O de falta de foco mejor dicho. Veamos algunos ejemplos.
Cuando la Secretaría de Comunicaciones durante tantos años en el período pre-Entel pretendía al mismo tiempo que hubira teléfonos para todos los consumidores, que las tarifas fueran bajas, que Entel no perdiera dinero, que los equipos los proveyera la industria nacional y que los ingenieros en comunicaciones del Ejército tuvieran un lugar para desplegar sus actividades, padecimos de una brutal crisis de telecomunicaciones, al punto que no se podía hablar por teléfono aun teniendo teléfono porque todos tenían levantado el tubo al mismo tiempo para tratar de comunicarse. Por algo Entel fue la primera que se privatizó: la gente estaba harta y no le importaba nada ninguna otra cosa más que tener un teléfono que funcionara.
Otro ejemplo: las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP) se inventaron para evitar que el Estado se apropiara de los fondos de los jubilados como venía sucediendo en el sistema de reparto. Para eso, cada cual sería dueño de su dinero en una cuenta individual. Pero, como había que ocuparse también de crear un mercado de capitales nacional, o sea otro objetivo, se obligó a las AFJP a invertir los ahorros de la gente en uno de los países más especulativos del mundo y, además, como si fuera poco, en bonos del gobierno, siendo que el gobierno argentino ha tenido históricamente uno de los peores comportamientos que se pueda imaginar.
Vale decir, todo lo contrario de lo que le habría aconsejado un buen asesor financiero a las personas si éstas hubiesen ido libremente para decidir su destino. Éste le hubiera aconsejado diversificar en varios países, sectores, con mezcla de bonos, acciones, caja de ahorro, oro, entre otros. A ningún asesor financiero se le hubiera ocurrido invertir todo o casi todo en un solo país de las características de la Argentina, y menos una alta proporción en el Estado. Es que a los ahorristas futuros jubilados les importa poco lo que pueda o no ocurrir con una cosa tan difusa como el mercado de capitales nacional. Lo único que les interesa es que sus ahorros estén protegidos y seguros. Yo sé que muchos añoran tener propiedades a su nombre para alquilar, como tenían los abuelos cuando no había un régimen compulsivo de “seguridad” social. Lástima que ese mercado fue destruido por la combinación de las leyes de alquileres y la inflación galopante.
Y así se llegó a lo que se podría haber anticipado con bastante certeza si los diseñadores de las políticas públicas hubieran tenido la fineza de entender algo tan básico como que “el que mucho abarca poco aprieta”. Hoy no tenemos ni mercado de capitales ni jubilados con ahorros. Si se hubiera dejado a los jubilados en libertad para disponer sus ahorros, no sé si tendríamos mercado de capitales porque no pretendo saber hacia dónde habrían ido los flujos de capitales, pero estoy seguro de que por lo menos los jubilados estarían mejor.
Sigamos con los casos. El Banco Central, ¿tiene un objetivo o varios que se oponen entre s?, ¿cuál es su función? Veamos: proteger el valor de la moneda o asegurar un dólar caro o ser agente financiero del Estado Nacional, o vigilar a los bancos y retarlos por sus imprudencias olvidando las propias o prestarles para que no se fundan. Es el dueño de las reservas o sólo las tiene para cuando los vayamos a buscar. Toda una confusión de roles y objetivos que es preciso clarificar si queremos rediseñar al Estado.
La desocupación disfrazada en el Estado es otro caso clásico. El objetivo de un ente equis que tiene el doble de gente de que lo que necesita es cumplir con el fin para el cual fue creado, y no debiera ocuparse del desempleo si no está dentro de sus responsabilidades.
Pero en general se asume que ahorros no se pueden hacer porque aumentaría el desempleo, por más que ocuparse de él no corresponda a esa repartición. La gestión del responsable de turno es siempre pelear por más recursos porque no los hay y si se supiera cómo racionalizar y ahorrar ello no sería viable porque no se puede aumentar el desempleo. En las provincias se ve más claro aún esta cuestión.
Hay muchos ejemplos más. Las Fuerzas Armadas, las embajadas y tantos otros entes y ministerios En mi opinión, hay un común denominador en todos ellos, que es que hay demasiados objetivos, muchos de ellos conflictivos entre sí.
Por lo tanto, me parece que es preciso simplificar y focalizarse en pocas cosas de manera de hacerlas bien. © www.economiaparatodos.com.ar |