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jueves 27 de mayo de 2004

Si esto es solidaridad, al diablo con ella

La historia de nunca acabar: nuevamente el Estado ha decidido apropiarse de los fondos previsionales. Esta vez, para hacerle frente a la crisis energética. ¿Y los jubilados? Bien, gracias. No vaya a ser cosa que alguien diga que ellos no son solidarios…

El diario La Nación publica, en la sección de Economía del 26 de mayo, una noticia que refleja una vez más como la palabra solidaridad en boca de los políticos es bastardeada sin ningún tipo de sentimiento de culpa. O, lo que es peor, es utilizada como cortina de humo para esconder un uso arbitrario de lo fondos de los contribuyentes.

¿Qué informa La Nación en la nota mencionada? Textualmente que: “El Poder Ejecutivo decidió desviar $ 755 millones del sistema previsional para financiar la compra de fuel oil a Venezuela, paliar la crisis energética y abonar parte de la deuda que mantiene con Paraguay por la elevación de la cota de la represa de Yacyretá. Así surge de la decisión administrativa 199/2004, publicada en el Boletín Oficial el 14 de este mes, que lleva la firma del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y la del ministro de Economía, Roberto Lavagna”.

La noticia sigue de la siguiente forma: en otro párrafo se justifica la decisión de usar fondos de la ANSES “en virtud de que la proyección de los ingresos correspondientes a los aportes y contribuciones a la seguridad social del citado organismo supera los recursos estimados en la ley 25.827 (Presupuesto 2004), por lo que no resultarán necesarios”.

En buen romance, lo que el gobierno está diciendo es que el sistema “solidario” de reparto tiene que financiar los dislates de este gobierno y del anterior en materia de manejo energético.

No hace falta ser un experto en temas financieros para advertir que los fondos destinados al sistema previsional, y aunque sea de un sistema de reparto, deberían ser destinados a comprar activos de bajo riesgo en caso de tener un exceso de recaudación en base a las jubilaciones totales que se están pagando. Y que también es una práctica financiera absolutamente repudiable que esos fondos sean destinados a financiar gastos corrientes del gobierno nacional. Por la sencilla razón que en el futuro no serán recuperables y, por lo tanto, una vez más se estará estafando a los jubilados.

Bajo la nueva ola estatizante que hoy impera en Argentina, era previsible que el sistema de capitalización fuera atacado de manera tal de llevarlo a su mínima expresión y, de ser posible, hacerlo desaparecer. Pero esta medida deja en claro que no existe el más mínimo pudor por parte del gobierno de decirle a los aportantes al sistema previsional que van a usar su dinero para pagarle a Chávez la importación de un gas oil que se va a quemar y que, encima, es de dudosa calidad.

Lo que sabemos los actuales trabajadores es que en el futuro nuestra jubilación va a depender íntegramente de nuestra capacidad de ahorro por fuera del sistema previsional porque, en nombre de la solidaridad, van a utilizar nuestros fondos para financiar obras públicas con un claro objetivo político y sin ningún demostración contundente de que esos fondos podrán ser recuperados en el futuro. Y que, además, el sistema de reparto “solidario” nos va a dejar con una mano atrás y otra adelante porque dudo que Kirchner, Lavagna o Chávez vayan a hacerse responsable dentro de 15 o 20 años de la ineficiente asignación de recursos del sistema previsional. En todo caso, ese será un problema de los actuales trabajadores y de los futuros gobernantes.

Es cierto que un sistema de reparto no está pensado como un ahorro individual, sino que está diagramado para que los actuales trabajadores paguen un impuesto para financiar las jubilaciones de los jubilados presentes. Por esa razón es que los sistemas de reparto están en colapso en el mundo entero. Porque los aportantes son insuficientes para financiar a los pasivos. El incremento en la esperanza de vida de la población hace que la cantidad de activos por cada pasivo sea cada vez menor.

De ahí que el sistema de capitalización supere ampliamente al sistema de reparto si los fondos son asignados a activos de bajo riesgo y en países con seguridad jurídica, además de existir principios básicos de libertad que hacen que el sistema de reparto viole los derechos más elementales de la gente ya que el estado les impide elegir la forma de jubilarse. Un burócrata iluminado pretende saber mejor que el resto de la gente que es lo que más les conviene.

¿Cuál es el argumento que utilizan los defensores del sistema de reparto para impulsar este sistema? Que como la gente es estúpida y no sabe prever el futuro, ellos velan por la jubilación de la gente dada la debilidad mental de la población.

¿Qué ha ocurrido en los hechos? Que los jubilados actuales perciben limosnas por años de aporte gracias a la “previsión” de los burócratas iluminados. Que los políticos manotearon permanentemente los fondos frescos de las cajas previsionales estatales para cubrir los incrementos de gasto público. Así, millones de jubilados terminaron siendo sometidos a interminables colas en los bancos para cobrar unos pocos pesos y, encima, son tratados como “viejos” molestos que no entienden nada. Hoy un pobre jubilado gana unos pocos pesos más que un piquetero. El primero trabajó y aportó toda su vida. El segundo se puso una capucha, agarró un palo y, por la fuerza, consigue cobrar lo que cobra el pobre jubilado.

¿Qué es lo que confirma esta medida del gobierno que estoy comentando? Que confiarle la solidaridad al estado es lo mismo que confiarle nuestro canario a un gato hambriento.

Por eso, si esto es una política solidaria… ¡Al diablo con la solidaridad!
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