Una comicidad indescifrable
Nietzsche sostenía que cuando sentimos que una situación inesperada no nos produce daño ni representa peligro alguno, nos alejamos del miedo, y comenzamos a reír y alegrarnos. Es lo que se entiende, dice, como un tránsito de la tragedia a “lo cómico”.
En la Argentina ocurre hoy algo insólito: la alegría que vive Cristina cuando no ha logrado alejarse de un peligro y se interna por el contrario en él hasta quedar totalmente sumergida y sin salida a la vista, no parece responder a esta regla. Las risotadas inexplicables de la Presidente cada vez que se halla en una encrucijada y se “planta” frente a su auditorio “aplaudidor”, podrían asimilarse entonces a la alegría que embarga a algunos presidiarios cuando reciben su ración. Único momento del día en que se atenúa temporalmente la penuria de su condena.
“Cuando un artista ya no “eleva” a su público”, (imaginémosla a ella en el personaje), “éste cae rápidamente, y su caída es tanto más honda y peligrosa cuanto mayor sea la altura a la que le había elevado su “genio”. Ese genio se comporta entonces como el águila que suelta de sus garras a una tortuga que había subido a las nubes, dejándola caer para su desgracia”, sigue diciendo Nietzche.
Amén de ello, hay personas tan desatinadas que no logran hacer más que un rústico “bosquejo” de lo que podría ser una creación “revolucionaria”, la que no puede soportar jamás ningún retoque o mejoramiento posterior por su inconsistencia esencial.
Cuando algunos políticos opositores hablan de “superar” al kirchnerismo rescatando lo positivo, solo vemos que éste se afirma más y más cada día en una extravagancia sin límites y falsas alegrías que hacen imposible cualquier reformulación del “relato” de cara al futuro.
El sarcasmo altivo con que Néstor y Cristina construyeron su historia política, mirando socarronamente de soslayo a quienes les contradecían, parece evidenciar que sus autores “pertenecen al tipo de individuos no muy razonables, exagerados y chiflados, que a veces no han hecho otra cosa que paliar el patetismo de una situación con alguna salida supuestamente ingeniosa y una buena dosis de palabrería” (siempre Nietzche).
Quizá, frente al final que se avecina, solo podamos dedicarles en ese momento el conteo habitual de un match de boxeo: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8…y “out”.
En estos tiempos de rabietas anti “buitres”, en que nos acosan nuevamente con su “credo épico”, caemos en la cuenta que deberíamos haber recordado confirmarles hace mucho tiempo que nunca es tan importante lo que NOSOTROS opinamos sobre un tema que pueda agobiarnos política o económicamente, sino lo que piensa al respecto el resto del mundo.
A los Kirchner y a todos sus simpatizantes jamás les gustó tener que rendirse ante la realidad, pero terminaron cayendo finalmente de rodillas frente a ella, riendo muchas veces inexplicablemente, vaya a saber de qué.
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