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jueves 20 de abril de 2006

Una tormenta sobre el Lloyd Aéreo Boliviano

La línea área de bandera de Bolivia, una de las más antiguas del mundo, atraviesa graves problemas económicos que se agravaron a partir de una huelga de pilotos que comenzó en febrero.

La situación de la aeronavegación comercial en América Latina parece haberse vuelto, de pronto, compleja.

Con excepción de LAN, la exitosa y eficiente empresa aérea privada de Chile, algunas de las aerolíneas nacionales más conocidas parecen enfrentar dificultades.

En Brasil, éste es el caso de Varig, cuyas finanzas no terminan de enderezarse. En nuestro país, el de la asediada Aerolíneas Argentinas, que algunos gremios parecen empeñados en conmover, apañados desde algún rincón del poder.

En Uruguay, algo parecido está sucediendo con la simpática PLUNA, que puede transformarse en una entidad “bolivariana” más, o sea en una empresa aérea “asistida” o “rescatada” por una inyección venezolana en su capital.

Bolivia no es excepción. Su empresa aérea de bandera, Lloyd Aéreo Boliviano (LAB), está, desde comienzos de febrero pasado, cuando fuera paralizada por una huelga feroz del gremio de sus pilotos, en una situación realmente difícil. Esas huelgas, las de los pilotos, son capaces de desestabilizar empresas.

Tiren contra LAB

La empresa aérea nacional de Bolivia fue privatizada hace una década. En su capital participan VASP (otra empresa aérea brasileña que alguna vez fuera de primera línea y que ahora está con problemas) y algunos empresarios privados locales, como Ernesto Asbún, hoy con problemas judiciales.

Esto último es algo que parece ocurrir cada vez más en nuestra región. En efecto, en situaciones empresarias delicadas, se generan -para “presionar”- toda suerte de restricciones adicionales desde el plano judicial, que terminan maniatando a los actores de las crisis y, en definitiva, debilitando las alternativas disponibles. De esta manera, los problemas -lejos de resolverse- se profundizan. Generalmente esto ocurre en medio de perturbaciones generadas por insultos, acusaciones, fábulas, y sospechas que complican la solución de lo ya, de por sí, difícil. La irracionalidad como costumbre, entonces.

Para Bolivia, un país mediterráneo, una crisis aérea es particularmente dañina desde que afecta la vía esencial de comunicación con el exterior y la pone en situación de aislamiento.

La llegada de los “neófitos”

LAB, recordemos, transportaba unos 600.000 pasajeros por año. Su crisis explotó en momentos en los que asumía una administración nacional nueva, sin experiencia: la de Evo Morales.

Ésta, todavía eufórica por su triunfo electoral y atrapada por su propia retórica, tomada de sorpresa por los acontecimientos, reaccionó sin demasiada profesionalidad.

Primero le tocó al nuevo vicepresidente, Álvaro García Linera, intentar mediar -sin suerte- en el conflicto, a pedido del propio Morales.

Porque el gremio de los pilotos, después de disponer -ellos mismos- el paro de actividades que -en los hechos- precipitó la crisis de LAB, creyendo que “era su oportunidad”, pretendió “adquirir” (sin dinero, por supuesto) a LAB. Y los sueños, sueños son. En Bolivia, y en todos lados. Pese a que los pilotos (ahora con dinero) siguen persiguiendo su objetivo.

Como si eso fuera poco, complicando aún más cualquier salida de la crisis, se dispuso intervenir -apresuradamente- a la empresa aérea y desplazar a sus órganos naturales de dirección. Ahora, el Tribunal Constitucional de Bolivia acaba de suspender las competencias del interventor que se nombró, por entender que había sido “mal designado”. Éste, Ángel Zaballa, luego de haber tratado de poner en marcha a LAB, sin demasiado éxito porque desde el Congreso se le negó el financiamiento requerido, y de haber suspendido “motu propio” las asambleas de la empresa, terminó entonces desairado.

Los pilotos que -reitero- fueron quienes desataron desaprensivamente la crisis de LAB, ahora aclaran que no volverán a “parar”. Porque así “se terminaría de fundir la empresa”.

Un cuadro desolador

Mientras tanto, los 1.200 trabajadores domésticos de LAB aún no habrían cobrado sus haberes de diciembre pasado. Los que residen en el exterior estarían, en cambio, más o menos al día. Y el gobierno boliviano no le abona a LAB los 14 millones de dólares que aparentemente le adeuda desde el proceso de capitalización.

La situación financiera de la empresa aérea se agrava diariamente desde que saliera del clearing (al que debería cerca de un millón de dólares), lo que le impide vender pasajes con conexiones a otras empresas y la limita a tener que vender sus propios vuelos, sin conexiones. Esto solo, a juzgar por lo que informan los medios bolivianos, le generaría a LAB una pérdida -adicional- de un millón de dólares por mes. Sobre llovido, mojado.

No sorprende entonces que los ingresos de caja diarios de la empresa aérea cayeran al 50% de sus niveles anteriores. Parece obvio que el flujo de LAB reflejará esto.

Como si esto fuera poco, los dueños de los aviones alquilados por LAB (dos Boeing 767-300) están con atrasos en los pagos que se les adeudan, del orden de los 26 millones de dólares, razón por la cual esas máquinas ya no volarán más para LAB a Madrid y a Miami. La empresa aérea tenía una flota de 14 aviones. Hoy, sólo opera con 6 de ellos. Menos de la mitad.

LAB pareciera estar asediada por dos tipos de “rojos”. Distintos, pero convergentes. Uno es el que le generan sus pérdidas operativas. El otro, igual de dañino, es el que se proyecta desde la ideología.

Todo un tema el de la crisis que sufre LAB. Después de 81 años de vida -lo que la pone entre las 5 líneas aéreas más antiguas del mundo- con una deuda cercana a los 200 millones de dólares (que se incrementó en unos 15 millones por la “huelga” de los pilotos), LAB sobrevive en medio de un mar de dificultades. © www.economiaparatodos.com.ar




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