigualdades será justamente aquel que terminará restringiendo mayores oportunidades. Es decir, a mayor igualdad menor oportunidad (I > O). Mas igualdad significa siempre menor libertad y menores oportunidades, porque estas últimas nacen (y sólo pueden surgir) de la plena libertad.
«La existencia de mayores oportunidades en los países de alta calidad institucional se confirma también con el flujo de migraciones. Suele decirse que a nivel global los individuos votan con los pies, es decir se dirigen a dónde creen que tendrán más oportunidades. Esto es evidente también en el continente americano, los países del norte son los que atraen un mayor flujo de inmigrantes y los que se encuentran en los últimos puestos del ICI son los que más los expulsan, cuando los dejan salir.»[3]
Curiosamente, aquellos países del norte (despectivamente llamados «ricos») hacia donde la gente se dirige, son los que el discurso progre-populista los acusa de tener mayores «desigualdades». Por eso, les resulta a ellos paradójico que las personas migren masivamente hacia aquellas naciones. Pero nada de extraño tiene si se analiza y se comprende la naturaleza humana, que casi instintivamente, no busca igualarse a nadie, sino superarse y mejorar de estado. En cambio, huyen de los países más igualitaristas que son los del sur.
Entonces, es importante atenerse a estos datos empíricos, que confirman los hechos de que el progreso y la riqueza de los pueblos vienen solamente de la mano de la desigualdad, que aumenta las oportunidades de todos, a condición de que todos seamos libres y nunca en el caso contrario.
[1] Martín Krause. Índice de Calidad Institucional 2012, pág. 6 y 7
[2] Krause M. «Índice….· op. Cit. Pág. 6-7
[3] Krause M. «Índice….» op. Cit. Pág. 6-7
Fuente: www.accionhumana.com