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jueves 11 de marzo de 2004

¿Y si probamos con Paz y Administración?

Deberíamos aprender del pasado aquellas recetas que fueron exitosas en su momento y aplicarlas para poder progresar hoy. En esta nota, Alejandro Gómez propone tener en cuenta el pensamiento de Julio Roca en la década de 1880.

Hace casi diez meses Néstor Kirchner asumió como Presidente de la Nación, desde ese momento venimos escuchando promesas y discursos de un alto contenido voluntarista que no se traducen en los cambios concretos que necesita el país. El Presidente y su séquito, se autodenominan como los representantes de la nueva política; pero curiosamente, no son nuevos en la vida política, ya que la mayoría de ellos viene militando de una forma u otra desde la década del setenta, ni son la nueva política porque las pocas medidas concretas que han tomado hasta el momento, no son más que un refrito de medidas fracasadas en el país o en naciones extranjeras.

¿Será mucho pedir que nuestros gobernantes hagan un esfuerzo y piensen cómo han hecho los países que han prosperado para progresar? ¿Será mucho pedir que tomen un libro de historia y echen un vistazo a lo que hicieron otros argentinos para poner el país en un sitio privilegiado a comienzos del siglo veinte? Parece que la respuesta es que SÍ. Que es muy difícil lograr semejante intento de apertura mental. Ellos que se consideran los mayores exponentes de los defensores de los derechos humanos y de las diferencias humanas, no dudan en tildar de conspirador y entreguista a todo aquel que osa esbozar una crítica a su gestión. Han sido casi diez meses de palabras lanzadas al vacío y de encuentros con personas y agrupaciones que precisamente se destacan por violar los derechos de aquellos que piensan distinto a ellos. Mostrando como único logro político y económico un superávit de la balanza comercial producido principalmente por el alto precio de la soja y la baja de importaciones por la devaluación que sustituye importaciones. ¿Es esta es la nueva política de la que habla el presidente?

Parece que para el gobierno la historia argentina comenzó hace poco más de treinta años. Específicamente la década del setenta y la década del noventa. Cómo si hubiesen llegado de otro planeta y nada tuvieran que ver con lo que pasó en esos años, su mirada se posa una y otra vez en los hechos negativos, sin preguntarse por qué pasó lo que pasó. Muchos menos, se atreverían a hacer una autocrítica de su rol y el de su partido por aquellos años. Pues bien, hay otra forma de echar una mirada al pasado y es aquella que busca causas y consecuencias. Una mirada que sirva para construir, que nos dé alguna señal de cómo progresar. Por ejemplo, podríamos mirar cuáles eran las propuestas de julio Roca en 1880. Ya que se proclama que se quiere sacar el país del estado de atraso en el que se encuentra, porque no tratamos de ver qué proponían los gobernantes de aquel momento. NO para copiar, ni seguir al pie de la letra, ya que la historia no se repite (aunque cueste creer esto en la Argentina contemporánea), sino para ver algunos lineamientos generales. Para ver cómo pensaban y que hicieron aquellos que realmente hicieron grande al país.

El 12 de octubre de 1880 en ocasión de asumir como Presidente de la Nación, Julio Argentino Roca se dirigió al Congreso Nacional para delinear lo que serían sus principales objetivos políticos. Veamos algunos de los aspectos principales de su discurso: \»Señores senadores y diputados: nada grandes, nada estable y duradero se conquista en el mundo cuando se trata de la libertad de los hombres y del engrandecimiento de los pueblos, si no es a costa de supremos esfuerzos y dolorosos sacrificios… Vivimos muy a prisa, y en nuestra febril impaciencia por alcanzar en un día el nivel a que han llegado otros pueblos, mediante siglos de trabajos y sangrientos ensayos, nos sorprende desprevenidos la mayor parte de los problemas de nuestra organización política y social…\». La Argentina de aquellos años se encontraba en los albores de la unidad y la organización nacional. Mucho quedaba por hacer y este mensaje de trabajo, sacrificio y perseverancia fue clave en el derrotero que nos llevaría a lograr una posición destacada entre los países mas ricos del mundo a comienzos del siglo veinte. Ninguno de estos conceptos aparecen en los discursos o declamaciones del actual presidente. Es más azorados asistimos a exclamaciones tales como \»la Argentina crece un poco y enseguida se lo quieren llevar\», NO señor Presidente. Nadie se quiere llevar lo que no le corresponde, fue el gobierno argentino que durantes las últimas décadas se quedó con el dinero y la producción de los ciudadanos de Argentina y de los de otros países. Ciudadanos que hicieron un contrato con la Nación y que las distintas administraciones de turno se encargaron de violar una y otra vez.

Pero mejor volvamos al discurso de Roca cuando señala: \»Libremos totalmente a esos vastos y fértiles territorios de sus enemigos tradicionales, que desde la conquista fueron un dique al desenvolvimiento de nuestra riqueza pastoril; ofrezcamos garantías ciertas a la vida y a la propiedad de los que vayan con su capital y con sus brazos a fecundarlos, y pronto veremos dirigirse a ellos multitudes de hombres de todos los países y razas, y surgir del fondo de esas regiones, hoy solitarias, nuevos Estados que acrecentarán el poder y la grandeza de la República\». Roca se refería a la recientemente incorporada Patagonia, ¿pero no aplica acaso el mismo criterio para las actuales circunstancias? \»… es menester, dice continúa Roca, entrar con paso firme en el carril de la vida regular de un pueblo, constituido a semejanza de los que nos hemos propuesto como modelo; es decir, necesitamos paz duradera, orden estable y libertad permanente… Y a este respecto emplearé todos los resortes y facultades que la Constitución ha puesto en manos del Ejecutivo Nacional, para evitar, sofocar y reprimir cualquiera tentativa contra la paz pública.

No se pretende ni más ni menos del presidente de la Nación, que garantice protección a la vida y la propiedad de los ciudadanos. La República Argentina posee un maravilloso instrumento -mancillado si se quiere con la reforma de 1994, pero válido aún a pesar de ello- la Constitución Nacional. Se trata de hacerla cumplir al pie de la letra en sus primeros 35 artículos. Paz, orden y libertad, son condiciones fundamentales para salir del estado calamitoso en el que nos encontramos. No saldremos de la crisis más profunda de la historia argentina con bravuconadas ni discursos efectistas vacíos de contenido. Por eso me pregunto: ¿Y si probamos con Paz y Administración? © www.economiaparatodos.com.ar



Alejandro Gómez es Profesor de Historia.




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